Con solo 22 años y un poema, Amanda Gorman consiguió eclipsar al que debería haber sido el protagonista de la ceremonia de investidura del actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden. La escritora conmovió a un país que aún sufría las secuelas emocionales del asalto al Capitolio que había tenido lugar algunas semanas atrás —de hecho, escribió sus versos tras el incidente— con su poema a favor del cambio social. Se titula La colina que ascendemos y es uno de los que integran su poemario Mi nombre es nosotros que la editorial Lumen ha publicado en España traducido por Nuria Barrios.
Gorman se convirtió en la autora más joven en leer un poema en ese evento gracias precisamente a la primera dama Jill Biden. La había descubierto cinco años antes, cuando vio un vídeo de la escritora leyendo su poema In This Place: An American Lyric en la inauguración de la temporada literaria de la Biblioteca del Congreso. Por aquel entonces tenía 19 años y ya había recibido el título de ‘National Youth Poet Laureate of the United States, un reconocimiento como mejor poeta joven del país. Cuando el sucesor de Donald Trump en la Casa Blanca optó por incluir la lectura de poesía en su ceremonia de investidura –como antes lo habían hecho Barack Obama, Bill Clinton y John F. Kennedy– su esposa propuso a Gorman.
Pero no fue la primera valedora de la joven literata ni quizás la más poderosa. Antes que ella ya estaba Oprah Winfrey, la reina de los medios estadounidenses y casi una deidad, que enseguida se dio cuenta de que Gorman tenía talento pero también magnetismo. Algo que también había detectado Miuccia Prada, que no dudó en introducirla en la órbita de su marca llevándola a las grandes semanas de la moda como si fuese una celebridad más. Ella fue la artífice del look que vistió en la ceremonia de investidura, con el abrigo amarillo y la diadema roja que se agotó en Internet a la velocidad del rayo. Oprah le prestó las joyas, algo que también hizo por Maya Angelou cuando fue la poeta invitada a la investidura de Bill Clinton en 1993 con un traje de Chanel.
El activismo de Gorman
Hija de una madre soltera descendiente de esclavos, creció en Los Angeles y su conciencia social se desarrolló a una edad temprana. A los 16 años soñaba con ser delegada de las Naciones Unidas después de escuchar el discurso de la activista Malala Yousafzai en 2013, quien un año después ganó el Premio Nobel de la Paz antes de alcanzar la mayoría de edad. En 2014 fundó la organización One Pen One Pag, dedicada a incentivar la escritura entre los más jóvenes y ganó el premio a la mejor poeta joven de Los Angeles.
Amanda es una joven negra, culta y de éxito. Si eres una mujer negra, sabes perfectamente el valor que tiene esto en un mundo que te niega, especialmente en la cultura
En 2015 se autoeditó su primer poemario The One for Whom Food Is Not Enough –que ahora no está disponible– en el que ya reflejaba sus inquietudes acerca de la desigualdad racial, el feminismo y los derechos humanos. En 2017 llegó el mismo galardón pero a nivel nacional y llegó a declarar en una entrevista en The New York Times que en 2036 se presentaría a la presidencia de los Estados Unidos. El tono era más bien jocoso, pero la ambición de la joven estaba ya fuera de duda.
En 2018 grabó un corto con su hermana gemela Gabrielle, que se licenció en cine y televisión en la Universidad de Los Angeles y también es activista, titulado Rise Up As One. La película incluye un poema de Amanda y es un llamamiento a la juventud para involucrarse en el activismo a través del arte. El trabajó coincidió con la segunda Marcha Anual de Mujeres, un movimiento que nació durante el mandato de Donald Trump para luchar por la igualdad en uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente de los Estados Unidos. Después llegó la ceremonia de investidura de Biden y se convirtió del todo en una estrella internacional.
Para Antoinette Torres Soler, directora de la revista antirracista Afroféminas, Gorman representa un referente muy importante para todas las mujeres y niñas negras. “Amanda es una joven negra, culta y de éxito. Esto, si eres una mujer negra, sabes perfectamente el valor que tiene en un mundo que te niega, especialmente en la cultura”, dice, destacando además que “a Amanda también hay que leerla como activista antirracista. Su mensaje es lo importante”.
La escritora y editora Luna Miguel conoció la existencia de Amanda Gorman cuando ganó el Youth Poet Laureate “que lanzan a la vista de muchos lectores voces desconocidísimas, menores de edad en su mayoría”, sostiene. Ya por entonces le pareció que la escritura de la poeta era “muy fresca, muy pop, en el sentido de que ayudaba a mezclar dos mundos, el de la lírica y el del activismo”.
