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Ladrones de tumbas, fachas y nazis en la última fantasía de Paul Naschy antes de morir

El desaparecido Paul Naschy, guionista de 'Crotón El Grande', en un fotograma de 'Doctor Jekyll y el Hombre Lobo'

Ignasi Franch

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El legado creativo del actor, guionista y director Paul Naschy, Jacinto Molina, una de las figuras alrededor de las cuales pivotó la precaria industria del conocido como fantaterror español, sigue recordándose de manera periódica. Sus títulos se reeditan en los mercados videográficos españoles (véase el trabajo realizado por Ediciones del 79 con multitud de títulos, o por Divisa, cuya contribución destaca por diundir una buena digitalización de la olvidada El huerto del francés) e internacionales. Y su figura juega un papel relevante cuando se estudia el cine fantástico estatal, como sucede en el reciente libro Profanando el sueño de los muertos, firmado por Ángel Sala, director de Sitges-Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña.

El estreno de Crotón El Grande el próximo 19 de septiembre en el marco del festival B-Retina, que se celebra en Cornellá del Llobregat (Barcelona), supondrá la oportunidad de recuperar la materialización fílmica, casi inédita, de otro guion escrito por Naschy. Todo comenzó durante el problemático rodaje del último filme de Naschy como director, Empusa. El actor comenzó a hablar con el veterano director de fotografía Luis Colombo sobre la posibilidad de llevar a la pantalla una historia más.

Esta proyección coincide con el anuncio del estreno de Call me Paul (Llámame Paul), en el próximo Festival de Sitges. Dirigida por Víctor Matellano y con guion de este y de Ángel Sala, se trata de un documental sobre la figura de Paul Naschy. Todo esto en el mes en el que Jacinto Molina, habría cumplido 90 años.

La enfermedad que acabaría con la vida del intérprete hizo que la colaboración no fuese la esperada. Colombo recuerda: “Terminamos Empusa, pero se puso mal y ya no hubo manera. Habíamos hablado de cómo íbamos a llevar a la pantalla Crotón El Grande, pero él no llegó a rodar ni un solo plano”. El realizador afirma que había filmado alrededor de un 20% de la obra en el momento de la muerte del intérprete, y que “se cargó sobre los hombros el proyecto, un poco como homenaje a Paul”.

El director de Crotón El Grande describe el rodaje como “a salto de mata, discontinuo y sin presupuesto”. La filmación terminó alrededor de 2015. La posproducción también se alargó, explica, “para decidir sobre algunas escenas o para estudiar si se podía mejorar alguna cosa”. Colombo declara que dio por terminado el proyecto en 2016 o 2017. Hasta la próxima proyección en Cornellá del Llobregat (Barcelona), el resultado solo se había podido ver en una retrospectiva sobre la obra de su director que se celebró en Alicante.

Dos pícaros en una España miserable

Crotón El Grande trata de dos feriantes que vagan por una España marcada por el franquismo y por la colaboración con la Alemania nazi. Crotón ejerce de forzudo, pero emplea trucos para ello porque ya no dispone de la fortaleza de antaño. La falta de ingresos le empuja a asaltar las tumbas de personas aparentemente pudientes en busca de sus joyas. Junto con su compañero Gedeón, recluta a una mujer que permite diversificar su número y a la que ambos codiciarán. También la deseará un turbio empresario del espectáculo interpretado por un rostro clásico del cine de terror estatal: Antonio Mayans.

El relato incorpora una cierta sensibilidad otoñal, de consciencia sobre el envejecimiento, enrarecido por ese talante pulp tan habitual en las obras de Naschy, donde abundaban las mezclas inesperadas. Era el espíritu del mashup de monstruos de la Universal, de La zíngara y los monstruos, donde comparecían a la vez Drácula, Frankenstein y el Hombre Lobo. Naschy lo llevaba más allá: no solo hacía coincidir personajes, sino que también mezclaba géneros.

A Paul se le iba un poco la pinza, en el buen sentido de la expresión, porque meter una escena de wéstern en una película de posguerra sobre una gente que va haciendo circo por los pueblos y asaltando tumbas...

Luis Colombo Director

Crotón El Grande es, a la vez, un drama picaresco con elementos de terror fantástico y una cinta de nazisploitation con perversos (y lúbricos) generales alemanes. También aparece un pistolero que parece sacado de un tebeo del Oeste locamente espectacular. Colombo considera que “a Paul se le iba un poco la pinza, en el buen sentido de la expresión, porque meter una escena de wéstern en una película de posguerra sobre una gente que va haciendo circo por los pueblos y asaltando tumbas...”.

