Lo que iban a ser unos cuentos escritos para ser contados de manera oral se han convertido, gracias a la pandemia, en el libro ilustrado “Algunos cuentos completos”, una suerte de “besos apasionados” del escritor gallego Domingo Villar donde personajes casi mágicos transmiten alegría y sanación.
Lo hacen porque en los diez cuentos reunidos bajo este título (publicado por Siruela) el autor gallego afincado en Madrid ha dado vida a personajes salidos del mar, hombre, mujeres y niños que protagonizan historias de vidas “mágicas” en las que el azar construye hechos que parecen increíbles.
“Son cuentos amables y festivos que los guardaba para territorios íntimos, para contar a mis amigos (...) nacen de ideas de historias que he encontrado como se encuentran los gérmenes de las historias, que a veces pueden convertirse en novelas”, dice Villar a Efe en una entrevista con motivo del lanzamiento hoy de este libro que cuenta con linograbados de artista madrileño Carlos Baonza.
Vidas relatadas por Villar como la de Mabel, una niña con un hermano ciego a la que un grupo de amigos le pide que sea la encargada de ir al cine y contarles la película, ya que entre todos solo tienen dinero para comprar una entrada. O la de una mujer polaca que llega a Finisterre y tatúa a todos los animales de la zona; o la de un emigrante gallego que retorna de viejo a su aldea y descubre que tiene el poder de la sanación.
Historias todas que podrían haberse convertido en una novela, pero “Mincho”, el cuento, tiene el poder del “beso apasionado”, es “una vida prestada que tiene una magia breve”. “No es el hermano pequeño -destaca- permite hacer un viaje intenso”.
“Todos los cuentos de este libro tienen referencias de gallegos de la diáspora o de personas que por alguna razón vinieron a Galicia”, matiza este escritor y cuentista que bebe de la tradición del cuento gallego, donde encontramos a grandes autores como Julio Camba, Álvaro Cunqueiro o Emilia Pardo Bazán.
Porque, según recuerda Villar (Vigo, 1971), fue Camba quien dijo aquello de que uno de los rasgos de Galicia eran los cuentos, además de las sardinas.
Según añade, si “Algunos cuentos completos” es una obra “joya” es gracias a los linograbados de su amigo Baonza, un artista “real” que ha conseguido con sus ilustraciones acompañar y hacer “volar más alto” a sus textos.
“Es un libro precioso, un día mi hijo me dijo que le daba pena leérselo por si se estropeaba”, confiesa con una sonrisa este autor para quien los cuentos no son textos que nacen en su mente con la intención de publicar, sino para transmitirlos oralmente. Por eso estos diez no nacieron para ser publicados, pero la pandemia y el confinamiento han hecho que así sea, ya que no podía reunirse con sus amigos y narrarlos, como así le gusta.
Aunque afirma que tiene más cuentos a la espera de ser contados, también avisa que todas sus historias son “producto de la fantasía, el mar y el cielo”. Esos elementos que navegan al son que marca el mar gallego que inunda estas páginas.
Porque Villar ha construido en “Algunos cuentos completos” un universo marino de personajes bañados por la salitre, envueltos en el surrealismo de las leyendas tradicionales gallegas, y protegidos por los acantilados que miran al Atlántico.
Al contrario de lo que pasa con estos cuentos, que todos salieron de manera “fluida”, el gallego explica que no le sucede lo mismo con las novelas. Y es que, para Villar ponerse a escribir un libro es como si tuviera que nadar “sin divisar la otra orilla”. De hecho, no deja de sorprenderle la extensión de algunas de sus novelas, a las que contempla como “sucesiones de cuentos”.
Según concluye el autor, gran amante de la gastronomía y los vinos, su próxima novela no llegará hasta dentro de dos años o “más”.