Oppenheimer, la última película de Christopher Nolan que aborda la historia del conocido como el 'padre de la bomba atómica', continúa sin fecha de estreno en Japón. El filme del cineasta británico llegó a las salas de cerca de medio centenar de países el pasado 21 de julio y ya ha recaudado más de 400 millones de dólares en todo el mundo. Sin embargo, la proximidad al aniversario del primer bombardeo nuclear y las críticas de diversos espectadores mantienen su desembarco en el país nipón en el aire.
El largometraje, que aterrizó de la mano del gran fenómeno del año, Barbie, tiene programada su llegada a otras regiones durante este mes de agosto. A excepción de Japón, donde algunas distribuidores locales alegan que están esperando a ver cuál es la recepción del título a nivel internacional. Esta es una práctica habitual en el país asiático con las cintas llamadas a convertirse en taquillazos. No es extraño que los largometrajes extranjeros se estrenen incluso meses o hasta un año después que en el resto del planeta, permitiendo a sus salas optar por lanzamientos más modestos y en un número más reducido de salas si estos no terminan de funcionar en otros territorios.
Esta podría ser la explicación de los planes todavía en el aire de Oppenheimer. Sin embargo, muchos expertos consideran que en este caso los distribuidores estarían esperando a que pase el aniversario de los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki, que se produjeron el 6 y el 9 de agosto de 1945, respectivamente; considerando de mal gusto hablar del posible lanzamiento del filme antes de estas señaladas fechas.
La película de Nolan narra la historia de J. Robert Oppenheimer, el físico teórico estadounidense de origen alemán concebido como 'el padre de la bomba atómica' por su destacada implicación en el Proyecto Manhattan. El científico nunca expresó arrepentimiento por la fabricación de este arma, aunque sí por la muerte de civiles. Se calcula que unas 210.000 personas perdieron la vida en ambas ciudades, además de haber dejado a 150.000 heridos y una serie de consecuencias humanitarias y medioambientales que perduraron décadas después del suceso.
El escritor Akihiko Reizei explica en un artículo de opinión para la revista Newsweek: “Japón, como país que sufrió bombardeos atómicos, tiene derecho a evaluar este trabajo sobre el tema del desarrollo de la bomba atómica”. Otros usuarios japoneses han expresado en Twitter que el largometraje debe ser proyectado en su país porque “narra hechos históricos con la debida consideración y cuidado”.
“Como alguien nacido en Hiroshima, tengo muchos pensamientos al respecto, pero estoy firmemente en contra del movimiento de boicot a la proyección. Creo que es natural que la gente exprese sus sentimientos después de ver la película, o más bien, garantizar la libertad de crítica una vez se haga pública”, expuso uno de ellos. Igualmente los ha habido que han expresado que sería por oportuno, por su proximidad al aniversario de los bombardeos y la preocupación porque el filme pudiera idealizar la figura de J. Robert Oppenheimer.
La cinta de Nolan no es, ni mucho menos, la primera que aborda las consecuencias de los bombardeos. Dentro de esta particular filmografía se enmarcan títulos como Los niños de Hiroshima (Kaneto Shindo, 1952), Hiroshima (Hideo Sekigawa, 1953); y las más recientes cintas de animación La tumba de las luciérnagas (Isao Takahata, 1990) y En este rincón del mundo (Sunao Katabuchi, 2016).