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Israel Elejalde y Bárbara Lennie se dejan la piel y el alma con Rambert

EFE

Madrid —

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Israel Elejalde y Bárbara Lennie, dos “grandísimos actores” sin los que el director francés Pascal Rambert ha asegurado que no habría puesto en escena “La clausura del amor”, han afirmado hoy, horas antes de su estreno en Madrid, que nunca habían hecho un trabajo tan duro, ni física ni emocionalmente.

“Esta ha sido la primera vez que he sentido pánico al salir al escenario (...) Es, sin duda, la obra más dura que he hecho, física y emocionalmente”, confiesa Elejalde en una rueda de prensa celebrada con Lennie y Rambert en los madrileños Teatros del Canal, en cuya Sala Verde se verá la obra desde hoy al 15 de noviembre.

Y a Lennie, ganadora de un premio Max por “Veraneantes”, en teatro, y del Goya por la película “Magical Girl”, le pasó más o menos lo mismo.

“Llegué al límite vocal, físico, emocional; estaba agotada”, confiesa la actriz, quien bromea con el hecho de que el director la considere “un perro de teatro -una perra, se ríe-, por mi olfato y por mi instinto”.

Con Rambert no se ensaya al uso, sino “toda la obra del tirón”, explica Lennie, y desvela que el día de la representación no se hace más que pensar en la obra, de modo que llegas al escenario “todo lo frágil y lo fuerte que necesita la función”.

Así, y con las localidades agotadas hace meses, “La clausura del amor” tendrá solo cinco representaciones dentro del Festival de Otoño a Primavera, de la Comunidad de Madrid, y después, según ha desvelado Rambert, se podrá ver en diversas capitales, tanto españolas como latinoamericanas aún por concretar, salvo la primera, Sevilla.

Rambert, nacido en Niza y declarado admirador de la “fuerza” española y de la “energía mediterránea” -de la que, sin duda, él posee un buen pellizco-, dice que, tras ver trabajar a Elejalde y Lennie, tuvo la sensación de que había escrito la obra en castellano y de haberla escrito “para ellos”, ha dicho.

“Para nosotros es una nueva forma de encarar el hecho teatral; no estamos acostumbrados a transitar esos lugares como actores, supone una enorme novedad -explica Elejalde-; hay algo de 'performance' en la pieza, algo que estira un poco los conceptos teatrales y que nos mete también a nosotros en terrenos desconocidos”.

Por otra parte, añade el actor, “me encanta cómo intenta reflejar el vacío existencial que queda cuando desaparece el amor (...), ese precipicio brutal que acaba con las palabras y uno no sabe cómo decir lo que le está pasando. Pascal pone palabras a eso”.

Israel y Bárbara, que han prestado sus nombres a los personajes, entablan un violento y sincero diálogo en una lucha sin cuartel que repasa reproches y manipulaciones y deja al aire lo peor del egoísmo humano.

Ésta es la cuarta vez que los actores, pareja en la vida real, comparten escenario; una situación que les sirve para reírse y que les ahorra esfuerzos cuando discuten en casa.

Rambert es puro teatro. Desde los 16 años, ha dicho, no ha hecho otra cosa más que escribir textos para que otros los interpreten casi por necesidad orgánica: “Trabajo para hacer visible la oralidad; no hago decorados, no divido la obra en actos, y por eso necesito grandísimos actores”, apunta.

“Para mí el teatro es una forma de vivir (...) El lugar que ocupa el espectador es el del despellejado (...), no está confortablemente sentado en su asiento. Trato de que el espectador no esté en un ambiente sino en el interior de la propia historia y que sea algo que le proporcione una experiencia, ya sea física o sexual, porque para mí el teatro también es libido”, resume el francés.