Del 36 al 39
Yo estaba sana,
pero el hombre y el hambre
me dolían todos los días.
La figura de Gloria Fuertes llega al Teatro Fernán Gómez - Centro Cultural de la Villa en Madrid con una exposición que celebra los 100 años de su nacimiento. Gloria Fuertes, centenario se podrá visitar hasta el 14 de mayo, y en ella es posible disfrutar de material original y poemas inéditos, así como de objetos cotidianos, fotografías y apuntes de la artista gracias a los fondos de la Fundación que lleva su nombre y que preside Paloma Porpetta, quien aconseja la asistencia para que “cada uno encuentre a su Gloria Fuertes”.
Porpetta, que ha comisariado la muestra, aseguraba durante la presentación que “esto no se trata sólo de un centenario”. “Hay que seguir leyendo a Gloria, no sólo este año, sino también el siguiente”, reclama.
La exposición se distribuye en orden cronológico, subdividida por etapas vitales de la autora las distintas salas. Cada una de estas juega con los colores y están pobladas por una vastedad de poemas de Gloria Fuertes en casi todas las esquinas. Una sencillez bella, a la manera de su poesía, que ha diseñado José Luis Paulete.
“Hay que reivindicarla como una de las mejores poetas del siglo XX. Su producción para niños y para adultos fue paralela”, explica Porpetta, quien comprende su imagen de literata para niños, pero que hace ver que, además, Gloria Fuertes es un nexo entre dos poesías, un velcro metafórico hacia los versos adultos. “Le dio un viaje a la literatura infantil, es cierto, pero siempre dejaba una última frase para el giro final. Además de que el humor le servía también para darle la vuelta a algún suceso duro”, comenta.
Un suceso duro como la “Guerra (in)Civil”, que ella llamaba. Tras una primera sala en la que se describe su nacimiento en la calle de la Espada en Lavapiés (Madrid) y la -mala- relación con su madre y -poca- con el resto de su familia, el recorrido lleva a la etapa del enfrentamiento entre republicanos y golpistas y, en medio, su primer amor, Manolo, que desapareció en el conflicto.
La siguiente, titulada La posguerra (1940-1954), contiene algunas claves de la personalidad salvajemente vanguardista y rompedora de Gloria Fuertes. Aunque ya se entreveía en salas anteriores donde aparecía, por ejemplo, con su equipo de hockey, en esta se hace patente gracias al material sobre sus paseos en bicicleta en pantalón corto -en una época tan poco destinada a ello-, los poemas que se dedicó con Carlos Edmundo De Ory, novio primero y amigo para siempre, el único ejemplar de un número de la revista Postismo, que fue inmediatamente censurado, o su libro de conquistas.
Aunque esta lista de amantes comienza con nombres masculinos, ya en la siguiente sala, La plenitud, donde se tratan temas como su beca en norteamérica, aparece el gran amor de su vida, Phyllis Turnbull, una hispanista estadounidense que la acompañó hasta que falleciera recién entrada la década de los 70.
“Ella escribe para todos, pretende curar con su poesía”, concluye Porpetta en la última sala, El éxito, que abarca desde 1970 hasta 1998, fecha de su muerte. Este último espacio se subdivide en otros tantos para poder entender mejor todo lo que significó -significa- Gloria Fuertes, entonces y ahora.
Sus libros infantiles, su colección de dibujos de otros amigos y propios, su arsenal de colegas que le dedicaban sus poemarios -Celaya, Alberti, Aleixandre, Dámaso Alonso o Paco Nieva -quien dijo de ella que pertenecía al tercer sexo: había hombres, mujeres y Gloria-, sus enseres y apuntes o un documental que repasa su vida con grabaciones de sus intervenciones en RTVE forman parte del material que nos acerca a la poeta.
“Gloria está dando saltos de alegría ahora mismo: la gente la está leyendo y descubriendo. Ella misma cuenta su vida, Gloria escribe lo que vive. Ha sido muy fácil esta exposición”, alega Porpetta, añadiendo que la propia autora dejaba marcas en sus escritos para saber si eran válidos o no y que escribía en cualquier superficie, aunque luego podía ser una de las personas más ordenadas dentro del mundo de la poesía.
Durante la presentación, se ha hecho hincapié en uno de esos clichés que ya pesan: Gloria Fuertes no escribía sólo para niños. Aunque para ellos hay visitas didácticas y talleres expresamente destinados a que conozcan a la poeta, a Gloria Fuertes le llegó “a pesar el sambenito” de que el pueblo sólo la considerara una escritora infantil, dado que, como ella decía, su poesía era para gente “de 0 a 99 años”.
El itinerario sólo da fe, sin embargo, de una verdad que Gloria Fuertes hacía ver que desconocía: a ella hay que reclamarla y colocarla históricamente donde le corresponde. Sólo con su lenguaje sencillo, para todo el pueblo que amaba, podía titular un poema como Política y que este rece: “Me apunto al sol/ porque no es de nadie/ para ser de todos”.
Del 36 al 39
Yo estaba sana,
pero el hombre y el hambre
me dolían todos los días.