Hace diez años, Laura Fernández vivió un episodio que bien podría ser la trama de una novela. Solo que ella ya tenía la suya escrita. Se titulaba Bienvenidos a Welcome y a pesar de aquel suceso –o gracias a él–, se convirtió en un libro de culto. Literatura Random House la ha reeditado ahora, en un momento en el que su contenido se parece más a la realidad que a la ficción que narra.
Periodista literaria, Fernández había hecho un reportaje sobre editoriales independientes, entre la que se encontraba Elipsis y que llevaba un hombre en la calle Caspe de Barcelona. Después de entrevistarle, le comentó que ella tenía una novela y él le dijo que se la enviase. Ahí comenzó una relación profesional que acabó de manera atribulada.
“Por aquella época empezábamos Gonzalo Torné, al que también fichó, o Carlos Zanón, cuya primera novela se tituló Tarde mal y nunca precisamente por ese hombre, que no paraba de darle largas”, explica la escritora a eldiario.es en una terraza del centro de la ciudad condal. “No tenía ni un duro, no pagaba a nadie. No sé cómo hacía de mal la gestión pero sacó 13 títulos. El último fue el mío y cerró. Súper maleducado me dijo que se tenía que ir porque le perseguía todo el mundo”. Eso sí, le dejó las cajas con todos libros, que tuvo que ir a recoger.
También lo había llevado a editoriales como Anagrama o Seix Barral que lo habían rechazado porque “el humor no funcionaba”. “Yo entendí que como debutante nunca te iban a aceptar. Era otro momento, no había la cantidad de editoriales pequeñitas que hay ahora. No se apostaba por cosas nuevas, los catálogos estaban muy marcados”.
La escritora se vio con unos 200 ejemplares en su casa que no iban llegar a las librerías, así que hizo limonada con aquellos limones que le dio la vida, como dice el refrán –y canta Beyoncé–. Empezó a regalárselo a los autores que entrevistaba y a personas que se lo pedían a través de un blog que abrió. “Javier Calvo hizo un artículo muy largo, que se titulaba algo así como Ten mi libro. Hice un artículo sobre la Generación Nocilla y se lo di a 'los nocillas'. Les hizo gracia y en su blog escribieron cosas súper bonitas, que era un libro de culto, que qué genialidad…”.
Así que quedaba con las personas que se lo pedían “de forma totalmente inconsciente”. “Era gente muy maja, con gustos muy parecidos a los míos, era como hacer amigos. De hecho, con algunos de ellos me iba luego de librerías a comprar libros de segunda mano”.
Bienvenidos a las fake news de Súper Pop
fake news Bienvenidos a Welcome describe un mundo del futuro cuya cotidianidad se ve interrumpida por el choque de una nave espacial contra un centro comercial. Los medios se vuelven locos por descubrir la verdad de lo que ha ocurrido. ¿De dónde viene la nave? ¿Hay un extraterrestre dentro? ¿Es una estrategia publicitaria para promocionar una nueva serie de la televisión? Es algo a lo que no están acostumbrados, ya que lo que hacían generalmente era, más o menos, inventarse las noticias.
Laura Fernández tenía en lo que inspirarse. Durante cuatro meses trabajó en la mítica revista para preadolescentes Súper Pop –salió al mercado en 1977 y echó el cierre en 2011–. Para su sorpresa, al llegar descubrió que todo lo que se publicaba era mentira. “Me di cuenta de que todo esto del periodismo no es real. O sea, que hay una verdad oficial y luego una alternativa. Y de que Linda Skipper –la periodista de la revista en Los Ángeles–, por la que yo había querido ser periodista desde niña, no existía”.
Eran tres redactoras en la revista y cada semana tenían que sacar un número de 75 páginas. “Nos volvíamos majaras. De una frase tenías que inventarte todo. 'Fran Perea sueña con ir a Cuba', pues venga, temón de 5.000 caracteres de Fran Perea en Cuba. Los artículos protagonizados por personajes españoles eran 'reales', porque a veces llamaban a la redacción. Cuando el chico guapo -condición imprescindible- daba una entrevista a otro medio, la guardaban y la exprimían hasta la última gota ya que de cada respuesta sacaban un artículo. Por supuesto, con el color favorito de Leonardo DiCaprio o la chica ideal de Luke Perry no había ese rigor. No se usaba Internet como ahora, así que era más fácil.
