“No juzgues el libro por la portada” es una frase hecha, el equivalente anglosajón a nuestro “Las apariencias engañan”. Thijs Biersteker, “un director de arte especializado en crear conexiones humanas a través de cualquier medio, interactivo, tv, impreso, etc” ha escogido su significado más literal para hacer una propuesta simbólica: el libro que no puedes juzgar porque él ya te ha juzgado antes.
Como un cruce entre el espejo de Blancanieves y un matón de discoteca, la portada de este libro analiza el rostro que se acerca con intenciones lectoras y decide si es apropiado para acceder a los contenidos. Si la impresión es positiva, el libro se ofrece tentador destrabando un pequeño cerrojo. Si, por el contrario, el rostro que lo mira no le gusta por cualquier motivo, se cierra como una almeja, a la espera de un lector más... mejor.
“Cuando te acercas al libro -explica su creador- el sistema de reconocimiento facial se queda con tu cara y la escanea buscando signos de prejuicios. Si estas ansioso o te sientes escéptico, el libro permanecerá cerrado. Pero si tu expresión es neutral (vacía de prejuicios), el sistema enviará la señal y el libro se desbloqueará”.
La idea de un libro cargado de prejuicios -qué dirá de todo esto Manuel de Landa- le vino juzgando los suyos propios: “A menudo me preocupa lo mucho que el escepticismo y los prejuicios me impiden asombrarme de las cosas -dice en la página del proyecto.- Los prejuicios nunca deberían atrofiar el entusiasmo implacable de ver algo por primera vez”. El sistema funciona con una cámara y una placa de Arduino y acaba de recibir el premio en el congreso de Art Directors Club, en los Países Bajos.