Cristina Peri Rossi, en la voz de Cecilia Roth: “He intentado vivir como 'doña Quijota', desfaciendo entuertos”
El paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares ha vuelto a acoger este viernes la entrega del Premio Cervantes, tras la pausa por la pandemia, a la que no ha podido acudir Cristina Peri Rossi debido a su estado delicado de salud.
El acto, en una mañana tercamente lluviosa, que ha contado con la presencia del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso y los reyes de España, se ha iniciado con la intervención del ministro de Cultura Miguel Iceta quien ha subido al atril con una copia de La insumisa, donde ha afirmado que “la niña rebelde y rara” que fue la escritora hoy sigue siendo así, definida por tres palabras: “exiliada, mujer, lesbiana”.
Miquel Iceta ha señalado “el erotismo y la voluptuosidad, considerando el distanciamiento irónico que la caracteriza” y ha recordado las emblemáticas palabras de la propia Peri Rossi: “Mi casa es la escritura”, una metáfora que ha sobrevolado a lo largo de todo el acto. El ministro de la cartera cultural ha recorrido minuciosamente su biografía, jalonada por sus exilios —“se ha mudado en más de 25 ocasiones”—, y enlazada entre sus obras. “En Peri Rossi las palabras son conjuros que crean las cosas en complicidad con un lector que se enoja y se rebela correspondiendo con su propio deseo”, ha dicho, y ha recordado una definición emblemática que afirmó otra Premio Cervantes, Elena Poniatowska: “escribe corriendo riesgos sin tener red debajo”.
Roth, emocionada
La actriz hispanoargentina Cecilia Roth esperaba y escuchaba atentamente las palabras del ministro antes de salir a recoger el collar y la escultura que simbolizan el premio y, en su papel de representación, ha leído un texto escrito por la autora, en primera persona, que comienza situando su nacimiento en Montevideo (Uruguay) en 1941, mientras sucedía una guerra en Europa. “Los motivos de las guerras me parecían los mismos: el ansia de poder y la ambición económica, algo típicamente masculino”, dice.
Peri Rossi alude en su discurso a las tres primeras lecturas que le marcaron de pequeña: Diario de Ana Frank, Máximo Gorki y El Quijote de Cervantes, el cual leyó “con un diccionario en la mano” y el que le pareció “el más dificil de asimilar” de todos, pues nunca había leído un libro con “un loco como protagonista” dedicado a “desfacer entuertos”. La escritora se enojaba con el propio Quijote por confundir molinos con gigantes pero destaca que cuando llegó a los capítulos XII, XIII y XIV le llamó la atención el discurso rebelde de la pastora Marcela. “Cervantes desacraliza la belleza como atributo femenino y convierte a Marcela en una heroína clásica. Como reacción a los hombres que quieren dominarla, ella renuncia del mundo”, explica, y recuerda que “posteriomente Marcela es acusada de frígida y hermética por no ausmir el rol que le impone la sociedad patriarcal”.
Como ya había recordado el ministro, Cecilia Roth, encarnando con su voz a la propia Peri Rossi, volvió a aludir a la anécdota de cómo el tío de la escritora, gran conocedor cervantino pero que en cambio nunca le habló del personaje de Marcela, fue quien le advirtió de que “las mujeres no escriben y que cuando escriben se suicidan, como Safo, Virginia Woolf y Alfonsina Storni”. “Tuve claro que, como Marcela, en una sociedad patriarcal ser mujer e independiente era algo raro que se escuchase”, añade.
La literatura como compromiso y anticipación
Peri Rossi alude con dolor a las circunstancias de su exilio: “Mis libros y hasta la mención de mi nombre fueron prohibidos, salvé la vida milagrosamente y vine a parar a España, donde otra dictadura oprimía la libertad” pero, a pesar de ello, toda su vida la ha “intentado vivir como 'doña Quijota', dedicada a desfacer entuertos y luchar por la libertad y la justicia”.
Más adelante de su discurso ha vuelto, como al principio de él, a la guerra, gran tema de nuestro más inmediato presente. “El siglo XX comienza con una guerra global y acaba con una local en los Balcanes”, advierte y recuerda la cita de Paul Valéry: “La guerra es una mascre de personas que no se conocen en beneficio de personas que se conocen pero no se masacran”.
Para finalizar su discurso, la autora ha vuelto a reflexionar sobre el papel de la literatura. Ha aludido a ella como compromiso y también como anticipación: “Me he sentido como Casandra en la Eneida vaticinando un futuro y unos peligrosos que otros no veían”, ha dicho, advirtiendo que “la vida puede ser una tragedia o un drama pero se puede satirizar”, y es que el humor o la ironía es un punto clave de su literatura. Y, sobre el lugar de la escritora o el escritor, ha dicho: “Mientras unos se hacen ricos, otros nos dedicamos a expresar los sueños y fantasías de los seres humanos” y también a “consignar el presente y vaticinar el futuro”. “Las palabras son espectros, piedras, abacadabras”, escribió en un poema. Leyendo a otros poetas como Luis Cernuda o César Vallejo, confirmó las palabras que le decía su madre: “Cuanto más sabemos, menos sabemos”.
Para finalizar el acto, Felipe VI lamentó la ausencia de la escritora y afirmó que “[el exilio,] la experiencia más dolorosa de su vida, fue también las más enriquecedora” y ha dicho que su voz siempre ha estado “en defensa de los vulnerables”. El rey ha aludido también a la influencia de la pintura y de la música en su escritura y la querencia de la autora, como lectora, por los microrrelatos pero como escritora por los relatos. Ha destacado el “humor y la ternura” de su obra que se mueve sobre el eje de “la condición humana y sus vicisitudes”, llamando la atención por el cuidado que Peri Rossi pone tanto en los títulos como en los arranques y los finales. Y ha finalizado dándole las gracias “por sortear, en la vida y en la literatura, los senderos trillados”. “Y por abrirnos las puertas de tu casa”, ha añadido.
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