El escritor británico Kazuo Ishiguro se ha alzado como último ganador del Nobel de Literatura. Lo ha anunciado este mediodía la portavoz de la Academia sueca, Sara Danius, en la sede de Estocolmo. El premio está dotado con una medalla de oro, un diploma acreditativo y una cantidad en metálico de 819.000 euros (ocho millones de coronas suecas).
El año pasado, el músico estadounidense Bob Dylan sacudió todas las encuestas de favoritos y se proclamó como el primer Nobel trovador. Algo parecido ha ocurrido con Ishiguro, de 62 años, que se ha impuesto sobre los nombres que encabezaban hasta hoy las casas de apuestas, como Margaret Atwood, Ngugi Wa Thiong'o y Haruki Murakami.
“Si mezclas a Jane Austen y Franz Kafka, obtienes a Kazuo Ishiguro”. Danius ha descrito al autor nacido en 1954 en Nagasaki, Japón, y nacionalizado en el Reino Unido como “alguien que, en novelas de gran fuerza emocional, ha descubierto el abismo bajo nuestro sentido ilusorio de conexión con el mundo”.
Ishiguro empezó escribiendo guiones para series de televisión y se enroló tarde en la novela, por lo que su bibliografía es una de las más cortas que ha condecorado jamás el Nobel de Literatura. Pero, como la abundancia no es un requisito para la calidad, el periódico The Times le destacó entre los 50 escritores británicos más importantes desde 1945.
Mientras que sus temas más recurrentes son la memoria, el tiempo y la desilusión del ser humano, siente una debilidad especial por periodos como el Japón de la posguerra, el nazismo y por ciertas etapas anteriores a la II Guerra Mundial.
Todo esto toma forma en su novela más famosa, Lo que queda del día, por la que ganó el Man Booker Prize en 1989 y que más tarde fue adaptada a la gran pantalla por James Ivory y protagonizada por Anthony Hopkins, donde el actor británico da vida a un mayordomo obsesionado con el cumplimiento del deber.
Ciencia ficción y música
Sus libros más recientes son de corte fantástico. Con la distopía Nunca me abandones (2005), Ishiguro introdujo una corriente de ciencia ficción en su trabajo, uno de los menos prolíficos que ha premiado la Academia sueca.
En esta novela encontramos también influencias musicales. Kazuo Ishiguro estudió siete años de piano y se ha declarado un melómano confeso. Un llamativo ejemplo es la colección de relatos titulada Nocturnos: cinco historias de música y crepúsculo (2009), obra en la que la música ejerce un papel fundamental en la representación de las relaciones entre los personajes.
En su última novela, El gigante enterrado (2015), una pareja de ancianos inicia un road trip para encontrarse con su hijo, al que no han visto durante años. El británico, residente en Londres, esplora con un tono emotivo cómo la memoria se relaciona con el olvido, la historia se relaciona con el presente y la fantasía, con la realidad.