Digital o precaria: el avance de la cultura española depende del dinero de Europa

Peio H. Riaño

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La Fundación Alternativas acaba de hacer público su informe anual sobre el estado de la cultura en España y señala la caída del empleo cultural que ya adelantó este periódico hace meses: los datos de la EPA del primer trimestre de 2021 indican un total de 675.600 puestos de trabajo en el sector de la cultura, es decir, más de 35.000 empleos destruidos. Aunque algunos sectores han incrementado su actividad en el confinamiento debido a los cambios de hábito, “la actividad cultural ha sido una de las más afectadas por el confinamiento”, indica Inma Ballesteros, la directora del extenso informe que recorre las particularidades de cada disciplina con especial detenimiento en el sector editorial.

Antes de emprender cualquier modernización del sector, la Fundación Alternativas indica la urgencia de desarrollar medidas de protección adecuadas para los trabajadores del sector. Pide continuidad a los trabajos avanzados en la Comisión de Cultura del Congreso y seguir realizando reformas que permitan igualar las condiciones de trabajo en la cultura con el resto de sectores productivos.

“Reiteramos la importancia de reconocer fiscalmente el carácter intermitente del trabajo cultural y desarrollar medidas móviles que permitan la tributación justa de las rentas irregulares, así como reconocer las necesidades específicas de los creadores para garantizar coberturas sociales adecuadas a su realidad”, indica Ballesteros. Miquel Iceta, ministro de Cultura y Deportes, dio el primer paso antes de las vacaciones.

Inteligencia Artificial cultural

Mientras llega ese ansiado Estatuto del Artista, desde la Fundación Alternativas señalan el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia como la “oportunidad” de la cultura para dejar atrás los estragos provocados por la pandemia del coronavirus. Más que un rescate, el dinero europeo supondrá una transformación. “Las pymes deben fortalecer sus capacidades digitales cuanto antes. Es prioritario”, explica a este periódico Ballesteros.

La digitalización no consiste en derivar el consumo cultural a las pantallas. Ballesteros, que ha estado en contacto con el Ministerio de Cultura en la elaboración de los planes para ayudar al sector, indica que digitalizar es incorporar herramientas a toda la cadena de valor que ayude a la optimización de los recursos, “que siempre son pocos”. Es la llamada “economía del dato”, que sirve para gestionar la organización y la pyme cultural y obtener mayores garantías en el proceso de producción y difusión. El dato hará posible un crecimiento sostenible de las industrias culturales porque podrán identificar las necesidades básicas a cubrir y dónde invertir. Es Inteligencia Artificial aplicada a la gestión de los hábitos de consumo de los públicos.

“Nosotros creemos en el fortalecimiento de las capacidades digitales para garantizar la sostenibilidad del producto y los servicios. La transformación se debe hacer ya. Es urgente. Son pocos años para ejecutar ese volumen de millones”, añade Ballesteros. En total serán 525 millones de euros los que recibirá el sector para gastar antes de que finalice 2023. Suponen el 0,7% del total de la inversión que España recibirá de los fondos europeos. Sin embargo, el BOE todavía no ha visto reflejado ninguna convocatoria de estas ayudas a falta de poco más de tres meses para 2022.

La tarea pendiente

En la presentación del informe en la Feria del Libro estaba la directora General del Libro, María José Gálvez, que ha asegurado que Cultura destinará 42 millones de euros de estos fondos al sector editorial. Tal y como ha explicado, dedicarán 10 millones de euros a comprar libros para las bibliotecas de todas las Comunidades Autónomas, tres millones de euros para la compra de licencias digitales para eBiblio, otros tres millones de euros para la digitalización del patrimonio bibliográfico y 26 millones para modernizar las pymes. De todas las direcciones generales de Cultura la del libro ha sido la única que ha dado datos concretos sobre los objetivos de la inversión de los fondos.

Ballesteros explica que hasta el momento la industria cultural había mantenido una resistencia al cambio. “Se ha retrasado por puro desconocimiento y se ha entendido como no urgente. La pandemia ha provocado la aceleración del proceso y la recuperación viene enfocado a eso”, indica. Se refiere al capítulo 24 de las ayudas europeas, en el que se aclara la digitalización de las industrias del contenido. “Es una necesidad clara que ahora no podemos dejar pasar si queremos ser competitivos”, añade Ballesteros. El caso de los museos es un buen ejemplo, porque la información recogida de los usuarios puede adaptar la oferta a las necesidades de la audiencia o a saber si se están alcanzando los objetivos. Digitalizar para no improvisar.