Eugenio Merino y Darío Adanti planean reírse de Franco

La risa como resistencia de los vencidos contra el poder. Carcajadas de un pueblo subyugado y oprimido que también encontró una trinchera en el humor. Los chistes que un día solo se pudieron escuchar entre susurros y que disparaban contra Francisco Franco resucitan este 20 de noviembre, pistoletazo de salida a los 50 años de la muerte del dictador en 1975 y el comienzo del retorno de los Borbones a la Jefatura del Estado. Chistes contra Franco es la acción teatral comandada por el artista conceptual Eugenio Merino y el humorista Darío Adanti que se estrenará en el Teatro del Barrio de Madrid, y para la que buscan apoyo mediante un crowdfunding.

Aquí, lo clandestino del pasado ocupa el espacio público con un solo objetivo: demostrar que reírse de los poderosos es un acto de oposición, rebeldía y fortaleza. Merino explica que la finalidad de Chistes contra Franco es “reivindicar el carácter político de este humor en concreto, un humor antifranquista en el que el dictador es objeto de escarnio público”.

La efeméride no deja lugar a dudas. Aquel 20 de noviembre de 1975, justo el día en que se estrenará este artefacto cultural, murió Franco. El mismo año, Juan Carlos I asumió la Jefatura del Estado siguiendo así los parámetros atados y bien atados de la dictadura. “Queremos que esta acción sea un contrarrelato a la versión oficial del franquismo y la Transición, sobre todo en un momento en el que hay una oleada de revisionismo histórico ligado a discursos de extrema derecha”, enfatiza Merino.

En total son más de una veintena de chistes que surcan la realidad del franquismo: desde la dureza de la posguerra y el hambre hasta la sucesión borbónica, pasando por las torturas ejercidas por el régimen, la omnipresencia del caudillo, el asesinato de Carrero Blanco y la falta de libertades en España.

Un humor con memoria

De todas formas, esta acción teatral no solo se quedará en la posible risa interior que nazca en el público al escuchar estos chistes por la boca de Adanti. Los creadores de la obra han contextualizado todos ellos para dar buena cuenta de lo cruento de un sistema dictatorial como el que gobernó España durante cuatro décadas y que dejó fuertes ramificaciones que permean la actualidad.

Por eso, la voz en off de Olga Rodríguez, periodista y experta en Derechos Humanos, se escucha después de cada chiste para producir un nuevo golpe en los asistentes a través de datos históricos que ambientan cada una de las chanzas. No se trata de pasar de la risa al llanto, sino de la gracia a la consciencia.

“No podemos olvidar que durante el franquismo la gente se jugaba la vida por contar un chiste y las caricaturas se quedaron en el exilio”, apunta Merino. Por eso, las palabras que pronto reverberarán en el Teatro del Barrio son tan anónimas como colectivas. “No sabemos quiénes crearon esos chistes, solo que se contaban en la época y que ponían a Franco en el disparadero”, completa Adanti.

Para llegar a este guion, la fase de documentación ha sido esencial. Merino, autor intelectual de esta idea de acción teatral que se materializa tras varios años de incubación, comenzó investigando el libro publicado en 1977 por PGarcía, dibujante de la mítica La codorniz y titulado Los chistes de Franco. Después hizo lo propio con la monografía de 2010 Cuando nos reíamos de miedo, de Gabriel Cardona, y la Autobiografía del General Franco, escrita por Manuel Vázquez Montalbán y publicada en 1993. Según comenta el artista, en todos esos libros aparecían chistes ligados al régimen y al dictador, así que han “seleccionado los mejores para que a través de ellos se entiendan las diferentes formas de represión y propaganda ejercidas por el franquismo”.

En la selección de textos ha colaborado Emilio Silva, presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica. Además, en los textos han participado historiadores y arqueólogos como Miguel Ángel del Arco, Alfredo González Ruibal, Paul Preston, la periodista Rebeca Quintáns o el expreso político del franquismo Pablo Mayoral. Tanto el Teatro del Barrio como la revista Mongolia, de la que Adanti es coeditor, también han colaborado en el proyecto.

Además, aquellas personas que aporten en el crowdfunding pueden obtener un libro que editarán para la ocasión, una suerte de misal de Chistes contra Franco. También podrán hacerse con una cinta de casete, como antiguamente sucedía, para revivir aquellas compradas en las gasolineras y que formaron parte del ecosistema humorístico en cientos de familias.

Elevación del humor popular antifranquista

La escenografía tampoco es baladí. Fondo y suelo negros, y Adanti expandiéndose en el espacio. “Queremos darle, al humorista, su lugar en la historia, y al peligro que significó hacer humor político en esa España negra”, ilustra Merino. Su compañero de guion, el propio Adanti, añade que han elegido los mejores chistes que hablan de las etapas de la dictadura “para crear ese concepto de contrapoder, donde la tragedia se une con la comedia”.

Desde su punto de vista, Chistes contra Franco, a pesar de hablar de represaliados y asesinados y torturadores, supone “un gran ejercicio de memoria histórica que eleva el humor popular y anónimo a un nivel que nunca ha tenido”. Como ejemplo, Adanti menciona los motes, una manera de colocarse por encima de los demás. No escatiman: Paca la culona, Miss Canarias, Cerillito, Franquito, Pacorro o Sapo.

Franco podía elegir entre aquellos que hacían referencia a su físico, su altura y hasta su afición de ir saltando de pantano en pantano. “Se metían con él porque había gente que dudaba de su sexualidad, por ejemplo, lo que no deja de tener ciertos tintes homófobos. Sin embargo, en una dictadura ponerle un mote al dictador y su círculo cercano, como ‘La collares’ o ‘La nietísima’, es una especie de catarsis, una de las mayores transgresiones que se pueden hacer”, defiende el humorista.

De la cancelación al fusilamiento

Adanti también menciona la particular guerra cultural emprendida por la ultraderecha que tiene en Meloni, Abascal, Milei o Trump algunas de sus caras más conocidas a nivel mundial. “Esta gente también habla de chistes, de chistes y cancelación. Se creen que la cancelación es un colectivo de personas oprimidas históricamente quejándose de que un chiste realizado desde una posición de poder va contra los individuos de ese colectivo, pero no es así”, dice el cofundador de Mongolia.

Él mismo responde: “Cancelación es que te metan en la cárcel, te despidan de tu trabajo y castiguen a tu familia por hacer un chiste, como pasaba con Franco”. Un caso concreto ilustra esta postura. El 28 de junio de 1940 el dibujante Carlos Gómez Carrera 'Bluff' fue fusilado en la tapia del cementerio de Paterna. Su crimen fue haber publicado durante la Guerra Civil caricaturas de Franco y viñetas satíricas contra los sublevados.

Celebrar la muerte del dictador

Por eso, aunque Merino y Adanti son conscientes de la magnitud de sus palabras, ambos defienden que “hay que celebrar la muerte de Franco como se merece”. El humorista apuntilla: “Y no porque le desees la muerte a un individuo como tal, sino por lo que significa todavía Franco en España y, sobre todo, porque el relato de la Transición que terminó instaurado fue el que quisieron las elites franquistas”.

Por todo ello, Chistes contra Franco nace también con un espíritu de permanencia. Aunque estrenarán el próximo miércoles 20 de noviembre en el Teatro del Barrio, la idea de Adanti y Merino es que la obra pueda girar por todo el país a lo largo de este año en el que se cumplirá medio siglo desde la muerte del dictador. Gracias a los dos creadores lo tendremos un poco más fácil para que al menos el último aliento que nos quede sea para expulsar una carcajada cargada de memoria.