Por aquel entonces, Miguel trabajaba en el medio online Playground, dirigido a la audiencia milenial, que publicó una antología de poetas de la Generación Z en la que estaba incluida la estadounidense. “No era de las más potentes, pero ya era de las más conocidas. Y cuando digo que no era de las más potentes es porque creo que su lírica, en cuanto a estilo, sigue caminos que se alejan de lo que yo suelo valorar de un poeta muy joven: la experimentación, ya sea formal o temática”, afirma.
“A través de su poesía trata de hacer que sus preocupaciones sobre racismo, marginalidad, sostenibilidad y desigualdad resuenen en un público amplísimo y hace una llamada al compromiso”, afirma Antoinette Torres. “Gorman pertenece a una nueva generación de poetas activistas con una capacidad de influenciar inmensa gracias al alcance de las redes sociales. Si la poesía ha sido, desde el principio de los tiempos, uno de los mayores motores de cambio y de civilización, las posibilidades ahora son enormes, y poetas como ella son muy conscientes de esto”.
Calidad literaria o personaje pop
Pese a reconocimiento internacional, la calidad de la literatura de Gorman se ha cuestionado desde algunos sectores. Su aparición en revistas consideradas femeninas y su relación con el mundo de la moda –más allá de Prada, también ha llegado a acuerdos con marcas como Estée Lauder– han servido de herramientas para quienes quieren restarle valor a su trabajo tachándola de ‘fenómeno pop’. Algo que también le ocurre a otras artistas con mensajes a favor del feminismo y la igualdad racial como Beyoncé.
“Amanda es un conjunto de elementos que la hacen muy poderosa comunicativamente. La cantidad de elementos que conforman su figura como fenómeno mediático es lo que la hacen poderosa a la hora de contar, de hacer activismo con su poesía. Pero su trabajo no puede disociarse de la envoltura”, afirma Torres. “Cuando Amanda recitó su poema en la toma de posesión de Biden y se convirtió en un fenómeno mediático fue por todo el conjunto que envolvió ese momento. Su imagen, esa diadema roja como el fuego que adornaba sus hermosas trenzas, tan negras, tan nuestras. Como digo, pertenece a un conjunto. Es un fenómeno pop, puede ser... pero es nuestro fenómeno pop”.
Torres considera que aunque es muy joven y le falta experiencia, ese solo es un problema que se soluciona con el paso de los años. “La vida es un aprendizaje, también en la poesía. Pero no hay que olvidar que lo troncal es su trabajo es su activismo, más allá de la calidad literaria, está el mensaje y Amanda es un conjunto de elementos que la hacen muy poderosa comunicativamente”.
Luna Miguel coincide en que, en este caso y en el de mucha de la poesía-activismo se está haciendo en Estados Unidos lo que importa es el mensaje. Según ella, no puede considerar la calidad de la literatura de Gorman desde un punto de vista estrictamente literario porque “autoras como Amanda Gorman actúan en una esfera que va más allá de lo literario, y que se junta con la vida política, con el compromiso con causas sociales y con el mensaje social como influencer. En ese sentido, su caso es muy exitoso. Así que lo celebro”.
La cantidad de elementos que conforman su figura como fenómeno mediático es lo que la hacen poderosa a la hora de contar, de hacer activismo con su poesía
¿Se puede decir que Gorman recoge el testigo de antecesoras como Maya Angelou o Chimamanda Ngozi Adichie? Lola Martínez de Albornoz, editora de Lumen y Alfaguara, está convencida de ello. “Desde luego, Amanda reivindica y trata de honrar su linaje poético, que resulta fundamental: Maya Angelou, Phillis Wheatley, Lucille Clifton, Rita Dove y por supuesto Toni Morrison”. Su libro, que llegó a las librerías el pasado mes de julio, parece estar teniendo buena acogida por parte de los lectores aunque lleva poco tiempo a la venta.
Para Torres aún tiene que pasar algo de tiempo hasta que se pueda decir que sí, aunque considera que va por el camino. “Le falta mucho para ser Chimamanda y está a años luz de se Maya Angelou. Ella, por ejemplo, escribía desde una terrible experiencia vital que Amanda no ha vivido, afortunadamente. Entre otras cosas gracias a las mujeres que como Maya lucharon antes que ella”, declara. “Hay que seguir viendo como evoluciona su carrera. La vida está llena de fenómenos mediáticos de gente muy joven que son flor de un día. La creación, como el activismo, necesitan de constancia y dedicación y los resultados es mejor valorarlos cuando han pasado algunos años”.