De la primera película de Batman a 'Superman IV', cuando los superhéroes eran cutres, casposos y divertidos

Alberto Monreal

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Hubo un tiempo no muy lejano en el que el género superheroico en el séptimo arte era un desastre. La industria cinematográfica no se tomaba en serio a estos héroes del cómic que salvaban al mundo una y otra vez. Las contadas ocasiones en la que algún aventurero productor se adentraba en las sagradas páginas de Marvel o DC, salía escaldado por la ausencia de medios, por la incomprensión de directores a los que les daba una vergüenza atroz bajarse a semejante estercolero, y también por la incomprensión de los actores y actrices que huían de estos papeles como si fueran la peste negra.

El genero de superhéroes fue durante mucho tiempo refugio de perdedores y de jugadores de tercera división. Y es aquí cuando un festival tan rapaz como la Cutrecon, que se celebra del 25 al 29 de enero en Madrid, se frota las manos.

Cuando Batman no tenía complejos

No ayudó mucho, pese a su éxito, la primera película dedicada a Batman, una producción veraniega rodada en 1966 rodada después del éxito de la primera temporada de una serie de televisión y antes de empezar la segunda temporada. Adam West fue el primer murciélago que llevó esos leotardos en la noche, y entre varios ¡¡ouch!!, ¡¡pow!! y ¡¡whamm!! fue también el primero en llevar el prestigio pop de Warhol y Lichtenstein al celuloide.

El problema fueron los chistes ridículos, las situaciones bizarras y la falta de medios en los efectos especiales. Así llegaron las más altas cotas de cine camp jamás vistas en el celuloide, como por ejemplo la célebre lucha de Batman en la batescalera con un peluche con forma de tiburón. No es hasta que Robin le tira un oportuno repelente de tiburones que nuestro superhéroe no puede zafarse del temible escualo. No para la fiesta del absurdo, ya que Robin tiene para elegir entre varios repelentes, ya que los hay también de barracudas, mantarrayas y hasta de ballenas. Hilarante.

La historia del murciélago de la oscuridad nació en las antípodas del goticismo superheroico: en la Costal del Sol. El guionista Lorenzo Semple Jr vivia en aquel Torremolinos de los años sesenta, un foco festivo de marineros, artistas y buscavidas, en un ambiente turístico con olor a sangría y a sol mediterráneo, un oasis dentro de la dictadura franquista. Además, el proyecto de la serie de Batman se impulsó tras una reunión del propio Semple con el productor de Hollywood William Dozier en los madrileños jardines del Hotel Ritz. Estos son los sorprendentes orígenes españoles de Batman la película, pese a lo cual fue finalmente censurado en España. El motivo de esta reprobación hacia la película apunta a una famosa escena en el que un embajador español con cierto parecido a Franco es ridiculizado. Lorenzo Semple Jr, que conocía bien la política y la sociedad española, quiso dejar así plasmada su opinión acerca de la dictadura franquista.

Este impulso inicial sobre el héroe intachable, brillante y positivo, fue respaldado por el director de la película, el experimentado Leslie H. Martison, que venía del show de Mickey Rooney, y por su protagonista Adam West, un actor que comprendió el carácter distinguido y elevado de Batman, hasta convertirlo casi en una caricatura, propio de un personaje de viñeta fílmica, aportando esa ingenuidad pop tan característica de su impostada interpretación. En el apartado de villanos, Batman cuenta con el considerado por algunos el mejor Joker de la historia, y también el más viejo, ya que tenía 59 años cuando lo interpretó. El extraordinario Guasón, como era traducido en algunos países hispanoamericanos, interpretado por Cesar Romero, queda retratado por el excesivo maquillaje blanco con el que se le ocultaba su característico bigote, que por contrato no podía afeitarse, ya que según el actor de origen cubano, formaba parte de su personalidad. Pese a vislumbrar esa bigote tras el maquillaje, la interpretación del maestro Romero no podía ser más acertada, aportando ese carácter alocado y demente propio del personaje.

Las tramas de este Batman son disparatadas, y los diálogos son tan extraños que resultan a veces incómodos. ¿Alguien entiende el monumental enfado de Robin con Bruce Wayne por su coqueteo con Catwoman? Una Catwoman llamada Kitania Erenia Tatania Krenska Alesoff, una hiperbólica sátira sobre el divismo y la sofistificación de la gata más peligrosa del universo DC. Pero pese a todo, la película engancha por su tono festivo y desenfadado, eminentemente entretenido, y por hacer de su frenesí su santo y seña. Además, el tema compuesto por Neil Hefti es un clásico eterno, y su batmovil posee el diseño más redondo de toda la saga de películas. El Batman de Adam West es una fiesta continua de imágenes coloristas y diversión involuntaria, justo el tipo de película que hará las delicias de todos los asistentes a la Cutrecon, ávidos de cine casposo que, en el fondo, atrapa.

