Quedarse en Madrid en agosto como una declaración de intenciones, un acto de resistencia y de exploración de la ciudad y de uno mismo. Sobre esa premisa ha construido Jonás Trueba su quinto largometraje, “La Virgen de agosto”, cuyo rodaje concluye mañana.
“La película trata sobre la confianza en uno mismo, cómo uno puede reinventarse en su propia ciudad y mirarla como si fuera la primera vez”, ha señalado hoy a Efe el pequeño de los Trueba. “Habla de la soledad en sentido positivo, de aprender a estar solo y al mismo tiempo estar abierto a lo que venga, personas y situaciones”.
La penúltima jornada de rodaje transcurre en la ribera del Manzanares, cerca del Puente de los Franceses, símbolo de la resistencia republicana durante la Guerra Civil. A lo largo de 20 días, Trueba y su equipo habitual han recorrido casas, bares y verbenas para contar la historia de Eva (Itsaso Arana), una chica de 33 años que busca en el verano madrileño un tiempo de oportunidades.
Arana, que también coprotagonizó su anterior película, “La Reconquista” (2016) y es miembro de la compañía teatral La tristura, ha colaborado esta vez además en la escritura del guion.
“Después de 'La Reconquista', que fue una película muy invernal, comentamos que en verano en Madrid se genera un microclima muy interesante donde se podría ubicar una historia; el verano pasado vivimos juntos, con amigos, las fiestas, y al terminar decidimos hacer la película”, explica a Efe la actriz.
Trueba parece haber encontrado su modo personal de hacer cine explorando las confluencias entre ficción y realidad y con Madrid como coprotagonista, con la excepción en este último caso de “Los exiliados románticos” (2015), una “road movie” que recorría varias ciudades francesas.
“Las películas que hacemos tienen algo de diálogo entre unas y otras”, señala el cineasta. “Suelo decir a los actores -que además son amigos- que estamos tratando de vernos a nosotros mismos como posibles personajes de ficción, dentro de nuestra ciudad, en los espacios que solemos habitar, nuestras casas, nuestras calles”.
“Siempre estamos haciendo la misma película, pero intentando que cada vez sea diferente, progresando, mostrando cosas distintas, nuevas contradicciones”, precisa.
En ese sentido, “La Virgen de agosto” es un filme “más fragmentado, menos narrativo y más descriptivo” que sus anteriores trabajos. Un cine hecho a partir de sensaciones y sentimientos, más que de trama.
“Había algo muy cinematográfico en la idea de la ciudad en agosto”, subraya, “es como que el tiempo se detiene, hay una especie de vacío durante el día, con calles desiertas, la gente refugiada en casa, y por las noches nos deslizamos a encontrarnos en los bares, verbenas y fiestas”.
El rodaje, que comenzó el 25 de julio, ha recorrido diferentes localizaciones de Madrid, coincidiendo con las fiestas populares de San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma.
“Nos hemos encontrado a veces filmando un 6 de agosto durante un verdadero 6 de agosto, o el día 15, que es la Virgen de la Paloma, y eso es bonito porque permite que realidad y ficción se mezclen de manera directa y natural, que la vida, la gente, lo que está pasando de verdad se pegue en la película”.
Obsesionado con mantener su cine a una escala “realista y humana”, el director de “Los ilusos” (2011) sigue moviéndose en el bajo presupuesto, aunque esta vez es un poco mayor, producido por su propia compañía Los ilusos films, y con Bteam Pictures como distribuidora.
“El cine tiende a sobredimensionarse, a entrar en conceptos industriales, lo que implica que las películas se producen de la misma forma, como chorizos”, razona.
“A nosotros nos gusta pensar cada película de manera humilde, con un presupuesto razonable y coherente, vamos encontrando nuestra escala de producción y nuestro estilo película a película”.
En el reparto, junto con Arana, repiten otros habituales de la “troupe” Trueba, como Vito Sanz, Isabelle Stoffel y Mikele Urroz, además de los nuevos fichajes de Luis Heras y Joe Manjón.