Lee Seung-hyun y Jung Joon-young son los nombres que protagonizan uno de los mayores escándalos recientes en la industria del K-pop surcoreano. Ambos están siendo investigados por facilitar supuestamente servicios de prostitución y por grabar y distribuir sin consentimiento vídeos sexuales, según informa la agencia EFE.
El primero es más conocido como Seungri, miembro original de Bigbang -una de las bandas de K-Pop más exitosas de la historia-. El segundo es cantante, compositor y presentador conocido especialmente por su participación en un exitoso programa de variedades de la cadena de radiotelevisión pública KBS.
Seungri, de 29 años, se ha personado este jueves 14 de marzo en la sede de la NPA en Seúl por estar acusado de haber facilitado servicios de prostitución -prohibida en Corea del Sur- en una discoteca de Seúl a potenciales inversores de sus negocios en 2015. Y no es la primera vez que pisa una comisaría: el pasado 27 de febrero también fue interrogado al salir a la luz su nombre en el marco de una investigación diferente en torno a otro club nocturno de Seúl del que era relaciones públicas.
Seungri no ha admitido los cargos, pero ha anunciado que deja el mundo del entretenimiento, al tiempo que sus agencias de representación informaron este miércoles 13 de marzo de que rompían sus respectivos contratos.
Jung, por su parte, también ha anunciado que abandona el mundo del espectáculo. Por contra, él sí que ha admitido los delitos de los que se le acusa. Ha confesado que grabó en secreto encuentros sexuales que mantuvo con distintas mujeres y que los compartió en un chat de mensajería instantánea en el que también estaban presentes varias estrellas de la industria musical, entre ellos Seungri.
En el caso de Jung, no solo podría ser enjuiciado por un delito contra la intimidad sino también por distribución de pornografía, que está prohibida en Corea del Sur.
El escándalo, que ha indignado a la opinión pública surcoreana, ha puesto sobre la mesa el lado más sombrío de la industria del entretenimiento en Corea del Sur y ha generado un movimiento de repulsa y condena en el país asiático. Colectivos, artistas y activistas luchan por acabar con el llamado “molka”: vídeos íntimos o de contenido abiertamente sexual que se distribuyen -y a veces se graban- sin consentimiento y se consumen en webs del país asiático.