Cuando Nixon invitó a Johnny Cash a la Casa Blanca y acabó revolviéndose en su silla
Caminar por la estrecha línea de la política, sin virar hacia la izquierda o la derecha, es algo que solo consiguen grandes trapecistas ideológicos como Johnny Cash. Encarnaba dos personas al mismo tiempo: el rebelde, aquel al que una vez inmortalizaron haciendo una peineta que pasaría a la historia; y el hombre de familia, alguien temeroso de Dios siempre piadoso con los marginados. Pero, ¿quién era en realidad?
Es justo lo que se intenta descubrir Tricky Dick and the Man in Black, segundo capítulo de la serie documental de Netflix Remastered centrada en momentos insólitos de la música. Mientras que la primera entrega investigaba las incógnitas de la noche que intentaron matar a Bob Marley, esta profundiza en uno de los conciertos más polémicos de todos los tiempos: cuando Johnny Cash fue invitado por Richard Nixon a la Casa Blanca para, en teoría, conseguir votos de los sureños de EEUU. Al final, la cita no se desarrolló tal como había planeado el presidente.
“Mi padre no se suscribía a ningún partido. Los republicanos creían que era uno de ellos y los demócratas también”, asegura en el reportaje John Carter Cash, hijo del guitarrista. Esta dualidad, además, era presentada en un contexto muy poco propicio para los matices: la guerra de Vietnam. Estados Unidos se dividió entre los llamados “halcones”, que querían continuar con la contienda, y las “palomas”, que buscaban la paz.
Cash, sin embargo, estaba en una especie de limbo político. Lo único claro del músico es que era un patriota, que amaba a su país y todo lo que representaba. Sin embargo, como matiza Bill Zimmerman, activista antibélico, “en 1968 la idea del patriotismo se volvió controvertida”. Al mismo tiempo que florecía la animadversión por las armas, se desarrollaban movimientos sociales en defensa de grupos que previamente habían sido discriminados.
“No fuiste el hijo correcto”
Para entender la postura del icono del country primero hay que comprender sus orígenes. Nació en Kingsland, al sur de Arkansas, en una casa perdida en medio del campo donde el trabajo y la música eran prácticamente la única forma de vida posible. “Nuestra familia comenzaba el día en los campos de algodón, cantando himnos religiosos y canciones populares, góspel o country”, recuerda Joanne Cash, hermana de Johnny.
Reflejo de esto es el disco Folsom Prison Blues, grabado en directo durante un concierto en la prisión que da nombre al álbum. Cash nunca había estado entre rejas, pero tardó poco en que le aceptaran como uno de los suyos. Especialmente, después de haber sido atormentado por su padre, por el alcohol y por las drogas.
Asimismo, en 1969 comenzó su etapa en el The Johnny Cash Show, un programa de variedades de la cadena ABC presentado por él mismo en el que tenía cabida todo tipo de música independientemente de su ideología. De hecho, por el escenario pasaron cantantes de la talla de Bob Dylan o Pete Seeger, este último icono del movimiento hippie y del activismo pacifista.
Cash representaba las dos norteaméricas, algo que se iba complicando a medida que avanzaba el inconformismo. Debido a ello, el 3 de noviembre del 69 Nixon decidió emitir un discurso para intentar calmar los ánimos y evitar que se truncara su presidencia. La guerra continuaba, pero, en teoría, iba a trabajar para que esta terminara cuanto antes y llegase “la paz”. De esta manera, al igual que la mayoría de los sureños, Johnny Cash defendió la estrategia del republicano y dejó constancia de ello a través de su programa de televisión: “Mi familia y yo apoyamos al presidente de los EEUU en su búsqueda de una paz justa y duradera”, dijo ante las cámaras.
Un peón en la “estrategia del sur”
Los políticos querían usar a Johnny Cash como parte de la “estrategia del sur”. Según Bill Zimmerman, consistía en “enviar mensajes a los racistas y conservadores con lemas como 'la mayoría silenciosa'”. La táctica, básicamente, pasaba por apoyar la guerra de Vietnam, enfrentarse a manifestaciones antibélicas y luchar contra el creciente movimiento social del país. Y, después del mensaje del músico, Nixon no dudó en contactarle para organizar algo a lo que un patriota no podría negarse: un concierto en la Casa Blanca.
¿El objetivo? Utilizar el country como cabeza de turco para las urnas. “Simbolizaba el tipo de votante al que Nixon quería atraer”, reconoce en el documental Aram Bakshiar, encargado de redactar los discursos del presidente. Asimismo, para garantizar un contenido acorde al programa político, pidieron al artista dos canciones: Okie from Muskogee, que criticaba a los hippies; y Welfare Cadillac, que se burlaba de las personas que recibían ayudas sociales. La intención de tocar estos temas no quedó relegada al ámbito privado, sino que fue anunciada en el comunicado oficial de la Casa Blanca ocasionando con ello un gran revuelo mediático.
Aunque un evento de estas características debía controlarse al milímetro, Nixon creía que Johnny Cash no tenía ningún tipo de peligro. De esta forma, la administración del presidente pasó por alto ciertos detalles que chocaban directamente con la filosofía del partido republicano. Entre otras cosas, el álbum Bitter Tears que lanzó para defender los derechos de los nativos americanos y denunciar las atrocidades realizadas a las tribus indígenas.
Johnny Cash llegó a la Casa Blanca la misma tarde del amerizaje del Apolo 13, el 17 abril 1970. Nadie sabía qué canciones tocaría, ni siquiera los integrantes de la banda. Finalmente, decidió hacer caso omiso a las peticiones de Nixon y allí, sobre el escenario frente a las personas más importantes del país, empezó a tocar una nueva canción, “un poema para los jóvenes de América” llamado What is Truth.
“El juez miró su pelo largo y, aunque el joven había jurado solemnemente, nadie pareció escucharlo. No importaba si la verdad estaba ahí, fue el estilo de sus ropas y el largo de su pelo. Y la solitaria voz de los jóvenes grita ¿qué es verdad?”, cantó Johnny Cash para poco después añadir algo más: “Los que llamáis salvajes pronto serán los líderes. Este viejo mundo despertará en un nuevo día y juro solemnemente que será a su manera”. La controvertida escena es rememorada hoy por su hermana: “vi a Nixon revolverse en su silla mientras Johnny cantaba”.
“Esta canción tenía un mensaje: que los líderes que miraban a los jóvenes y los marginaban tenían que entender que ese era el futuro”, explica Mark Stielper, amigo de Cash y biógrafo de su familia. También tenía versos contra la guerra y contra la pobreza. Aun así, parecieron no comprenderlo. La posterior invasión de Camboya y escándalos como el Waterwate, que acabó con el mandato de Nixon, fueron incrementando la desafección de Cash por un sistema en el que había confiado.
Actualmente, a pesar del reciente varapalo sufrido por el Partido Republicano, la batalla por los derechos sociales y étnicos del país continúan presentes. “Si Johnny estuviera hoy aquí, y lo está en espíritu, tocaría esa canción. El mensaje de What is Truth debe oírse hoy”, considera Joanne Cash.