1917 y su plano secuencia se han convertido en la tendencia de los Oscar 2020. Más allá de sus méritos en otros campos, la película es todo un fenómeno en sí mismo a ojos de todo aficionado a la fotografía cinematográfica. ¿Cómo grabaron esta escena? ¿Cómo han colocado la cámara en un punto y luego en otro? La cinta de Sam Mendes es, a su vez, un divertido juego para aquellos que no solo piensan en quien se pone delante del objetivo, sino también en los que se sitúan detrás.
En estos casos, el encargado de fotografía se convierte en autor de la película tanto como el propio director. Es lo que ha ocurrido con Roger Deakins, que ya trabajó con Mendes en Skyfall, Revolutionary Road o Jarhead. “Su labor es esencial”, explicó el propio cineasta a eldiario.es.
No significa que la fotografía de 1917 haya sido más difícil por el hecho de estar grabada en plano secuencia. Un título puede ser igualmente complejo sin necesidad de ello, como ya se encargó de reflejar el año pasado Robbie Ryan con La favorita y sus planos imposibles con ojo de pez. Sin embargo, la elección de esta metodología sí que implica ciertas particularidades.
Pero, al contrario de lo que se podría pensar, 1917 no está grabada sin cortar en ningún solo momento como sí ocurre con Victoria (2015). Según contó Deakins en una entrevista a The New York Times, los días de rodaje ascendieron a 65 y el plano secuencia más largo, en realidad, es de “solo” unos siete minutos. “También hicimos tomas muy cortas que eran pequeñas piezas de costura”, añadía el fotógrafo.
1917 es, por tanto, un rompecabezas visual “cosido” en el montaje para dar la apariencia de plano secuencia, tal y como ha ocurrido con tantas otras, como Birdman. Pero, entonces, ¿cómo logran engañar a nuestros ojos? Hemos contactado con Nuria Roldós, vicepresidenta de la Asociación Española de Directoras y Directores de Fotografía (AEC), para intentar desvelar algunos de los trucos que Deakins esconde bajo la manga.
Pasando la cámara tras un elemento
En ocasiones contemplamos cómo la cámara se sitúa detrás de los soldados o que emerge a través de rocas, un recurso que, aunque lo parezca, no es gratuito. Hitchcock ya empleó esta técnica en La soga para ocultar los cambios de bobina cada 10 minutos, y aquí Deakins lo repite, aunque es cierto que las limitaciones hace ya tiempo que dejaron de ser técnicas. En 1917 sucede, por ejemplo, justo antes de que el soldado salte la trinchera para correr contradirección al resto de su ejército, ya que se trata del plano secuencia más importante del filme y convenía iniciarlo desde cero, no partiendo de otro anterior.
“La altura, la distancia del objeto, la óptica usada… Todo tiene que ser clavado entre las dos tomas que se van a unir. Ahora cuando ruedas algo hay tanta información que puedes saber fotograma a fotograma todos estos datos, y por tanto al siguiente día ya tienes todo lo necesario para iniciar la grabación justo tal y como se terminó la anterior”, explica Roldós.
La experta añade que para ello el director de fotografía tiene un monitor con dos imágenes: a un lado está la antigua y al otro el tiro de cámara reciente, el que busca imitar. Entonces, lo siguiente es ajustar milimétricamente diferentes parámetros, tales como el ángulo de la cámara o la luminosidad de la escena, hasta que ambas sean prácticamente calcadas.
Entrando en una zona oscura
Quizá el momento más evidente es cuando los dos protagonistas de 1917 entran en un búnker alemán abandonado y, de repente, la cámara pasa a negro hasta que encienden las linternas. Esos dos segundos hasta que se hace la luz son suficientes: el realizador ya ha tenido oportunidad de cortar el plano.
“Además, los parámetros de la cámara para iluminación exterior e interior son distintos. Realmente está muy bien jugado, porque las necesidades técnicas están integradas con las acciones de los actores. Si te fijas, incluso cuando no puedes ver la imagen oyes la respiración de ellos y ni siquiera con una pantalla en negro te saca de la película”, destaca la vicepresidenta de AEC.
Con un barrido
Otro de los métodos utilizados para cortar en mitad de plano es el barrido. Se produce cuando la cámara se mueve rápidamente de un elemento a otro, tan rápido que no podemos vemos claramente qué ocurre en pantalla mientras se realiza dicha acción. En esos microsegundos de imagen difusa es cuando se corta.
“Aquí también interviene la luz y la textura de unir un barrido con otro. Si lo miraras fotograma a fotograma igual verías dónde está el corte, pero como todo ocurre tan rápido normalmente ni siquiera lo ves. Posteriormente en edición puedes hacer que los colores y otras características se asemejen entre sí para que no de la sensación de salto. Además, precisamente en películas bélicas el movimiento puede ser un punto a favor”, aprecia Roldós.
Enfocando un elemento fijo
En algunas ocasiones, la lente de Deakins también se detiene enfocando elementos fijos como carteles o el propio cielo. Es una técnica muy parecida a la primera: basta con enfocar un objeto al que no le afecte el paso del tiempo y al día siguiente de grabación intentar encajar los dos planos al máximo. Obviamente no vale centrarse aquellos objetos como un cigarro, probablemente uno de los máximos enemigos de los directores de fotografía y los encargados de continuidad.
Además, según la experta en fotografía del AEC, hay que tener otro aspecto en cuenta: el atmosférico: “No podían rodar si no estaba nublado, porque este tipo de clima ayuda a no tener un contraste tan fuerte en el plano para así conseguir una uniformidad más agradable en pantalla y para la posterior edición. Por suerte está grabada en Escocia e Inglaterra, donde la luz por lo general suele encajar bastante con estas características”.
De forma digital
No hay que olvidar que 1917 es una gran producción (con el presupuesto que ello conlleva) y que, aunque muchos trucos se siguen haciendo de la forma tradicional, otra gran parte se han realizado gracias a un equipo de posproducción encargado de encajar milimétricamente escena por escena para que nada perturbe la mirada del espectador.
Muestra de ello es la escena en la que el soldado protagonista huye de los alemanes y opta por lanzarse al agua. ¿La realidad? Allí no había ningún río, sino que cayó sobre unas colchonetas y el resto fue añadido por ordenador. “Digitalmente lo que hacen es separar todos los elementos. De esta manera pueden poner el fondo que quieren y hacer que el personaje parezca que se tira al agua mientras la cámara acompaña la acción. Aquí el montaje es milimétrico, porque un fotograma más o uno menos puede revelar el truco”, afirma Nuria Roldós.