El tratamiento dado por el gobierno de Rabat a la rebelión que durante todo el 2017 sacudió la región norteña del Rif “revela que sigue habiendo en Marruecos una serie de rasgos no democráticos, autocráticos, que contradicen la idea de que el país avanza hacia la democracia”, dice en una entrevista con Efe la historiadora española Rosa de Madariaga.
La historiadora, una de las mayores expertas en el Rif y en el Protectorado español en Marruecos (1912-56), se refiere así a la existencia de casi 450 rifeños detenidos por las revueltas en cárceles marroquíes, el juicio a varios menores de edad y las condenas de hasta 20 años de cárcel contra varios procesados.
Para Madariaga, no cabe duda de que el verdadero gobierno lo ejercen en Marruecos “un grupo de asesores cercanos al rey Mohamed VI (quienes) seguramente le están aconsejando en el sentido de que es mejor imponerse y dar a los rifeños una buena lección, en lugar de mostrarse demasiado tolerantes”.
Autora de varios libros especializados como “Los moros que trajo Franco” o “Abdelkrim al Jatabi: la lucha por la independencia”, Rosa de Madariaga se encuentra en Casablanca para presentar en el Salón Internacional del Libro su reciente “Historia de Marruecos” (Catarata, 2017).
Para ella, el Rif vive y ha vivido “una marginación histórica”, agravada en el reinado de Hasán II (1961-99), quien “sometió a la región a un abandono total”, además de que impuso el francés como segunda lengua en una región cuya administración se había ejercido en español, lo que hizo que el Rif se llenase de funcionarios y maestros llegados de fuera y vistos por los rifeños como extraños.
El actual rey, Mohamed VI, hijo de Hasán II, se ha mostrado mucho más cercano al Rif, y es frecuente que veranee en sus costas, pero no ha revertido esa marginación histórica: “No se trata de que visite sus playas cada verano o declare su cariño, sino de que haya planes de desarrollo que saquen a la región del subdesarrollo”, argumenta.
La realidad -explica- es que el Rif sigue preso de una triple dependencia que hipoteca su desarrollo: el tráfico del hachís que producen sus campos, el contrabando procedente de Ceuta y Melilla y las remesas enviadas por las decenas de miles de rifeños establecidos en Europa (España, Holanda y Bélgica, principalmente).
Mientras que en todo el norte solo la ciudad de Tánger y el puerto de Nador han merecido la atención del gobierno de Rabat, el resto del Rif, y sobre todo el Rif rural, vive “en pésimas condiciones de vida, sin infraestructuras, sin hospitales y con carreteras que datan a veces de la época española”.
Esas fueron las razones que hicieron estallar las revueltas en el Rif -explica- y la muerte de un pescadero triturado por el mecanismo de un camión de basura en Alhucemas “no fue sino la gota que desbordó el vaso”.
“La cuestión identitaria vino después”, reflexiona, aunque no niega que los rifeños sientan un gran apego por sus costumbres y su lengua, así como recelo hacia los llegados de fuera (antes españoles, después marroquíes del interior). Pero lo importante -recalca- es que los rifeños “se sienten ciudadanos de segunda categoría” ante una capital que “hace oídos sordos” a sus quejas.
De todas formas -subraya- el sentimiento independentista “es minoritario entre los rifeños”, dice Madariaga, que aprovecha para deshacer un mito que aún hoy muchos alimentan: el de que el caudillo Abdelkrim al Jatabi era independentista porque proclamó la República del Rif (1921-26).
Madariaga afirma que Abdelkrim era sencillamente enemigo de la colonización europea, y si se opuso a Mohamed V, el primer rey del Marruecos independiente, fue por su actitud demasiado sumisa con los franceses.
La figura de Abdelkrim ha regresado con fuerza a las calles del Rif durante las revueltas del 2017, y Madariaga no lo ve extraño: “Los rifeños lo tienen como un referente histórico que traspasó fronteras; es un orgullo legítimo, y es al mismo tiempo la figura que encarna esa identidad y que los hace sentirse unidos”.
La crisis en el Rif ha supuesto para Marruecos un deterioro de su imagen internacional -argumenta-, algo que a la larga contribuirá a que Rabat “afloje la presión” sobre la región, si verdaderamente “quieren seguir manteniendo esa tesis de que son una monarquía parlamentaria”.
Por último, y en cuanto a las reclamaciones rifeñas de que España ofrezca compensaciones por el uso de armas químicas en la guerra del pasado siglo y por sus consecuencias en las altas tasas de cáncer que aun hoy se registran en la región, Madariaga se mostró solo parcialmente de acuerdo.
“Moralmente España debe un gesto: reconocer y condenar el uso de agentes químicos que no debió haber utilizado. Lo de pedir perdón es ridículo, no sirve para nada. Financiar un hospital sería más útil. Se cumpliría así el sueño histórico de Abdelkrim: que España contribuya al codesarrollo en el Rif.