¿Cómo se podía permitir eso? “Yo creo que esa revista se entiende como ficción. Aunque había niñas muy listas que escribían diciendo que ellas sabían que cierto personaje no estaba casado. Yo estaba totalmente en contra, pero el director era un señor mayor que, además creía que cada número tenía que llevar una dieta, porque a las niñas les gustaban las dietas, claro”.
Fernández cuenta que “intentaba poner libros que me gustaban, que eran potentes y guays como respuestas: 'Su libro preferido es Pregúntale al polvo de John Fante'. Podías influenciar en ciertas niñas que quisieran ir más allá. Eso estaba muy bien”.
Para ella las fake news empezaron ahí, aunque después también aprendió que depende del medio en el que trabajes, se crea el titular y luego la noticia. “Es una novela muy periodística y muy sarcástica, muy de darme cuenta de lo que era el periodismo. Me han dicho que es visionaria, pero yo creo que es algo que ya pasaba, solo que cuando haces sátira lo exageras. Y el futuro siempre acaba siendo el pasado exagerado”.
Una década después
En Bienvenidos a Welcome hay muchos personajes, pero casi no hay descripciones de los lugares, todo avanza a base de diálogos. “Es como una sitcom porque hago como una escena de una comedia de situación en cada capítulo”, explica. “Al leer a William Gaddis me di cuenta de que él también lo hacía así: son diálogos y tienes que imaginar quién es el que está hablando. En aquella época leía cosas menos duras que ahora. Leía a autores como Henry Miller y creo que por eso todo el sexo que hay es muy masculino. Me he dado cuenta al leerlo después”.
Si tuviese que escribir la novela actualmente, sería mucho más larga. De hecho, está trabajando en una nueva y tiene ideas para otras dos. Calcula que tendrán 500 páginas cada una. La de ahora se sitúa en un pueblo en el que no para de nevar, por el que una vez pasó una escritora de literatura infantil. Ubicó allí su novela más famosa, La señora Potter no es exactamente Santa Claus y tienen turistas que van a comprar souvenirs. Pero el responsable de la tienda se quiere ir del pueblo y para ello tiene que maquinar una estrategia rebuscada en la que entran en juego un agente inmobiliario y una pareja de escritores. “En el fondo es sobre un chico que quiere escapar a sus orígenes y una parodia a las novelas de terror. De momento llevo 200 páginas”.
La reedición de su primer libro ha coincidido con uno de los movimientos más sonados del mercado editorial en los últimos tiempos. Penguin Random House, grupo al que pertenece el sello con el que publica Fernández, ha comprado la editorial Salamandra. Una operación que nadie esperaba y que apunta a una condensación de la industria en grandes corporaciones.
Según la escritora: “Para autores como yo, la editorial es tu casa. De momento, Literatura Random House mantenía una independencia considerable en el grupo. Yo no he tenido ningún problema con las novelas, son lo que son. La he visto muy abierta a lo literario, a lo que tú quieras hacer y no creo que pase nada”. Añade Fernández que “mientras los grandes grupos sean sensibles a las características propias de cada editorial, mantendrán su público porque los lectores confían en ese sello igual que confían en el autor”.
La conversación termina con una reflexión sobre el parecido de Welcome con Barcelona. “Yo viví en el Raval un año y me da la sensación de que es una ciudad que da la bienvenida a los que están de paso más que a los que vivimos aquí. Me quedé embarazada y me di cuenta de que vivir aquí [ahora vive en un pueblo cercano] con un niño es muy difícil . Está muy vendida”, afirma.
Si el futuro es el pasado exagerado, quizás cuando la novela cumpla 20 años el centro de las ciudades no parecerá un centro comercial, sino que lo serán sin remedio.