En esta cuarta entrega, subtitulada “Apocalipsis”, Balagueró sitúa a los personajes en el interior claustrofóbico de un buque de pesca industrial, donde derrochan instinto de supervivencia para no resultar infectados por una extraño virus, algo que el propio director desvincula de la actual psicosis por el ébola.
“La película es pura fantasía y es verdad que en la primera entrega de 'REC' había una aproximación hiperrealista al fenómeno de los virus, pero la cuarta es una película sobre una epidemia de un virus que vuelve a la gente violenta”, aclara. “El cine fantástico ha estado siempre conectado a la realidad, y el miedo a los virus ha estado siempre presente, ahora es ébola y antes fue gripe A o vacas locas”, ha dicho Balagueró en la presentación.
El final abierto del filme no obedece, ha asegurado, a la intención de que “REC” siga, “porque no seguirá”, sino que “es un modo de que el espectador se vaya a casa con la cabeza llena de cosas e imagine posibles evoluciones de la historia”. Al respecto, ha recordado que “el género se caracteriza porque nunca tiene finales muy contundentes, y en eso hemos querido ser fieles”.
Mostrando el libro sobre la saga editado por Timun Mas, Balagueró ha espetado: “Si hubiera un 'REC-5', el libro no serviría para nada; por respeto al libro y a la editorial -ha asegurado-, no podemos hacer una nueva entrega”.
Un experimento de bajo presupuesto
La saga empezó como un “experimento” realizado con pocos medios, y sucesivamente lo que motivó tanto a Balagueró como a Paco Plaza, codirector de las dos primeras y director en solitario de la tercera, fue siempre “reinventarnos, no repetir lo hecho antes, siendo fieles a la línea argumental”, y el resultado, añade, es que “ninguna película tiene que ver con las otras”.
Reconoce que en “REC-4” ha contado con algo más de presupuesto, pero “ha seguido siendo un proyecto hecho con más pasión que con medios”. Balagueró ha justificado el hecho de no haber usado la cámara subjetiva en esta cuarta entrega, como sí hizo en los dos primeros títulos de la saga, porque “esta técnica tenía una lógica dentro del relato”.“REC” nació, ha dicho, con la intención de jugar con ese formato y tenía una justificación, una reportera que graba con su cámara.
Sin esa justificación, esta narrativa no funciona tan bien, técnica que mantuvo en “REC-2”, porque aparece un equipo de intervención que usa minicámaras, y en la tercera Paco Plaza la utilizó en el prólogo con la justificación de un vídeo de boda, pero lo que era novedoso y rompedor hace unos años hoy es “una técnica agotada”.
No me llamen Ripley
La cuarta entrega recupera como protagonista a la actriz Manuela Velasco, quien en Sitges ha confesado que “desde que empezamos a rodar la saga en 2006 han cambiado muchísimas cosas y, aunque han pasado ocho años en mi vida, en la del personaje Ángela Vidal sólo han transcurrido unas pocas horas”.
Velasco ha hablado de las duras condiciones de rodaje, en un sitio estrecho y que olía a petróleo y pescado, y que “no se rodó en orden cronológico, como en la primera, que te permitía acumular en el cuerpo el cansancio, sino que en esta ocasión tenías que ponerte en situación en cada toma”.
En relación a su experiencia personal, Velasco señala que “al principio actuaba con una mirada naíf e inocente, porque no había ninguna expectativa sobre mí, pero en esta cuarta estoy más cargada de responsabilidad y autoexigencia”. No se ve Velasco como una teniente Ripley a la española, aunque, ha asegurado, “'Alien' está entre mis diez películas favoritas, y siempre me he fijado en Sigourney Weaver para intentar hacer lo que hace ella muy bien”.
El gran acierto del director en esta cuarta película de la saga es, en opinión de Velasco, que “no ha recurrido a estereotipos de películas de terror, porque en el barco de 'REC-4' no hay héroes, ninguno de lo que estamos ahí sabemos cómo sobrevivir”. Balagueró ha anunciado que en la actualidad está trabajando en dos proyectos distintos: “Uno es de terror muy especial y muy extremo, y el otro es un 'thriller' que no se acerca al terror para nada”.