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El cineasta nos ha convertido en esclavos de los calendarios, marcando en rojo la fecha en la que poder visionar el proyecto que cada año se da cita en las carteleras. Ha ahondado en los formatos más inverosímiles del humor, ha recorrido Europa con un particular tour que nos ha transportado desde la pantalla a Italia, París o Barcelona e incluso se ha atrevido con el cine negro en más de una ocasión. Pero si algo caracteriza al sello de la casa Allen es su compleja manera de tratar a los personajes femeninos. El llamamiento del séptimo arte en este 2013 recupera el monopolio de la película con el rostro de una mujer fuerte y vulnerable a la vez. Ella es Jasmine.
Cate Blanchett se une a este dilatado número de actrices que han hecho que la filmografía de Woody y la parte más perturbada y entrañable de la mente femenina sean un solo ente fusionado. ¿Musas? Él siempre lo niega, pero lo cierto es que crea y escribe sobre mujeres, para mujeres y por las mujeres. A lo largo de los años se ha ido construyendo una pirámide del cromosoma X en la filmografía del director, y en la cúspide solo se encuentra un privilegiado grupo que ha conseguido posicionar su nombre en los créditos en más de una ocasión.
Las elegidas
La actriz Mia Farrow se convirtió en embajadora indiscutible de esta marca femenina. Los personajes sensibles y de cierta fragilidad conforman el amplio abanico interpretativo que ambos protagonizaron tanto dentro como fuera de la pantalla. Su romance rompió las barreras del celuloide y se transformó en doce años de relación y una familia más que numerosa. De todas formas, desde hace algunos años, hemos asistido a un festival de declaraciones cruzadas y escándalos que han copado las rotativas de la prensa rosa de todo el mundo. Mia podrá tener diferencias personales irreconciliables con Allen, pero le tiene que agradecer el haber protagonizado una cantidad ingente de buenas películas en tan poco tiempo. En la década de los 80 y 90, Woody Allen quedó impactado con la dulzura y fragilidad de Mia y con su espíritu profesional. Le puso en las manos doce papeles arrebatadores a forma de dádiva como el de la apaciguadora en Hannah y sus hermanas, la conservadora Alice y la cinéfila soñadora en La rosa púrpura del Cairo.
La química que sentía el director con Diane Keaton queda de manifiesto en la historia que Allen escribió como recuerdo de su relación. Annie Hall es una neurótica y “polimórficamente sensible” mujer, capaz de conquistar a todas las generaciones desde que en 1977 volviese loco a Alvy Singer. Su andrógino estilo de vestir y ese carácter independiente y urbanita hicieron del guión una declaración de amor pública. Cinco en total son las películas que realizaron juntos, cinco veces que nos hicieron vibrar con esa conexión entrañable y alocadamente inteligente. Después de un periodo de alejamiento, volvieron con Misterioso asesinato en Manhattan para hacer las delicias de los incondicionales de este tándem, que somos muchos.
Al hablar de las inspiraciones de Woody o de sus actrices fetiches, la doblemente 'oscarizada' Dianne Wiest es una de las grandes eclipsadas. Pero no debemos olvidar a la que fuese la personificación de los repartos del cine de Allen en los años ochenta. Su colaboración fue más que sólida durante esos años y ha dejado una huella imborrable, concretamente sobre la alfombra roja de la Academia de Hollywood. Recordamos especialmente a Holly, la hermana nerviosa y damnificada de Hannah, y a la histriónica y fabulosa Helen Sinclair en Balas sobre Broadway. A pesar de sus apariciones fugaces y secundarias en la pantalla, Wiest nos atrapa y demuestra con destreza que Allen no la puso ahí por casualidad.
En esta última etapa productiva del director, Scarlett Johanson se ha apoderado del codiciado papel de musa por varias razones. La primera y principal es que se relaciona con su figura la que muchos dicen que es la única película sobresaliente del Allen del siglo XXI. Con Match Point el público y la crítica laurearon el buen hacer del director, después de unos años que estuvieron lejos de ser los más destacados de su industria. Tanto en esta como en Scoop o Vicky, Cristina, Barcelona, Scarlett interpreta al pecado original en sí mismo, atractiva pero compleja y en parte manipulable. Se han sucedido los titulares entrecomillados con piropos constantes hacia la fisionomía y talento de la actriz por parte de Allen. Una demostración más de que el caballero, para la gran pantalla, las prefiere rubias.
Es cierto que Penélope Cruz no puede enorgullecerse de haber participado en las mejores cintas de Allen. Pero lo que no se puede negar es que ese carácter histriónico que la actriz española imprimía a las soporíferas A Roma con amor y Vicky, Cristina, Barcelona era una luz al final del túnel. La desatada y celosa María Elena o la prostituta Anna son dos de los secundarios con más empaque y personalidad que ha creado el cineasta neoyorquino.
El incontable recurso de la femineidad de Allen
El anterior es solo un pequeño esbozo de las grandes mujeres, imaginarias y reales que han destacado en la fábrica de sueños de Woody Allen. Pero hay muchas más que echamos de menos. Como aquella inocente y frágil Lolita que interpretaba Mariel Hemingway en Manhattan; o la seria y madura presencia de Gena Rowlands en Otra mujer; o el fantástico plantel de Maridos y mujeres, en el que Judy Davies sobresalía abanderando un nuevo arquetipo femenino; o Louise Lasser y su papel de activista radical en Bananas; o la Poderosa Afrodita que fue Mira Sorvino...
Además, Helen Hunt, Drew Barrymore, Uma Thurman, Meryl Streep, Anjelica Huston, Rachel McAdams o Naomi Watts son algunas de las estrellas que han brillado alguna vez ante una de las cámaras más deseadas de Hollywood.
La decadente dama de la alta burguesía, a la que pone rostro y voz Cate Blanchett, seguro que ha puesto los dientes largos a más de una de las actrices del panorama actual. Habrá varias candidatas que vendan su alma al diablo por apuntar en su filmografía un “... a las órdenes de Woody Allen”. Con el regreso del director a su nostálgica San Francisco, queda también confiar en que los siguientes proyectos recuperen su sabor más femenino. Musas. Ya sean nuevas o recicladas.