'Coliving' en la Feria del Libro en tres metros cuadrados: o compartes caseta o te quedas fuera

En apenas metro y medio, Donatella Lanuzzi intenta colocar los libros que ha traído en varias cajas. No tiene más espacio, pero tienen que caber. Poco a poco cubre las baldas con diferentes ejemplares de color amarillo y negro, los de su editorial, Gallo Nero. A su lado está su compañero Dani Osca, que también se mueve en su metro y medio para distribuir los libros de su sello, Sajalín. Un año más Lanuzzi y Osca van a compartir una de las casetas de la Feria del Libro de Madrid que comienza este viernes y termina el próximo 16 de junio. Quince días en apenas tres metros cuadrados. No son los únicos. Hasta 480 editores comparten caseta este año. Y a veces no son dos, sino hasta tres, lo que predispone para que la feria se parezca cada vez más a un vagón de metro en hora punta.

La explicación de que esto ocurra es una sencilla ecuación de espacios y cantidades. Este año, la Feria ha recortado su espacio en 50 metros –desde la entrada por la calle de Alcalá– por cuestiones de sostenibilidad del parque de El Retiro. A su vez, el número de pequeños editores que quieren estar en la feria no deja de crecer, como reconocen desde la dirección, ya que el encuentro es nacional; es decir, no solo da cabida a editoriales madrileñas, como sí sucede en otras ferias más locales.

Este año, además, se ha cambiado el reglamento para que entren libros autopublicados y facsímiles. “Son los sacrificios que hay que hacer: si los editores nos piden que se aloje a todo el mundo, esto no es una goma, y todos tenemos que hacer sacrificios. Hemos perdido unos pocos metros este año, hemos tenido mucha demanda de participación en la feria, cada año crece. ¿Y qué hemos hecho? Pues si tenemos las mismas casetas que el año pasado, hemos tenido que aumentar las de tres metros para poder ubicar a todos y disminuir las de cuatro metros. De tres metros, 204 y de cuatro metros, 157 casetas”, explica Manuel Gil, director de la Feria del Libro de Madrid. Gil reconoce que para algunas editoriales que pueden tener un catálogo amplio, incluso aunque no compartan, “una caseta de tres metros es insuficiente, pero la idea es volver a sentarnos con los poderes públicos para ver qué metros son los adecuados”. En total, habrá 361 casetas en el parque.

Mínimo de libros 'vivos' en catálogo

Además del espacio, las pequeñas editoriales tienen que compartir, quieran o no. No es tanto por el coste de una caseta de tres metros, en torno a 2.000 euros, que suele ser bastante bien amortizado, como explica Alberto Saéz de Libros del KO, que comparte con Melusina: “Lo divides con tu compañero de caseta y sales a unos 895,5 euros, es verdad que ha subido respecto al año pasado, que fueron 869 euros, y el anterior 854, pero se amortiza”. La necesidad de compartir se debe más bien al reglamento que señala que, para poder estar solo en una caseta debes contar con un número mínimo de libros vivos en el catálogo. Es decir, los que se pueden comprar.

Este año, la Feria ha vuelto a subir el mínimo hasta situarlo en 160 títulos. “Está subiendo desde hace dos o tres años. En mi caso veo muy complicado poder independizarme. Yo ahora tengo 100 títulos, pero llevo diez años en la Feria y ya debería haber llegado a ese número, pero, claro, si lo suben todos los años y yo publico unos 10-12 al año…”, señala Lanuzzi.

Es obvio que cuanta más superficie de caseta se tiene más se factura, “porque tienes más títulos, y normalmente uno antes se hacía sus cuentas para ver cuándo podía llegar a tener caseta propia, pero ahora está muy difícil porque, además, el espacio es el que es”, indica esta editora.

De hecho, esta es la razón que aduce Manuel Gil para explicar por qué cada año el mínimo de libros vivos aumenta: “Es un dato que utilizamos para contener la demanda. Y este año hemos hecho un reglamento inclusivo para que nadie que haya solicitado estar en la Feria del Libro se quede fuera. Es una cifra para que los más pequeños puedan estar y compartir. Hemos cambiado el reglamento para que pueda entrar todo el mundo”, sostiene.