Opuesto al camino emprendido por Adam West, el personaje fue evolucionando hacia un héroe paradigma del Prometeo atormentado, doliente y sufridor. Ningún superhombre ha sufrido más que el hombre murciélago. Tim Burton y Michael Keaton ya dotaron al Batman de 1989 de esa seriedad gótica y atormentada, transformando al millonario superhéroe en un personaje maduro y adulto. Pero Warner Bros fue tropezando consecutivamente en otros Batman menos inspirados, y que en parte intentaban recuperar aquel festivo y pop de los años 60. La cinta Batman forever, de Joel Schumacher, con un poco afortunado Val Kilmer en el papel del hombre murciélago, es considerada una de las peores películas de la saga, y muy a su pesar, una posible candidata para futuras sesiones de la Cutrecon, nada que ver con la finura intelectual y estética que aporta Christopher Nolan con esa trilogía de Batman protagonizadas por Christian Bale, opus magum del cine serio y trascendente sobre cine de superhéroes, un contraste que sigue vigente en la más reciente The Batman, dirigida por Matt Reeves y protagonizada por Robert Pattinson.

El Superman más canónico

La edición de este año rescata otra joya del cine de superheroes, una película infame que destrozó la ilusión de millones de niños en todo el planeta. Superman IV, de 1987, iba a ser la película más grande y definitiva de la saga, con un presupuesto estimado cercano a los 40 millones de dólares. Los derechos fílmicos pasaron de los Salkind a los celebres primos Menahem Golan y Yoram Globus, unos rufianes sin escrúpulos cuyos sacrilegios fílmicos son considerados por la tropa asistente a la Cutrecon como el mejor peor cine jamás filmado.

La Canon basaba su oferta en una estafa piramidal en la que con el presupuesto de una película había que financiar otras decenas de ellas, las máximas posibles. La compañía hacía agua por todas partes. El presupuesto inicial de Superman IV fue de 36 millones de dólares. Globus y Golan se las ingeniaron para engatusar a Cristopher Reeve, que aceptó a cambio de rodar otra película, Street Smart, traducida en España como El reportero de la calle 42, además de poder participar en el guion y en la dirección de la segunda unidad de la película. Tras las negativas de Richard Donner, Wes Craven y Paul Verhoeven, la dirección fue a parar a Sidney J. Furie, que tuvo un pequeño éxito con la película Águilas de acero. El elenco técnico estaba compuesto por algunos de los mejores profesionales de Hollywood y el rodaje estaba previsto en los estudios Elstree en Inglaterra, donde se rodó Star Wars. Con estas credenciales, Superman IV iba a ser una producción excitante, que mejoraría en mucho la relativa decepción de Superman III y Supergirl unos años antes.

Pero todo fue un desastre. Debido a varios reveses financieros en la Canon, Golan y Globus rebajaron el presupuesto de Superman IV a 17 millones de dólares. Muchas de las áreas de producción se vieron afectadas, principalmente la de efectos especiales. El ojo clínico de los jefes de la Canon les hizo también trasvasar más presupuesto en su película sobre los Masters del universo, proyectada precisamente en la anterior edición de la Cutrecon, la que creían que tenía más gancho comercial, en perjuicio de la de Superman. Evidentemente, Masters del universo fue un desastre descomunal, empujando más aún al precipicio a la entusiasta productora.

Así, ante la rebaja salarial de los integrantes de la producción, todos los profesionales de efectos especiales se apearon del proyecto, quedándose Harrison Ellenshaw como principal responsable de este apartado. El resultado fue una de las películas más divertidas basadas en lo absolutamente hilarante de estos efectos especiales. El croma de este Superman es demencial, en especial el romántico y típico vuelo de Superman con Lois Lane. Ahora resulta que el hombre de acero puede construir muros con su visión de rayos, y tiene felices ocurrencias como tapar un volcán en erupción colocando una piedra gigante sobre el cráter. Uno de los malos de la película, Nuclear Man, es un villano glam que parece un integrante de Locomía, cuyas uñas doradas merecen un artículo aparte. Sus secuencias de acción y peleas con Superman resultan cómicas. Las escenas están repetidas, la trama no se entiende, en parte porque la falta de presupuesto recortó la duración de la película solo hasta los 90 minutos.

Pese a todo, y esa es la magia de la mirada del cine cutre, el film se torna inspirado y ameno de ver. La cinta tiene ritmo, y al igual que el Batman de Adam West, la trama es muy loca y adictiva. Cada toma parece ser más audaz que la siguiente, y la poca vergüenza fílmica se torna en osadía y pasión hacia el cine de entretenimiento. Y es que el festival tiene un ojo clínico con la selección de películas, obras de arte de la basura que fluctúan en el mercado entre el bodrio más espantoso y la mayor historia fílmica jamás filmada. Así es Superman IV, una mala película, pero divertida de ver. Y afortunadamente no muy larga.

El multiverso de la Cutrecon XII

La edición de este año arranca en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid con la proyección de El Capitan trueno y el santo grial. La representación española se encuentra profusamente representada por Supersonic man y Tuno negro (a la que algunos apodan Truño negro). También hay una sesión especial de la factoría Troma capitaneada por la icónica Toxic Avenger. Completan el programa algunos mockbuster como El increíble Bulk o Tortugas ninja contra transformers, ambas cintas carentes de cualquier vergüenza y, por supuesto, de pago de derechos. Uno de los desastres más sonados de taquilla de la historia, Howard the Duck, también tiene su espacio, y así hasta completar un programa con más de veinte películas que pondrán a prueba los superpoderes del público para no salir volando, aunque sea en un mal croma.