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Entrevista

Todd Field, director de 'Tár': “El poder no tiene género, el poder siempre corrompe”

Javier Zurro

26 de enero de 2023 19:53 h

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Todd Field llevaba 16 años sin dirigir. Su llegada a Hollywood fue triunfal. Aquel actor que interpretaba al pianista de Eyes Wide Shut demostraba un talento descomunal como realizador. Con su ópera prima, En la habitación, logró que una película independiente, fuera del radar de los grandes estrenos, se convirtiera en la joya del año y llegó a estar nominada al Oscar. Su segunda película fue un salto en ambición. Adaptó un libro de Tom Perrota y fichó a Kate Winslet para Juegos secretos, una afilada mirada a la hipocresía de la burguesía de Estados Unidos. Otra obra alabada por los críticos y reconocida en los Oscar con tres nominaciones. Y desde entonces… nada. Han pasado 16 años y Field no había vuelto a dirigir una película ni una serie.

En este tiempo se le había vinculado a varios proyectos, pero todos se fueron cayendo por el camino. De repente, tras la pandemia, se anunció su esperado regreso, y lo hizo de la mano de Cate Blanchett, figura fundamental en Tar. Ella da vida a una directora de orquesta que ha triunfado en un mundo de hombres… convirtiéndose en uno. Un filme sobre los abusos de poder —hay hasta mención a Plácido Domingo— inteligente, afilado, nada complaciente y que ha logrado seis nominaciones a los Oscar. Un nuevo logro para un director que no debería estar otros 16 años sin dirigir.

Han pasado 16 años desde que dirigió su anterior película, Juegos secretos, ¿por qué ha pasado tanto tiempo sin dirigir?

Nadie me dejó hacer una película. Quiero decir que yo lo he intentado. Tuve muchos intentos que estuvieron cerca, por así decirlo, pero que finalmente no sucedieron ni por el presupuesto ni por otras razones. Y también tenía un niño pequeño en casa y pensé que tal vez sería mi última oportunidad de criar a un niño. Así que lo hice. Esencialmente, lo que he hecho fue trabajar en publicidad, por lo que he seguido dirigiendo. He estado dirigiendo durante 16 años, pero no he estado dirigiendo películas.

¿No le tentaron con cosas de las que no estaba convencido pero eran ofertas que le hicieron pensárselo?

No, prefiero trabajar en publicidad. En la publicidad no hay pretensiones. Son como pequeñas películas muy cortas que estás haciendo con los mejores técnicos de cine de todo el mundo y con el mejor equipo. Las haces muy rápido. Existe la satisfacción de completar algo muy rápido, porque para trabajar en una película que te va a llevar un gran período de tiempo debes creer que vale la pena. Cualquiera que acepte una película, que significa más de un año de su vida, solo por dinero…. Eso no soy yo. Yo no hago películas por dinero. No empecé a hacer películas por dinero, preferiría permanecer como un cineasta amateur y de hecho, me considero un cineasta amateur si eso significa que lo haces solo por amor. No quiero ganarme la vida haciendo películas. Te quita demasiado tiempo. Este proyectó me llevó dos años y fue un proyecto muy desafiante en el que trabajar, pero no lo hice para ganarme la vida. Siendo honesto, para eso me hubiera quedado mejor en la publicidad. La pregunta para hacer una película es: ¿eres capaz de renunciar a dos años de tu vida?, ¿puedes estar lejos de tu familia tanto tiempo?, ¿puedes, y más a esta edad, sobrevivir a un largo rodaje? Porque es algo que físicamente castiga mucho, donde no te cuidas mucho y donde trabajas muchas horas.

¿Cuándo se dio cuenta que Tár merecía todo ese sacrificio?

Bueno, es que realmente no quería hacerla… Yo la escribí. La escribí a principios de marzo de 2020, al comienzo de la pandemia. Y solo lo escribí porque me dijeron que escribiera lo que quisiera. La escribí por escribir algo porque no había nada más que hacer. No podíamos salir de casa. Además, vivíamos con mi suegro, que era mayor. Todos nos cuidábamos unos a otros y tratábamos de hacer las compras. Acuérdate cómo era en Madrid, era un espectáculo de terror, todos estábamos confinados. Así que tenía que hacer algo y alguien estaba dispuesto a pagarme, pero cuando la entregué, nunca pensé que quisieran hacerla. Es que esta no es una película para EEUU. Es absurdo que hayan dicho que sí. Yo les decía: ¿estáis seguro de que queréis hacerla? Porque yo no estaba seguro de querer hacerla. Luego, cuando Cate dijo que quería hacerla ya fue como, vale, está bien, sí, quiero hacerlo, porque este guion lo había escrito para ella.

No no hago películas por dinero. No empecé a hacer películas por dinero, preferiría permanecer como un amateur, de hecho me considero un cineasta amateur

¿Cómo de importante fue Cate Blanchett para financiarla y para decir que si finalmente?

La escribí con ella en la mente, así que si hubiera dicho que no nunca la hubiera hecho, así de claro.

Tár es una película que habla del abuso de poder, ¿cree que esta película se podría haber hecho antes de la llegada del Me Too?

Sí, por supuesto. La gente ha abusado del poder desde tiempos de los griegos, incluso antes. La diferencia es que normalmente lo examinamos a través de la lente del poder patriarcal, pero el poder corrompe. Creo que cualquiera que tenga el poder se corrompe. El poder no tiene género, cualquiera que lo tenga probablemente será corrompido por él.

Habría sido más fácil poner a un hombre como personaje principal. Quizás también menos interesante y menos complejo.

