Antes de empezar a hablar de literatura feminista, deberíamos hacer una reflexión. ¿A qué se refiere? ¿Es una etiqueta, un género, una burbuja o una generación? Las dos últimas quedarían descartadas al leer una crónica de El País de 1977 que habla de un nuevo boom que sustituía al de la literatura política y que respondía, según la periodista, a una reacción comercial concreta: el interés de algunos por “saber lo que dicen y reivindican las furibundas feministas esas”.
El mercado editorial es experto en alzar el dedo y medir los cambios de dirección del vendaval social. En estos más de cuarenta años, la palpitación feminista nunca se ha detenido del todo, pero de vez en cuando se forman taquicardias que responden a un contexto político o un suceso concreto.
En 1977, fueron las primeras elecciones libres después de la dictadura. En 2016, fue la violación múltiple de La Manada; en 2017, el escándalo de Harvey Weinstein; y en 2018, un grito de guerra absoluto ante todos los abusos, desigualdades y agresiones que se habían escondido debajo de la alfombra.
La literatura no ha hecho más que recoger un sentir general y, de paso, equilibrar la balanza hacia las voces que habían sido silenciadas sin excusa. Pero hablar de boom literario es una forma de apelar a su extinción. Ninguna moda dura para siempre. Es también la manera que tienen muchos de justificar su desagrado ante un cambio que les desfavorece. Son los que identifican el boom con las cuotas y con las excusas para publicar todo lo que tenga unas letras moradas y un puño alzado en la portada.
Habrá quien se haya favorecido injustamente con este cambio de paradigma y, como dice Luna Miguel en esta columna, quizá “la industria editorial haya encontrado una nueva gallina de los huevos de oro en este tipo de publicaciones”. Sin embargo, volviendo a la clasificación del principio, tampoco se trata de un género ni de una etiqueta. Porque el feminismo ya no cubre a la literatura como si fuese un papel de regalo violeta, sino que la recorre desde dentro casi de forma imperceptible.
Eva Baltasar puede provocar con la masturbación infantil y ser feminista. Maria Sánchez puede poner el acento en la marginalización del campo y en el mito de la España vacía, y serlo también. El feminismo no es un solo tipo de literatura, es la razón por la que leemos a autoras con discurso que quizá hace unos años hubiesen acabado en el cajón de sastre de una editorial.
También es el motivo por el que escuchamos a intelectuales, historiadoras y filósofas que siempre han estado ahí pero en la fila de atrás. Por último, es la oportunidad de releer a clásicas que formaron parte del boom en los setenta y que hoy en día se han ganado el derecho de encabezar la estantería de “autoras imprescindibles”. A secas.
Porque no hace falta incluir la definición académica de feminismo para entrar en una lista de lectura feminista, este 8M desechamos etiquetas, generaciones y booms con ocho títulos escritos por enormes mujeres que se pueden encontrar en cualquier sección de las librerías.
La batalla por el paraíso, de Naomi Klein
La batalla por el paraísoEditado por Paidós y traducido por Teresa Córdova Rodríguez
Klein es una de las voces más carismáticas y estables del movimiento anticapitalista. Su firma aparece regularmente en el New York Times, The Nation o Democracy Now y es normal ver su cara en documentales sobre los abusos corporativos y los derechos civiles. Gracias a su trilogía formada por La doctrina del shock, No Logo y Esto lo cambia todo, la canadiense se convirtió en la madrina que necesitaba la corriente antisistema.
Su libro más reciente, La Batalla por el Paraíso: Puerto Rico y el Capitalismo del Desastre, analiza los esfuerzos de recuperación tras el huracán María en la isla, pero debería tomarse como el aperitivo a la bibliografía de una de las autoras más influyentes de la década pasada.
La periodista vuelve a revisar las fuerzas de las políticas del shock y del capitalismo del desastre encapsuladas en un caso concreto que busca minar la visión radical y resiliente de una recuperación justa.
La civilización, de Mary Beard
La civilizaciónEditado por Crítica y traducido por Silvia Furió
Beard ha sido una tardía figura de renombre en Reino Unido gracias a sus libros, su blog y sus didácticos programas de televisión.
En España la descubrimos aún más tarde, en 2016, tras ser galardonada con el Premio Princesa de Asturias. Sus libros se destacan en las estanterías de Historia por ofrecer un enfoque proletario y feminista que ofrece un respiro respecto a la lectura ceniza y académica de muchos expertos.
Su título más feminista -Mujeres y poder- recogía un discurso que pronunció en Harvard sobre la presencia femenina en el discurso. Sin embargo, no es extraño encontrar paralelismos en sus escritos entre el abuso de poder en la cultura antigua con los comportamientos machistas de la actualidad. En su último, La civilización en la mirada, Mary Beard recorre la historia algunos gobernantes autócratas que trataron de consolidar su poder a través de imágenes monumentales de ellos mismos.
Lectura fácil, de Cristina Morales
Lectura fácilEditado por Anagrama
Angels, Patri, Marga y Nati viven juntas en un piso tutelado de la Barceloneta. Aunque las cuatro son reconocidas por la administración como discapacitadas intelectuales y llevan el mismo camisón de distintos colores, no todas tienen el mismo porcentaje de discapacidad, aunque esa misma administración que las “protege” las quiera homogeneizar desde su encierro domiciliario.