El director valenciano recuerda que Naschy hablaba de una cierta inspiración en La strada, de Federico Fellini, que rompía con su habitual apego al cine fantástico de los años 30 y 40 del siglo pasado. Acercarse al mundo del circo, tan admirado por el autor de Amarcord, podía tener cierto sentido: el cineasta madrileño también ofrecía espectáculos de orientación popular, más bien artesanales y poco valorados en los círculos intelectuales. Según Colombo, Naschy también tomó en cuenta una leyenda urbana: la chica de la curva.

El elemento fantástico está ahí, pero quizá destaque más la acritud de la narración. Hay hambre, desesperación, necesidades y bajos instintos. Comparecen oligarcas que se sienten impunes por sus contactos con el poder, que amenazan con disparar y dejar en una cuneta a quienes les contraríen. Con todo, Colombo decidió centrarse más en la parte fantasiosa: “La crítica social a Franco también está ahí, pero la veo un poco secundaria”. Para el director, la dictadura sirve de telón de fondo concebido por un Naschy “que no tenía nada de franquista, aunque tampoco era comunista. Intentó sobrevivir, como la mayoría de la gente, porque si eras desafecto al régimen tenías a la brigada político-social encima. No era algo que tomarse a broma”.

El fresco miserabilista de 'Crotón El Grande' y su clima de abyección incluye empresarios que explotan sexualmente a sus actrices, fascistas de gatillo fácil y dos pícaros corroídos por la codicia

El fresco miserabilista de Crotón El Grande puede conectar con los horrores de El huerto del francés y su clima de abyección. Incluye empresarios que explotan sexualmente a sus actrices, fascistas de gatillo fácil y dos pícaros corroídos por la codicia. El giro final indica una posibilidad de redención abortada por los celos. Colombo se muestra totalmente alineado con la cosmovisión escéptica, casi misántropa, que proyecta la película: “El filme trata de la dureza de la supervivencia humana. Bajo unas circunstancias extremas, actuamos de manera extrema. Yo creo poco en la redención. Me da más la sensación que el ser humano nace bueno, pero rápidamente se hace malo”.

Contar una historia como puedes

El acabado técnico de Crotón El Grande está en la linea de la precariedad extrema de Empusa. Su visionado nos traslada a un momento en que las herramientas digitales podían generar una cierta euforia: prometían hacer posible la filmación de historias que anteriormente hubiesen requerido una logística mucho más costosa. El reverso es que la ausencia de estructuras y de equipo técnico y humano continúa condicionando el resultado. En el caso del filme de Colombo, eso se percibe en cada segundo de la película: en el sonido no directo, en el montaje poco armónico, en unas imágenes digitales de baja definición y con un cierto mal aspecto, etcétera.

El filme trata de la dureza de la supervivencia humana. Bajo unas circunstancias extremas, actuamos de manera extrema. Yo creo poco en la redención. Me da más la sensación que el ser humano nace bueno, pero rápidamente se hace malo

Luis Colombo Director

Colmbo considera que hizo “cine de combate”. “Quieres contar una historia, pero no tienes producción, así que la llevas adelante como buenamente puedes. Es algo tan antiguo como el propio cine. El de Ed Wood, por ejemplo”, afirma. El proyecto tenía dificultades añadidas respecto a Empusa: ambientar la película en la posguerra, incluir grupos de militares armados, tensionaba más todavía las posibilidades logísticas. El realizador no se lamenta “Si quería ser fiel al guion de Paul, tenía que buscarme la vida”.

B-Retina, Festival de cine de serie B, ofrece proyecciones de películas de bajo coste. Abunda el ánimo lúdico y, frecuentemente, la mirada irónica. Una manera de disfrutar el cine fantástico que disgustó a menudo a un Naschy que se tomaba su trabajo con mucha seriedad. Es de prever que un filme tan marcado por una precariedad evidente de medios, por una cierta extrañeza tonal (potenciada por la música), por el voluntarismo general y las interpretaciones amateur, será acogida con risas y jolgorio, como la versión de Star Wars protagonizada por cómicos brasileños (Os trapalhões na guerra dos planetas) o la imitación sudafricana de E. T. (Nukie) con las que comparte programación.

Colombo se muestra despreocupado por la recepción del público. Se declara consciente de que su película “es un divertimento hecho por personas que disfrutan haciendo cine, no es una película de Scorsese o Coppola. Nosotros hacemos cine de serie B, tirando a Z. Lo aceptas o no lo aceptas”. De cara al futuro, el realizador espera que Crotón El Grande pueda encontrar a su audiencia mediante alguna plataforma de vídeo en streaming.

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