'Pornomelancolía', la soledad del actor porno trae la segunda polémica a San Sebastián

San Sebastián —
20 de septiembre de 2022 17:36 h

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Otro perrito piloto le ha tocado al Zinemaldia Festival de Cine de San Sebastián. Si no fuera suficiente con la polémica de Sparta —la película sobre pedofilia de Ulrich Seidl que fue cancelada en Toronto por las acusaciones de una investigación periodística de haber violado las normas laborales infantiles rumanas en su rodaje—, el certamen ha vivido su segunda película conflictiva. Se trata de Pornomelancolía, el filme de Manuel Abramovich que llega precedido por las acusaciones de su protagonista, el actor porno Lalo Santos, de haberse sentido desprotegido durante el rodaje, tanto en el apartado psicológico, como durante las escenas de sexo. Santos decidió no presentar el filme, que compite por la Concha de Oro.

El tema se complicó cuando otros miembros del reparto contestaron al propio Santos también en redes sociales. El actor porno Chacalito Regio, que también participó en el filme, aseguraba que él no vio ninguno de los “abusos” de los que hablaba Santos. “Creo que varios compañeros tampoco. Al contrario, fuiste soberbio con nosotros, no nos dirigías casi la palabra y si algo hizo la producción fue darte un trato especial”, añadía en Twitter.

Abramovich sí que decidió acudir a San Sebastián y la polémica no ha ido a más, especialmente tras proyectarse el filme y comparada con la de Sparta. Lo que queda es una película que quiere analizar la soledad y el estado anímico de un actor porno gay en tiempos de Instagram y redes sociales. Pornomelancolía define sus intenciones desde su propio título, queriendo ser a la vez análisis de la industria del porno y radiografía de su personaje principal y absoluto protagonista, presente en cada plano del filme.

Una propuesta interesante, también en lo formal, jugando siempre con lo que queda fuera de plano. Abramovich insinúa más que enseña. Su cámara siempre corta el plano para evitar escenas sexuales explícitas. A pesar de su decisión, sí que su retrato de la industria es sórdido y decadente, aunque sin llegar a la capacidad de profundidad y crítica que tenía la excelente serie Adult Material, cuya mirada era mucho más potente.

Lo que aquí se muestra es que casi la totalidad de las personas que deciden actuar en el porno lo hacen por una situación de precariedad o porque consideran que es una puerta fácil al dinero rápido. Trabajos mal pagados, expulsados del sistema y gente que no llega a fin de mes que ven en el sexo y en sus cuerpos una posibilidad de escape. Sus personajes sueñan con la vida que se les ha prometido, con incluso triunfar en el mundo del porno a nivel internacional, por lo que hasta sugieren decir las expresiones como “fuck me” en inglés para no centrarse en el mercado hispanohablante. No solo está la industria del porno, también cómo ha afectado las redes sociales. Twitter, Instagram… Internet como ventana para el cuerpo.

Pornomelancolía tiene también un punto irónico en ese retrato, que trata el rodaje de una película que cuenta la historia de México, con Emiliano Zapata teniendo sexo con Pancho Villa y haciendo de los héroes de la revolución dos personajes de una película de porno gay, aunque no termina de sacarle toda la punta a ideas tan potentes como ese director de cine erótico que se cree Buñuel y que incluso cita a Ese oscuro objeto del deseo para rodar una escena en la que Zapata tiene sexo consigo mismo. 

Combinando elementos más propios del documental, junto con otros más cercanos a la ficción. Fue un proceso de pruebas y experimentación

El director acierta en su juego entre realidad y ficción. Lalo Santos interpreta a Lalo Santos, y sus cuentas de Twitter y redes sociales son reales. Hasta la película gay de Zapata y Pancho Villa es real, pero a través de ellas se construye una ficción que bordea los límites entre verdad y representación de forma hábil e inteligente y que consigue hablar desde la naturalidad sobre el VIH, el porno y una generación absolutamente perdida.

En lo que no acierta es en el retrato de la depresión, de una persona cuyo estado mental es fundamental para entenderle. La austeridad al mostrarlo hace que sea difícil comprender en qué punto se encuentra o sus decisiones. Intenta no verbalizar y subrayar, pero hubiera sido necesario incidir más en ello, ya que a veces parece solo apuntarlo sin profundizar. 

Eso hace que los dos temas del filme viajen cada uno por su cuenta. No terminan de engarzar el retrato del porno y el de la depresión del personaje. Cada uno viaja de forma independiente, dejando una sensación agridulce. Pornomelancolía propone temas interesantes, pero nunca termina de centrarlos y solidificarlos. Quizás un tema así hubiera necesitado menos 'sutileza' para conmocionar realmente.

En una entrevista en Variety justo antes de presentar la película en San Sebastián, Abramovich dejaba claro que no era un documental sobre Lalo Santos, sino “una película hecha con él”. “Durante el proceso hablamos de todos estos temas y los transformamos en escenas. Combinando elementos más propios del documental, junto con otros más cercanos a la ficción. Fue un proceso de pruebas y experimentación que solo fue posible gracias a nuestra complicidad y al apoyo del equipo. Este fue nuestro punto de partida y retorno permanente para construir formas de colaborar juntos”, dijo el director.