Donostiarra, la inspectora Oteiza ni va armada habitualmente “ni persigue pistola en mano a los cacos por los tejados”; lo suyo son los delitos contra el patrimonio histórico, una especialidad que le lleva hasta Burdeos en su primera aventura editorial, entre viñedos centenarios y caldos exclusivos.
“Llega para quedarse” con los lectores, asegura su creadora, Virginia Gasull, tan vasca como su criatura literaria, metida de lleno ya en la escritura de la segunda novela protagonizada por esta policía a quien, en contra de lo que cabría esperar, por sus orígenes, no le gusta la buena mesa.
Tampoco el vino, aunque cambiará de opinión tras probar, a propósito de sus pesquisas policiales, los tintos exquisitos que atesoran las bodegas de los chateaux de la región de Burdeos donde transcurre la acción de “In vino veritas” (Suma de Letras), un thriller enológico con poca sangre y erotismo “elegante”.
A Gasull, educadora en sexología además de escritora, el vino le ha gustado siempre, por cuna y educación. “Los que vivimos en San Sebastián -comenta en una entrevista con Efe- tenemos muy presente la gastronomía en nuestras vidas. Y la suerte de tener a tres horas de viaje en dirección norte los viñedos de Burdeos y a tres horas al sur los de La Rioja. Difícil pues no caer en la tentación”.
En una de esas “caídas” Gasull viajó a Burdeos para visitar sus más afamadas bodegas y conocer de primera mano cómo elaboran allí unos vinos de reconocimiento mundial.
Y entre cata y cata, entre paseo y paseo por los viñedos, llegaron a sus oídos historias sobre cómo la Resistencia francesa contra la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial combatió la rapiña que los nazis llevaron a cabo en la región, arrasando sus bodegas.
Gasull, lectora y cinéfila desde muy niña, vio que ahí había una buena historia que contar, en forma de novela de misterio. Y se puso manos a la obra. Antes de sentarse a escribir, se documentó concienzudamente y entrevistó a algunos de los protagonistas y testigos de lo ocurrido todavía vivos, o a sus descendientes.
Y poco a poco, página a página, fue surgiendo Anne Oteiza, una mujer atormentada, áspera, de trato difícil, “muy encerrada en sí misma”, proclive a la depresión y la huida y con escaso éxito en el amor.
Una mujer en la treintena, amante del arte, de las motos de gran cilindrada y las chupas de cuero, bella y elegante. “Muy de San Sebastián”, dice su creadora.
Oteiza, que vive en Madrid, por su trabajo en la Brigada de Patrimonio Histórico, viajará a San Sebastián primero y a Burdeos después para averiguar quién o quiénes están detrás del robo de unas valiosísimas botellas de vino y champagne de añadas anteriores a la II Guerra Mundial, y que, sustraídas por los nazis, acabaron en el refugio que Hitler tenía en los Alpes bávaros.
La ficción escrita por Gasull resuelve además uno de los mayores enigmas de la historia del arte de todos los tiempos, el que rodea a “La adoración del cordero místico”, el retablo que el pintor flamenco Jan van Eyck acabó en 1432 y que, entre otras muchas peripecias, acabó primero en manos de Napoléon y, más tarde, en las de Hitler.
En la creencia y el delirio de algunos, entre ellos Hitler, en esta obra maestra, custodiada en la catedral de la ciudad belga de Gante, están las claves para descubrir los Arma Christi, los instrumentos de la Pasión de Cristo, que otorgarían poderes sobrenaturales a quien los encuentre.
El retablo desapareció en el sur de Francia durante la II Guerra Mundial y fue recuperado al concluir la contienda en unas minas de sal abandonadas en los Alpes austríacos, junto a otras miles de obras de arte robadas por los nazis.
Con esta primera novela, el nombre de Virginia Gasull se añade a una lista ya larga de escritoras españolas -Alicia Giménez Barlett, Dolores Redondo, Berna González Harbour, Rosa Ribas...- que en los últimos años han hecho del género negro su seña de identidad, y que han optado por mujeres para protagonizar sus libros.
“No me interesaba el típico policía de homicidios. Quería que Oteiza fuera una persona más o menos normal y ajena al mundo duro policial. No es la típica policía. Le cuesta coger el arma, y disparar; le tiembla la mano”, destaca.
En su opinión, hace falta “darle un giro a la novela negra”, y ella lo intenta “metiendo caña en cuanto a lo que sienten los personajes”. “Los puristas del género -continúa- pueden decir que en mi novela hay demasiada historia romántica. Pero ¿por qué no?”.
“In vino veritas” se publicó primero en Amazon y las opiniones elogiosas fueron tantas y coincidentes que “a los quince días de colgarla en la tienda online me llamaron de la editorial para publicarla en papel”, recuerda Gasull, “muy sorprendida” todavía hoy por ello.