Siete años y ocho borradores después, la escritora Avni Doshi (New Jersey, 1983) puso punto final a su novela y se la envió a Rahul Soni, editor en HarperCollins India. “Mentiría si dijera que nunca he sentido placer cuando a mi madre le ocurre una desgracia”, arranca este best seller internacional, en España editado por Temas de Hoy y traducido a 24 lenguas. Una novela sobre la dañina y traumática relación entre una madre que cuidó poco y mal a su hija, y una hija que ahora debe cuidar de su madre tras haberle sido detectado alzheimer.
El editor Rahul Soni llamó a su amiga y agente literaria María Cardona, de Pontas Agency de Barcelona, para hablarle sobre las maravillas del texto, y sobre el potencial indiscutible de la desconocida Avni. Doshi merecía una agente de primer nivel que moviese su obra por todo el mundo. Pontas Agency está especializada en representar a mujeres, y sobre todo, a mujeres racializadas y de mucha calidad literaria como son Minna Salami, Kopano Matlwa, Clarissa Goenawan o Shubhangi Swarup.
Cardona quedó prendada de Avni Doshi, que pincha y hiere, y cuestiona sin fisuras la maternidad, los cuidados, el olvido y la memoria. Dice Antara, la protagonista: “Ahora me parece que esto de que se le olviden las cosas le conviene, que no quiere acordarse de las cosas que ha dicho y hecho. Me parece injusto que pueda quitarse el pasado de la cabeza mientras que yo la tengo a rebosar de pasado todo el tiempo”. ¿Cómo se atiende a una persona que te relegó a los márgenes? ¿Cómo te haces cargo de alguien que no se ocupó de ti? ¿Cómo se aparca el odio, los malos sentimientos, incluso el deseo de matar a una madre para cuidarla?
Avni Doshi escribe sobre la India y sus costumbres, las comidas, los olores, los privilegios y los ropajes. Y, sobre todo, escribe descarnadamente: “Cuando Dilip me lo come, restriega la nariz contra mis labios e inspira. No huele a nada, dice. Está orgulloso de esta cualidad, dice que es inusual y que puede que sea una de las razones por las que podía imaginarnos estando juntos”. La novela es un ejercicio de recuerdo de una Antara adulta, que ve a su madre perder día a día la memoria, y que con una relación abruptamente infernal tiene que hacerse cargo de ella.
María Cardona habló con su jefa, la directora de Pontas, Anna Soler-Pont, y decidieron representarla. En la India se había publicado como Girl in White Cotton, un auténtico acierto dado lo que cuenta la protagonista: “Mi madre empezó a vestirse de blanco. De blanco de arriba abajo todo el tiempo, como los seguidores del ashram. Siempre de algodón”. Vestía de blanco y no conocía a nadie que hubiera muerto, el blanco color del luto en la India. Con sus prendas blancas, abandonó el seno familiar (matrimonio concertado por los padres) y se metió en una secta para ser la mujer del líder. Tara, la madre, se lleva a Antara pero la abandona a los cuidados de la comunidad. “Puede que mamá viera este algodón blanco como un medio para alcanzar su verdad, como una página en blanco en la que reinventarse y encontrar la libertad. Para mí era distinto: este algodón blanco era una mortaja que nos cubría como muertas vivientes. Ese color fue el que convirtió mi vida en una especie de cárcel”.
El azúcar que envenena
El primer sitio al que sus agentes literarias vendieron los derechos fue al Reino Unido. Y como el mercado editorial va por modas, la editora inglesa decidió cambiarle el título porque allí funcionan los más cortos: acabó en Burn Sugar, el Azúcar quemado que en Temas de hoy decidieron para España. El título hace referencia al azúcar que la madre de Antara consume de mayor y enferma como una adicta, y que su hija no le prohíbe, todo lo contrario, le ofrece, para así dañar su salud lentamente.
Avni Doshi estudió arte en Nueva York y luego Historia en Londres, después estuvo unos años viviendo en Pune, lugar en el que ambienta la novela y vive parte de su familia materna. Antes del boom del libro y de poder vivir de sus royalties, Avni era curator de arte, igual que la protagonista de su novela. En una performance creativa, desde hace muchos años, Antara dibuja cada día y de memoria, la cara de un hombre que ha dibujado el día anterior. Con los años, la primera cara no tiene nada que ver con la última trazada. Pero, ¿quién es el hombre que dibuja? Cuando la madre lo descubre, en un estado de locura soberana, quema el taller de la hija. ¿Es posible que la madre y la hija estuvieran enamoradas del mismo hombre? He ahí el precipicio definitivo de la relación maternofilial.
María Cardona recibió una noticia que sabía que le iba a ayudar a empujar esta historia. El primer libro de Avni Doshi estaba nominado al Booker Prize, nos cuenta la agente: “Es el premio en lengua inglesa más importante del mundo. Es un premio a obra publicada y son los editores los que presentan el libro al premio. Cada año hay un jurado diferente y casi siempre son escritores de renombre y algún crítico. Primero se presenta una Long List que son 13 libros, y al cabo de tres meses, presentan la Short List que son seis. Esos seis ya son los finalistas y ahí llegó Avni. Llegar a la Short List del Booker desencadenó un dominó de países que querían publicar Azúcar quemado. En Inglaterra vendió de junio hasta diciembre del año pasado más de 70.000 ejemplares”. El Booker Prize da un prestigio internacional, un sello de calidad y un empujón en las ventas.
Avni Doshi parió a su primera hija tres semanas antes de que explotara el éxito en Inglaterra. En un puerperio complicado dado que sufrió depresión postparto, Avni empezó a atender a los periodistas dando de mamar. “Vivía de manera explosiva la maternidad, mientras que su libro, precisamente sobre ser madre y sus complicaciones, ser madre y arrepentirse, o no saber si ser madre es una decisión o una imposición, cada vez ganaba más adeptos”, cuenta María Cardona que, éxitos y cuidados mediante, se ha hecho amiga de su representada.
“Sigo cerrando contratos y vendiendo derechos. Los últimos al polaco, al coreano y al lituano. Lo más interesante es la visión explícita de la ambivalencia de la maternidad, sus luces y sus sombras. Aunque la historia es ficción porque ella se lleva muy bien con su madre, lo que tiene de verdad son las profundas reflexiones sobre la maternidad”, concluye la agente literaria de Barcelona.