En 2013, ARCO 'censuró' a Camila Cañeque (Barcelona, 1984-2024) por presentarse en esta feria de arte con un llamativo vestido rojo de faralaes y tumbarse en el suelo boca abajo, dejando en el piso, esparcidos, un ramo de claveles y numerosas cuartillas con fragmentos de El romancero gitano de Lorca, como si los claveles fueran sangre que se derramara de su cabeza, acaso reventada por un disparo, y las hojas restos de cerebro. Fue una acción, planeada por la artista, que en el guion incluía no pedir permiso a los organizadores para llevarla a cabo, por lo que fue expulsada del recinto.
Con aquella provocadora performance, titulada Dead End, Cañeque denunciaba “la muerte de España ante el poder capitalista”, tal como aseguraba la propia artista. Esta escenificación fue el remache artístico a un viaje de más de un mes de duración que la barcelonesa realizó por países como Estados Unidos o Alemania con ese mismo vestido flamenco. Su intención era llevar simbólicamente al país de origen de los turistas las imágenes tópicas que estos suelen buscar cuando viajan a España. Lo repitió, unos días después, en el festival y feria Loop, de Barcelona.
Cañeque murió el pasado 14 de febrero, súbitamente mientras dormía, pero su fallecimiento ha pasado relativamente desapercibido en el mundo del arte, por lo que el también artista catalán Marc Montijano quiso recordarla, durante la jornada del sábado, en la misma feria en la que ella fue censurada y con versos del mismo autor. Lo hizo con su propia performance titulada Acció a contracorrent. Pequeño homenaje a Camila Cañeque (1984-2024). Pero en esta ocasión, ningún vigilante le invitó a abandonar la nave de Ifema.
De manera similar, el artista, también profesor de Historia del Arte en la Universidad de Málaga (UMA), realizó una acción improvisada, y tampoco notificada a la dirección de ARCO, en la que repartió entre los asistentes 22 cuartillas con fragmentos del poema Fábula y rueda de tres amigos, de Federico García Lorca, incluido en su obra Poeta en Nueva York.
Reivindicación de la artista fallecida
“A pesar de que estuvimos en exposiciones colectivas juntos y nos comunicamos muchas veces por Instagram, nunca llegué a conocer a Camila personalmente, por lo que su muerte me dio mucha pena” dice a elDiario.es Montijano, que destaca de la artista fallecida “ese posicionamiento en contra de un mundo, el del arte, que actualmente es puro mercantilismo y competitividad: pelear para vender más y para ser considerado el mejor”.
Su muerte pasó un poco sin pena ni gloria en los medios y eso me ha parecido injusto, porque como artista combativa me llegó muchísimo
Apenas unas noticias en El País, Ara y El Punt Avui recogieron el mes pasado el obituario de la artista. “Su muerte pasó un poco sin pena ni gloria en los medios y eso me ha parecido injusto, porque como artista combativa me llegó muchísimo”, prosigue el docente, que precisamente estrenó el pasado otoño en Málaga, en el Centro de Arte Contemporáneo, su instalación El lenguaje de los pájaros, un universo visual de cuerpos desnudos con la cabeza cubierta por un saco y envueltos en cuerdas.
Montijano explica que para Acció a contracorrent ha querido “ser más discreto y espiritual” que en su última obra, sin provocar ningún conflicto con la organización. “Simplemente he acudido a ARCO con las cuartillas y las he repartido tranquilamente entre la gente”, explica. Destaca que no fue una acción frenética: “No intentaba llamar la atención, simplemente alternaba ratos en los que permanecía sentado sin hacer absolutamente nada con otros en los que daba las cuartillas a las personas que pasaban”.
“Pensé que quería hacer algo que ligara con la forma de trabajar que ella [Cañeque] tenía, que era muy especial”, aclara. “En algunas de sus acciones, por ejemplo, se quedaba sentada en una silla, quieta, sin hacer nada, como en una sala de espera, para que reflexionáramos sobre cómo desperdiciamos el tiempo”, añade Montijano, que asegura que la obra de Cañeque buscaba denunciar “esa guerra que tenemos un poco en nuestra vida, en esta sociedad capitalista en la que solo queremos conseguir cosas, el éxito por encima de todo sin darnos cuenta de que perdemos en la vida”.
“Ella estaba obsesionada con esto y murió con 39 años”, prosigue el profesor de la UMA, que asegura que le !impresionó mucho que siempre hubiera tenido esa obsesión por el uso del tiempo cuando finalmente su vida ha sido tan corta, como si lo previera...“. Respecto al motivo de la poca difusión de su fallecimiento, Montijano cree que se debió a que ”era un artista muy libre, que no formaba parte de ningún colectivo; era un poco kamikaze“.
La editorial La Uña Rota, que lamentó la muerte de Cañeque en redes, publicará el que hubiera sido primer libro, La última frase, próximamente
Manifiesto inmaterial contra el arte decorativo
No cabe sospechar oportunismo en la performance de Marc Montijano; su identificación con la actitud artística y vital de Camila Cañeque va mucho más allá de la discreta acción llevada a cabo el pasado sábado. “Lo me gustaba de ella, que también lo tengo yo, es que los dos somos artistas que trabajamos en temas muy políticos o sociales, tenemos nuestra bandera, no nos casamos con nadie y no tenemos un grupo detrás”. Este hecho, asegura, “puede explicar la poca relevancia que ha tenido su muerte”.
De hecho, mes y medio antes de la muerte de Cañeque, el 31 de diciembre de 2023, Montijano publicó un post en su blog en el que marcaba perfil frente al mundo del arte, en la línea de la fallecida, con el título de Manifiesto Inmaterial. En el mismo anuncia que, a partir de ese día y por el resto de su carrera, no volverá a vender sus obras de arte a particulares. En el texto asegura que “con la renuncia a la venta del objeto material, he comprado mi libertad”.
Montijano explica su posicionamiento: “En el pasado he realizado instalaciones con restos de maderos de embarcaciones de migrantes que recogí durante seis meses en las costas de Tarifa, en Cádiz, y mi conciencia me impide poner a la venta estas obras porque no son un objeto decorativo”. A este respecto, el artista denuncia que “vivimos en un mundo donde el arte es una herramienta meramente decorativa, un utilitario estético que se mueve por Instagram y que corre el riesgo de quedarse vacío de mensaje, que precisamente es lo que lo hace útil socialmente”.
Ahora bien, Montijano puntualiza que sigue “trabajando y diseñando proyectos para instituciones”, pero no quiere “participar en la guerra de trincheras actual”. “Me interesa la parte más conceptual del arte, las ideas y los mensajes que conlleva”, añade. Finalmente reconoce que “al principio” pintaba “con la misma filosofía” mercantilista pero vio que no llegaba “a ningún sitio a nivel personal, que el mensaje se perdía”. Es entonces, termina Montijano, cuando empezó “con el arte de acción que es la performance”.