En 2014, Bill Plympton, uno de los más grandes e interesantes animadores contemporáneos, dio una master class en el Festival de Sitges en la que derrochó ingenio por los cuatro costados. Allí, para unos cuantos afortunados, contó que una vez Disney le propuso hacer una película por una cantidad de dinero obscena pero él tuvo que decir que no. Disney quería que Plympton dirigiese una película de Disney, pero él quería dirigir cine que llevase su firma. Por suerte para todos, él ha podido seguir estrenando películas.
En España, sin embargo, se podría decir que el realizador que llega a estrenar un largometraje de animación sin tener un gran estudio detrás es un caso milagroso. Existen, pero son de una rareza extrema. El sector de la animación en estos momentos no pasa por su mejor época: este año sólo tres películas optan al Goya a Mejor Largometraje de Animación. Dos de ellas aún no se han estrenado y la que resta no fue un éxito ni de taquilla ni de crítica.
Son muchas las dificultades que atraviesa el cine español de cualquier formato o género, pero entre todos, el cine de animación las sufre especialmente. La falta de interés político, la fuga de talento y la escasa producción son grandes enemigos a batir. Y todos estos factores han influido en el que ha resultado ser un año especialmente flojo para la animación patria.
¿Adiós a una época dorada?
La película española de animación más taquillera de este año la produjo Atresmedia y la distribuyó Disney: Ozzy recaudó algo más de dos millones de euros y tuvo 387.000 espectadores. En parte gracias a haberse beneficiado de una Fiesta del Cine sin demasiados competidores en el terreno animado.
Sólo otra película animada de sello nacional se ha estrenado comercialmente este año. Se trata de la película de Gorka Sesma Pixi Post y los genios de Navidad, un filme que recibió una ayuda de 285.333 euros para su realización, pero que ha recaudado 17.677. En nuestro país la han visto en cines 3.684 espectadores.
Lo datos, como vemos, no son alentadores. ¿Es porque el cine de animación no interesa? Todo lo contrario: de las diez películas más taquillera del año pasado en nuestro país, tres eran películas de animación. Mascotas ocupa la medalla de plata y Buscando a Dory, la de bronce como las películas que más recaudaron el año pasado, sólo superadas por el fenómeno de Un monstruo viene a verme.
La animación es un formato rentable si se invierte en él. Según el informe Mapping the Animation Industry in Europe, los países que lo hacen tienen un retorno que cuadruplica lo invertido.
Cuesta imaginar que hace unos años nuestro cine de animación llegaba hasta los Oscar, como fue el caso de Chico y Rita. Que películas como Arrugas obtenían éxito de crítica casi unánime, rara avis en el cine patrio, y se distribuían en países como Japón bajo el sello del Studio Ghibli. O que en 2012 la llegada de Las aventuras de Tadeo Jones cayese como agua de mayo recaudando 18 millones de euros y posicionándose como la segunda película española más vista del año sólo superada por otro blockbuster de Bayona, Lo imposible.
Enrique Gato, el realizador de aquella, casi consiguió repetir la proeza con Atrapa la bandera que se hizo con 11 millones. Pero claro, ambas tenían detrás a Telecinco Cinema y a Telefónica. En cambio -aunque Ozzy tuviese un buen respaldo como Atresmedia-, si sumamos lo que han ganado las películas españolas de animación este año, no llegamos a los dos millones y medio.
¿Y los Goya? Solo tres películas se presentaron a la candidatura de largo de animación así que -sorpresa-, resulta que las tres han sido nominadas. Ozzy se estrenó en octubre, Teresa y Tim se estrena el 3 de febrero, y Psiconautas, los niños olvidados, el 24 del mismo mes.
Éstas dos últimas no tienen ningún gran estudio detrás y no se sabe cómo funcionarán en taquilla. Pero el dinero no lo es todo: Psiconautas adapta la celebrada novela gráfica Alberto Vázquez, que junto a Pedro Rivero, ya se hizo con el Goya a Mejor Cortometraje de Animación con Birdboy. Teresa y Tim, por su parte, funciona con un corte más infantil que aquella. Pero viene del mismo estudio de Papá, soy una zombi y su secuela Dixie y la Rebelión Zombi ambas nominadas al Goya.
No todo empezó con Tadeo Jones
La animación española arrancó prácticamente cuando lo hacía el cine en sí mismo. Segundo de Chomón, uno de los grandes pioneros del cine europeo, utilizó la animación y el stop motion en cortos como La casa de los duendes, Siluetas animadas o El castillo encantado entre 1908 y 1917. Aunque, siendo estrictos, Chomón era español pero rodó la mayor parte de su producción en Francia. Allí sí le producían aquel tipo de filmes.
Después de la Guerra Civil, los Estudios Animados Chamartín abrieron una era que empezó con cortos como Don Cleque o Garabatos, pero que normalizó un formato que culminó con el largometraje Garbancito de la Mancha.
Si hablamos de animación digital, en España también fuimos pioneros en dicho campo. El bosque animado, ya en 2001, fue la primera película europea íntegramente realizada mediante animación por ordenador. Y tuvo -no debería sorprendernos- un éxito de público considerable que abrió la puerta al mercado de las salas fuera de nuestro país.
Películas como Nocturna, El Cid, El ratoncito Pérez o Planet 51, consiguieron distribuirse hasta en 120 países y cruzar el charco con un nivel de copias más que aceptable. Pero estos datos quedan ya lejos. 2016 ha sido un año aciago para la animación española y encaramos 2017 con menos nominadas de las que pueden optar al premio que las reconoce: los Goya. ¿Mejorará el cabezón la situación de nuestro cine?