Concentración y diversidad editorial

Precisamente, ese 'todo el mundo' al que se refiere Gil es una muestra de cómo es la industria editorial española. Si algo enseña la Feria del Libro es que la industria es algo más que dos grandes grupos editoriales que parecen coparlo todo. Al contrario, si vamos a las cifras de informes como el del Comercio Interior del Libro 2017 –son los últimos datos disponibles– de la Federación del Gremio de Editores se destaca que de las 737 editoriales agremiadas, 606 son pequeñas editoriales independientes. Es más, según la Panorámica de la edición española, elaborada por el Ministerio de Cultura, en 2017  hubo 259 editoriales nuevas y todas pertenecientes al grupo de pequeños editores, es decir, aquellos que producen menos de 100 títulos al año. Bien es cierto que este número ha ido disminuyendo. Su punto álgido fue en 2012, uno de los años duros de la crisis y el aumento del desempleo, cuando se crearon 366 editoriales.

“Hay dos fenómenos dentro de la industria: la concentración y la aparición de pequeños proyectos. En gran parte se debe a que el mundo digital ha supuesto una ruptura. Hay cada vez hay más sociedades independientes, y evidentemente la feria tiene que estar abierta a todo tipo de sensibilidades”, sostiene Gil. Lanuzzi también observa el mismo panorama, aunque reconoce que una editorial independiente “implica mucho trabajo, y cuando el proyecto es personal… hay mucho gasto de energía. Las grandes no van a cerrar nunca porque son como máquinas, pero las pequeñas…”. De hecho, las fluctuaciones en la aparición y desaparición de sellos siempre es mayor entre los más pequeños.

Sin grandes bestsellers

bestsellersAdemás, los editores independientes reconocen que tampoco es uno de los mejores momentos en el sector editorial. Tampoco hay grandes bestsellers –después de Patria, de Fernando Aramburu, el erial–, ni entre lo más literario ni entre lo más comercial, aunque siempre despuntan los nombres de Almudena Grandes, Elvira Lindo, Arturo Pérez-Reverte, los premios Planeta Santiago Posteguillo y Ayanta Barilli o la sueca Camilla Läckberg, que este año viene a la Feria con nueva novela, Una jaula de oro. Nombres a los que se suman los youtubers y jóvenes poetas.

“El mercado está muy retraído. Hay una crisis sistémica. Y eso hace que de cara al mercado todo sea más conservador. No hay tanta visibilidad, inversiones, hay un poco de pesimismo. Y lo veo hasta en los grandes grupos”, comenta Lanuzzi. Una de las miradas está puesta en Argentina, un país comprador de libros de editoriales españolas. “Allí las ventas han bajado hasta un 70%, el cambio con el dólar es brutal… Y a muchos no les están saliendo las cuentas”, añade esta editora.

Sin embargo, también está la otra cara de la moneda, como le ocurre a los editores del Libros del KO, que este año se plantarán con El director, de David Jiménez, ex director del periódico El Mundo, un título del que se han colocado en librerías hasta 40.000 ejemplares –y se ha previsto una nueva edición para la feria de 5.000 ejemplares–, y con Fariña, de Nacho Carretero, que no pudo venderse el año pasado al estar parada su venta por un juez. “Nuestras expectativas son altísimas.  Vamos con dos libros que han funcionado muy bien y que quizá también suponen una consolidación de la marca para pasar de nuestro círculo de lectores habitual a otro más amplio”, sostiene el editor Alberto Sáez.

Desde la dirección de la Feria también se muestran, pese a todo, optimistas. “Es verdad que el mercado está hiperfragmentdo y a lo mejor no hay un hiperbestseller, pero igual tienes muchos libros que se van a vender mucho. En un mercado tan diverso tienes posibilidades enormes. Hay 280.000 títulos. Para toda demanda encuentra aquí su oferta”, afirma Gil. Aunque, eso sí, esté toda un poco apiñada.