Sí. No creo que me hubiera interesado hacer eso, porque ya sabemos cómo se supone que debemos sentirnos al respecto. Creo que esos son juicios fáciles en lugar de preguntarse cómo se supone que debes sentirte con respecto a un personaje y, en consecuencia, invertir más tiempo en hacerte ciertas preguntas sobre el poder en sí mismo, en lugar de si es masculino o femenino.

¿Por qué decidió situarlo en el campo de la música clásica?

Si piensas en una estructura piramidal o triangular… esa figura es una orquesta. Con el director sentado en la parte superior, y donde se ven claramente las líneas de división entre los músicos y él. Es equivalente a tener un dios griego lanzando rayos desde el Olimpo. Es algo fácil de asimilar sin tener que explicarlo mucho. Si el personaje hubiera estado al frente de una empresa de energía o de una corporación multinacional o algo así no hubiera sido tan interesante.

También es un mundo donde casi todos son hombres y hay muy pocas mujeres. Es una industria muy patriarcal.

Lidia Tar está obsesionada con el poder patriarcal, pero desdeña a la mujer contemporánea, les dice que ya no hay ningún problema de igualdad y que todo es más fácil ahora, lo cual es tremendamente egoísta por su parte, pero ella piensa todo el rato en hacer historia, y la historia es patriarcal. Ahí tienes a Von Karajan, Bruno Walter… Todos son personajes masculinos, así que ella desdeña a cualquiera en su disciplina que sea una mujer, lo cual es absurdo porque hay pioneras en la dirección de orquesta que han tenido muchísimos problemas y todavía los tienen. Me gustaba esa contradicción en ella y la idea de que ella no sea capaz de echar una mano y decir a las mujeres, venid conmigo. Ella dice que lo hace, pero no lo hace.

¿Tuvo la tentación de ambientar la película en la industria del cine?

No, pero este personaje nace, sin ningún tipo de duda, de mi experiencia en la industria del cine.

Al final de la película se descubre el pasado de Lydia Tar, y eso nos lleva a un tema que no había aparecido en la película, la clase social, la traición a su propia clase, ¿es más difícil triunfar en el mundo del arte si se viene de clase obrera?

Sï, en el filme hay una cuestión de clase. Hay personas que previenen de orígenes muy diferentes en la música clásica, y alguno incluso viene de orígenes modestos, pero al final la cuestión es que una persona joven debe estar expuesta a la música clásica o a cualquier tipo de arte. ¿Cómo sucede eso si tus padres no lo hacen?, ¿cómo encuentras un camino en cualquier disciplina que no sea eminentemente parte de la clase trabajadora? Siempre hay excepciones a esas reglas, claro. A menudo pienso que las personas que aspiran a cosas muy grandes provienen de circunstancias que les desafían porque solo este tipo de personas tiene la valentía de escalar montañas que son demasiado altas, mientras que muchas personas que nacieron en las laderas de esas montañas ni siquiera intentan escalarlas porque saben que es desalentador.

Me gustaría preguntarle por la escena final. Por un lado, vemos la caída de Lydia Tár, por otro sigue trabajando y conduciendo una orquesta, lo que nos lleva a pensar que la cultura de la cancelación no existe realmente, ¿que opina usted al respecto?

Bueno… ella tiene un instrumento, y su instrumento son los seres humanos. Para ella, la única tragedia sería no tener ya ese instrumento.

La película está contada con planos muy largos, sin cortes, ¿por qué decidió esta puesta en escena?

Era importante que fuera el personaje principal quien controlara el tiempo, aunque está a punto de perder la capacidad de hacerlo, pero ella piensa que lo controla, que es la que pone en marcha el reloj. Es una cuestión de tiempo. Por ejemplo, en la escena de la discusión con el estudiante, ella coloca al estudiante en una posición de vulnerabilidad, porque es ella la que tiene el poder. Todavía lo tiene, pero está a punto de perderlo, y es la primera vez que la vemos de pie en la película. Es la primera vez que la vemos caminar en la película. Me parecía importante que ella controlara el tempo, su movimiento, así que por eso lo hicimos.

Este año el cine al que pertenece Tár, un cine adulto, para un público cinéfilo, no ha funcionado en taquilla, ¿le preocupa el futuro de este tupo de películas?

Sí, y creo que no se ha hablado lo suficiente de esto. Creo que hay una razón por la que estas películas no están teniendo público en EEUU. Allí, históricamente hablando, durante el cuarto trimestre el 80% del público que iba a las salas tenían entre 40 y 70 años, tenía al menos un título universitario y el 75% eran mujeres. Si miras las encuestas a la salida del cine de esta película o Los Fabelman, o Till, la gente que ha ido tiene entre 24 y 36 años, y ese no es nuestro público. O no la parte más significativa de nuestro público. ¿Y por qué ese público no está viniendo? Pues porque durante la pandemia el 40% de las salas de cine cerraron, así que muchos no tienen donde ver una película. Yo pertenezco a ese tipo de público, y si pienso en mi caso, yo no voy a ir a una multisala. No voy a ir a un cine donde tengo a Marvel en todos los sitios. No voy a ir a un cine donde las sillas estén rotas. No lo haré. Soy demasiado viejo para esa mierda. Tuve hace poco una conversación con la gente de Fox Searchlight en los Ángeles, y también la he tenido con Focus sobre cómo hacer que este tipo de películas tengan un futuro y que no desaparezcan de las salas. Tenemos que hablar de esto, y creo que la solución pasa por encontrar la forma de abrir esas salas de nuevo. Las películas están ahí, pero esos sitios no han vuelto. Será interesante qué pasa en Europa, porque en Berlín o Londres hay cines buenos que siguen abiertos y con suerte más personas podrán ver este tipo de películas.