Una de sus técnicas infalibles es esterilizarlas “por su bien” -como hacen con el 90% de las mujeres con discapacidad-, ante lo que ellas se rebelarán en distintos grados.
Cada una se expresa en primera persona en Lectura Fácil, de Cristina Morales, última novela ganadora del premio Herralde, para contar cómo viven, aman, se masturban e increpan a una sociedad que las confina bajo un halo de falsa integración.
Iluminada, de Mary Karr
IluminadaEditada por Errata Naturae y traducida por Regina López Muñoz
Hay mujeres capaces de escribir provocando la tristeza más honda y la risa más sincera. Si hubiese que destacar a una autora capaz de hacer malabares entre esas dos líneas rojas, esa sería Mary Karr. Cuando El club de los mentirosos se publicó por primera vez en Estados Unidos, en 1995, fue un éxito arrollador y elevó el arte de la narrativa memorialística a un nivel completamente nuevo.
Durante un año se mantuvo en la lista de best sellers del New York Times y, mientras, su autora recibía a diario cientos de cartas escritas por mujeres que le agradecían haber hecho una crónica de su estancia en el infierno y a la vez haber dejado un resquicio a la esperanza. Veinte años más tarde, la estadounidense regresa con Iluminada, donde en lugar de hacer una retrospectiva, cambia el foco hacia sí misma sin piedad y sin sentido del ridículo.
Su prosa visceral siempre ha incomodado a muchos, mientras que a sus lectoras les ha descubierto la posibilidad de hacer terapia literaria hablando del amor, la fe, el alcoholismo, el matrimonio y la maternidad sin caer en la autocompasión.
Crudo, de Olivia Laing
CrudoEditado por Alpha Decay y traducido por Albert Fuentes
En La ciudad solitaria, Olivia Laing hizo un deslumbrante trabajo de biografía, memorándum y crítica cultural. Cuando la británica se mudó a Nueva York a los treinta años, se vio abocada a enfrentarse a la soledad más desesperante, de cuyas preguntas nació su primer ensayo.
Un año más tarde, la autora se ha inaugurado en la novela por todo lo alto: entrando a la lista de los 100 mejores libros del New York Times.
En Crudo captura el estado de sobreexcitación, neurosis e incertidumbre que rige en Occidente a través de una heroína atípica y un diagnóstico del que podría ser el verdadero mal del siglo XXI: la aversión al compromiso, la incapacidad de pensar a largo plazo con seriedad, y el miedo a un futuro que, si pinta negro, es en buena medida porque nada hacemos realmente para cambiarlo.
El cuaderno dorado, de Doris Lessing
El cuaderno doradoEditado por Lumen y traducido por Helena Valenti
“Describía muchas emociones femeninas de agresión, de hostilidad, de resentimiento. Aparentemente, lo que muchas mujeres pensaban, sentían y experimentaban les causó gran sorpresa. De inmediato entró en acción un arsenal de armas muy antiguas. Como de costumbre, las principales apuntaron a los argumentos ”ella no es femenina“ o ”ella odia a los hombres“.”
Tras la muerte de Doris Lessing en 2013, muchos quisieron mantenerla únicamente como un icono feminista por esta obra, donde la protagonista Anna Wulf se narra, con saltos, como mujer, madre, ente político y amante.
Pero su obra más conocida es mucho más que un alegato. Como dijo Rosa Montero, “El cuaderno dorado nos enseñó que la ”experiencia femenina“ no era ni más ni menos que una experiencia profundamente humana”.
Cambiar de idea, Aixa de la Cruz
Cambiar de ideaEditado por Caballo de Troya
La bilbaína Aixa de la Cruz es doctora en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Ha publicado las novelas Cuando fuimos los mejores (Almuzara, 2007), De música ligera (451 Editores, 2009) y La línea del frente (Salto de Página, 2017), y el libro de relatos Modelos animales (Salto de Página, 2015).
En Cambiar de idea, que llegará a las librerías el 22 de marzo, firma una adictiva y brutal crónica en primera persona sobre su paso a la treintena. Cambiar de idea es un giro radical en la escritura de su autora y un punto de inflexión idóneo para reflexionar sobre el paso a la edad adulta.
“He tardado diez años de lecturas, y fiestas, y conversaciones con las mejores mentes de mi época en entender que el avatar de hombre es el traje nuevo del emperador”.
Paprika Johnson y otros relatos, de Djuna Barnes
Paprika Johnson y otros relatosEditado por La navaja suiza y traducido por Ce Santiago
A pesar de ser admirada por autores de la talla de James Joyce, T. S. Eliot, Carson McCullers o AnaiÌs Nin, Djuna Barnes cayoÌ en el olvido al ser eclipsada por los hombres de su generacioÌn, “la generacioÌn perdida”.
Ella desafioÌ las convenciones literarias y sociales, como muestran los relatos de esta antologiÌa, muchos de los cuales tienen como protagonistas a distintas mujeres que encarnan un nuevo mundo femenino.
Su estilo caracteriÌstico y el brillante ingenio para la metaÌfora que protagonizaron su obra a lo largo de toda su vida estaÌn ya presentes en estos relatos de juventud que retratan la bohemia de Greenwich Village de principios del siglo XX y que publicoÌ por primera vez en distintas revistas y perioÌdicos. En Paprika Johnson pueden sentirse las ganas de vivir de una joven dispuesta a comerse al mundo, al mismo tiempo que lo observa con detenimiento desde una mentalidad de otro siglo, desde el futuro.