A estas horas, como mínimo, 180.000 personas piensan que la llegada del hombre a la Luna fue una farsa. El encargado de hacer un último sondeo al respecto ha sido el futbolista Iker Casillas en su Twitter, donde se ha reconocido sin pudor entre los que creen que los norteamericanos “nos la colaron”.
“El año que viene se cumplen 50 años (supuestamente) que el hombre pisó la Luna. Estoy en una cena con amigos discutiendo sobre ello. Creéis que se pisó? Yo no!”, dijo antes de adjuntar la encuesta que ha despertado a Internet del letargo veraniego. Según el exportero del Madrid, el pequeño paso de Neil Amstrong no fue tan grande para la humanidad como la NASA nos hizo creer.
La reacción no se hizo esperar, hasta tal punto que el astronauta y nuevo ministro de Ciencia, Pedro Duque, le ha querido sacar de su error. “Los hechos no cambian opine la gente lo que opine”. Pero a Casillas no solo le acompañan esos centenares de miles de votos a favor de la teoría conspirativa -que de hecho se antojan pocos-, porque los escépticos aparecieron en el mismo instante que Armstrong y Buzz Aldrin pusieron un pie sobre la superficie lunar. Corría julio de 1969 y las barras de los bares acogían a los listillos y a los escépticos mucho antes de que recalasen en Twitter.
Ante un suceso histórico que cambió la percepción humana y estelar para siempre, apareció en 2002 un falso montaje que indagaba en las incongruencias de la primera llegada del hombre a la Luna. Operación Luna apoyaba la teoría de que Hollywood y Stanley Kubrick habrían orquestado en un estudio de la MGM el famoso “un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”.
Agentes de la CIA, técnicos de la NASA, Henry Kissinger, Donald Rumsfeld e incluso la mujer del propio Kubrick participaron en este mockumentary (falso documental). Con los famosos argumentos de la bandera ondeante, los focos detrás del astronauta y la honda pisada a pesar de la gravedad, la polémica estaba servida.
No obstante, el director William Karel incluyó pequeños guiños a la cinematografía de Kubrick que solo percibieron los más observadores y que echaban por tierra la verosimilitud del documental. Un truco taimado que sirvió de inspiración para Jordi Évole en su Operación Palace, un mockumentary de 2014 que vendía el golpe del 23F como un gran montaje dirigido por José Luis Garci.
Qué se contaba
Al comienzo de Operación Luna (titulado en inglés The Dark Side of the Moon), Karel insinúa que los familiares y amigos de Kubrick, y algunos políticos, aprovecharon su reciente muerte (en 1999) para desvelar el secreto mejor guardado de su carrera: que había sido interceptado por la agencia espacial para rodar una llegada a la Luna que nunca ocurrió y adelantarse así a los rusos.
El cineasta neoyorquino habría contactado con la NASA para pedirles prestada una lente especial que valía millones de dólares y que necesitaba para su película Barry Lyndon. Pero lo más sorprendente de todo es que la consiguió. “¿Por qué accedieron los peces gordos de la NASA y el padre de la conquista espacial a prestarle a Kubrick aquella lente legendaria y única en el mundo?”, dice la voz en off. En 2001, su viuda Christine Kubrick “descubrió un archivo con el logo de la Casa Blanca y el sello de Top Secret, y en él estaba la respuesta a esas preguntas”.
En 1961, Kennedy había convertido el aterrizaje en la Luna en su principal prioridad porque, un mes antes, el ruso Yuri Gagarin había sido el primer humano en viajar al espacio exterior. “Tras varias reuniones con Walt Disney, surgió la idea de que solo Hollywood, que se dedicaba a crear sueños, podía transformar el soso lanzamiento de un cohete en una emocionante superproducción, y Stanley Kubrick estaba a punto de convencer a los últimos escépticos”, aseguran en el documental.
El creador de 2001: una odisea en el espacio era el fichaje indicado para convertir el Programa Apolo en el espectáculo de luces que la cúpula estadounidense necesitaba para ganarse el favor público.
“Entonces, uno de los consejeros del presidente dijo indecisamente, ¿y si grabamos los primeros pasos sobre la Luna en un estudio? Así, si fracasamos, siempre podemos enseñarle esa película al público”, revela en un momento la secretaria personal de Nixon. “Me pareció lo correcto, porque teníamos que hacer algo para demostrar que seguíamos siendo los EEUU de América”, aprueba Donald Rumsfeld, que después fue el secretario de Defensa de George Bush.
El presidente Nixon decidió que Kubrick rodara en el set de 2001 en Londres y que la transmisión de la filmación fuera real y a escala mundial. Tras estas entrevistas, el director del falso documental da voz a supuestos expertos en fotografía y física para explicar las inconsistencias de las instantáneas y de los vídeos que se rodaron en ese escenario.
Cuenta también que los participantes en la estafa fueron perseguidos y eliminados por la CIA, y que Kubrick se vio obligado a recluirse con su familia temiendo cada día por su vida. Como gesto de agradecimiento, años más tarde la NASA permitió que el genio de la cinematografía utilizara la famosa lente para Barry Lyndon, una película rodada únicamente a la luz de las velas.
Todo encaja a la perfección, hasta que Karel confiesa al final de Operación Luna que todas las declaraciones fueron descontextualizadas y arrancadas de conversaciones sobre el escándalo Watergate. Ni siquiera los participantes sabían realmente de qué iba todo aquello. De hecho, como guiño a los seguidores de Kubrick, algunas de las personalidades que aparecen a lo largo del metraje reciben el nombre de personajes secundarios de sus filmes.
El documental fue emitido el Día de los Santos Inocentes en 2004 en el canal francés ARTE. En un pase de prensa previo, muchos periodistas salieron enfurecidos por la treta e incluso llegaron a acusar a Karel y a los suyos de promover en Francia una campaña antiamericana. “Mucho me temo que los indignados con Operación Palace son los mismos que se lo tragaron”, escribió José Antonio Pérez tras la retransmisión del mockumentary de Évole. Algo que posiblemente también ocurrió en aquella sala de prensa parisina y que fue la causante de tanta animadversión hacia la película y su director.
Al fin y al cabo, como dijo el director de Operación Luna en una entrevista posterior, “la humanidad no es lo suficientemente inteligente como para conspirar de verdad, solo para inventar una infinidad de teorías de la conspiración y creérselas”.