Cómo se dibuja una viñeta de Forges
La respuesta a esta pregunta es fácil: no lo sabemos. Era frecuente que periodistas y admiradores preguntasen a Forges cómo se le ocurrían los chistes. Las respuestas del humorista siempre fueron un poco enigmáticas. Nosotros no somos ni expertos ni únicamente admiradores pero tenemos la ventaja de haber vivido tanto con Antonio Fraguas de Pablo como con Forges, así que podemos contar lo que vimos e intentar responder así a unas cuantas preguntas.
¿En su vida privada Forges era gracioso todo el tiempo?
Sí y no. No conocemos a todos los seres humanos, pero con seguridad Forges era más gracioso que nuestra media conocida. Si definimos gracioso como alguien que está siempre contando chistes, pues tampoco. Forges no recurría a los chistes todo el rato, aunque los contaba bien y le gustaban muchos que no eran suyos. Aunque no era gracioso sí era ocurrente y original y el humor era su forma de enfrentarse a la vida. En cualquier situación podía salir con un comentario, un gesto o una muletilla de las suyas que desencadenaba las carcajadas de los presentes. En una ocasión, hacia el final de su carrera, le hicieron una pregunta directa: “¿Por qué se dedicó al humor?” La respuesta enmudeció al auditorio: “Porque sufro mucho”.
El humor hace soportable la vida. Es como una especie de revancha ante los reveses cotidianos; una llave que abre los grilletes que aprisionan al común de los mortales: las responsabilidades, las hipotecas, los jefes, los bancos, los poderosos, las insidias. Forges trabajó 19 años como funcionario en TVE. Cualquiera hubiera pensado que después de tanto tiempo en una misma empresa ese sería su destino. Pues no: se zafó del destino a través del humor.
¿Qué es el humor?
Consideraba que el humor era como 'una nube mental común' a todas las personas. El humorista, según él, es alguien que 'baja a la tierra' elementos de esa nube mental común. Forges desafiaba el concepto tradicional de autor. Digamos que él se quitaba mérito: si la gente se ríe es porque, en realidad, conoce de antemano esos elementos 'de la nube', aunque no sea consciente de ello hasta que el humorista se los pone delante. El humor, según Forges, es algo parecido a una lengua. Es común, todos sus hablantes la conocen y, entre ellos, hay algunos que dicen cosas que nunca antes se han dicho o no se han dicho de cierta forma y las comparten con los demás. De alguna manera Forges se veía a sí mismo como un canalizador, un médium. Era capaz de concretar y cazar sensaciones que habitualmente cruzan por la mente de casi todo el mundo. Su talento era como un cazamariposas: sus viñetas, una especie de colección de entomólogo.
¿Cómo es posible que se le ocurrieran chistes todos los días?
A veces iba conduciendo, o estaba viendo la tele o haciendo cualquier cosa y rompía a reír. Había cazado una mariposa: se le había ocurrido un chiste. Las fuentes de inspiración eran diversas: su vida cotidiana, la observación del comportamiento humano, la radio (siempre la radio), la televisión, los libros, las películas. Le gustaba estar informado o, mejor dicho, lo necesitaba para trabajar. De alguna manera se consideraba también un periodista, aunque en pocas ocasiones trabajó en una redacción.
¿Dónde y cuándo dibujaba?
Forges dibujaba sobre cualquier superficie horizontal. Generalmente sobre una mesa. Primero en un buró, luego en un tablero de delineante; luego, en otro tablero más grande, que apenas inclinaba. Durante años alquiló estudios donde iba cada mañana para no oír la aspiradora matutina, pero siempre tenía un lugar para dibujar en casa. En sus últimos años dibujaba en el comedor, en mitad del salón, para estar en el meollo. Se sentaba a trabajar en cualquier momento, generalmente vespertino. Nunca de noche, porque era madrugador. Tampoco a la hora de la siesta, de veinte minutos e irrenunciable. Respetaba escrupulosamente los horarios de comidas y cenas.
¿Cuánto dibujaba?
A veces un único chiste al día, pero lo normal era que tuviese varios proyectos entre manos como ilustraciones para libros, exposiciones, preparar una conferencia, guiones de radio, de tele, una colaboración para alguna ONG. Así que el trabajo de Forges no era solo dibujar chistes. Cuando se sentaba a dibujar, solía aprovechar para hacer más de una viñeta. Si era en vísperas de vacaciones y quería descansar unos días podía trabajar a destajo y hacer un buen montón de viñetas en una sola jornada.
Además, garabateaba muy a menudo: mientras hablaba por teléfono, en una sala de espera, durante alguna reunión. Tenemos decenas de libretas, sobres, facturas, listines de teléfono, variopintos papeles y libros con trazos de personajes de Forges: animalillos, cabezas de personas, frases surrealistas, espadas, 'firulillos del concatene', cualquier cosa.
¿Por qué hay tantos inéditos?
Un chiste puede acabar sin publicar por varios motivos. Uno, porque el autor no lo considerase adecuado. En las pocas horas que transcurrían desde que Forges enviaba una viñeta al periódico hasta su publicación, podían suceder acontecimientos que, o bien hacían el chiste obsoleto, o bien lo hacían inadecuado. Él mismo decidía si un chiste era inadecuado. Por contrato, ningún responsable de ningún medio le podía obligar a modificar una viñeta. En caso de que decidiera que había que 'levantar' el dibujo (retirarlo, en argot periodístico), enviaba otro de inmediato. Esos chistes 'levantados' constituyen buena parte de los inéditos, pero no son los únicos.