Entrevista

Nicola Lagioia, escritor: “Europa, tal y como fue pensada y soñada, corre el riesgo de destrozarse”

Jaime Molero

17 de junio de 2024 22:06 h

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Contar lo que no funciona entre los humanos. El escritor italiano Nicola Lagioia lo tiene claro. Ya lo hizo en La ciudad de los vivos (2020), su novela más reconocida hasta el momento y un reflejo del lado oscuro de Roma a partir de un crimen real. Ahora, La ferocidad —publicada originalmente en 2014— llega en su primera edición en español para atrapar al lector en una trama basada en una sospechosa muerte y rodeada de la peor parte del alma humana, del “instinto depredador del ser”.

“Épocas, ciudades y personajes distintos, pero muchos elementos en común”. Así explica Nicola Lagioia la relación entre La ciudad de los vivos y La ferocidad. Dos novelas que dialogan entre sí y trazan lazos a partir de una premisa común, la investigación del mal en sociedad. La ferocidad fue escrita en 2014, pero el mundo que retrata este libro “no ha cambiado”. “De hecho, quizás es más actual hoy en día que cuando lo escribí”, explica Lagioia a elDiario.es, durante una visita a Madrid.

Un crimen en el seno de una familia influyente. El poder, la riqueza, la corrupción, las relaciones sexuales o las adicciones. Todos ellos son temas recurrentes en la obra de Lagioia. Una radiografía de los claroscuros de la sociedad que pretende investigar lo que no funciona entre nosotros y explorar la ferocidad latente en cada individuo. 

¿Qué comparten La ferocidad y La ciudad de los vivos?

Los dos libros tienen un contacto y dialogan entre sí. Cuando escribí La ciudad de los vivos lo hice porque el homicidio de Luca Varani me llamó mucho la atención y me sentía cercano a esa historia. En un primer momento, no pensé en la conexión que podía tener con La ferocidad, pero después sí. Uno es ficción y el otro está basado en un hecho real, pero a pesar de las diferencias, la investigación del mal es lo que hay en común en los dos libros. Son libros oscuros que investigan lo que no funciona entre nosotros. 

No sabría por qué, pero nuestra sociedad estaba yendo hacia una dimensión en la que el instinto de prevaricación y de violencia estaba tomando cada vez más poder. Esta era la atmósfera que sentía a mi alrededor y estos dos libros reflejan esta atmósfera.

Corrupción y poder. Dos de los grandes temas de La ciudad de los vivos y La ferocidad, ¿cómo analiza estas problemáticas?

Yo, como escritor, no critico las cosas, las cuento. El ciudadano y el escritor se mueven por caminos distintos. Como ciudadano, estoy indignado por los episodios de corrupción, la cual daña la colectividad. Sin embargo, como escritor esto me interesa. Forma parte del alma humana, la avidez y el instinto depredador del ser humano. Las historias de corrupción son importantes porque revelan una serie de aspectos del alma humana que no saldrían a la luz de otra manera. 

Si como ciudadano tengo que ser moralista e indignarme, el escritor no se indigna ni escandaliza, simplemente quiere entender y conocer aquellos fenómenos más bajos de la experiencia humana.

Detecto en las nuevas generaciones una apatía hacia el sexo. Es muy importante entender cuál es tu orientación sexual y la cuestión de género, pero me parece que para ellos es menos importante tener sexo, hacer sexo. Esta apatía es una pena

El sexo es un elemento muy presente en su obra, ¿qué relación observa hoy en día con la sexualidad?

Recuerdo, por ejemplo, que la generación de mis padres estaba obsesionada con el sexo. Basta con leer un libro de Philip Roth o ver una serie como Mad Men. Estaban obsesionados porque venían de una sociedad sexofóbica de gran represión. Se veía como algo prohibido y, en el momento en el que prohíben una cosa, esta se convierte en eso que quieres hacer.

Después, hubo una temporada de gran libertad sexual. Pero ahora detecto en las nuevas generaciones una apatía hacia el sexo. Es muy importante entender cuál es tu orientación sexual y la cuestión de género, pero me parece que para ellos es menos importante tener sexo, hacer sexo. Esta apatía es una pena. Digamos que podía ser preocupante el hambre de sexo de las generaciones anteriores, pero esta apatía, esta sexofobia actual, me parece un poco triste. 

El sexo es una herramienta perfecta para conocer a otra persona, para conocernos a nosotros mismos íntimamente. Para mí, todas las formas de comunicación no verbales me parecen muy interesantes porque se salen de mi trabajo cotidiano. El sexo entre adultos que dan su consentimiento es una herramienta para comunicar sin usar la palabra. Más allá de la reproducción, creo que esta comunicación del sexo es algo que debería merecerse un poco más de confianza.

No puedo obviar la situación política actual. ¿Cómo ha vivido las elecciones europeas y qué opinión le merecen los resultados obtenidos?

Me parece que Europa quiere tirar para atrás las agujas del reloj de hace 100 años. Es como si volviésemos a 1924. Es como si pareciera que va a pasar lo mismo. En aquel momento también fue Italia una especie de laboratorio político de algo que pasó en otros lados. El fascismo nació en Italia y luego se difundió en otros países. Podría parecer que está pasando lo mismo, pero no creo que sea tan sencilla la explicación.

Tenemos una extrema derecha que tiene como referencia unos mitos muy antiguos como Dios o patria. Mitos monstruosos, en mi opinión, pero que enganchan a la gente. Y luego, tenemos una izquierda que se ha casado con el capitalismo, que antes era de derechas. 

Tanto la derecha como la izquierda tienen recetas viejas para un mundo completamente nuevo. En el año 2024 el mundo es muy distinto al de 1924. Ahora tenemos problemas como el cambio climático, la inteligencia artificial o la inmigración, una serie de cuestiones que las recetas del siglo pasado no pueden solucionar. Además, creo que la Unión Europea, tal y como se ha gobernado hasta ahora, es una especie de criatura burocrática rara que no puede fascinar al elector. 

Evidentemente, me preocupa la evolución de la extrema derecha. La derecha toca emociones profundas y lo hace de manera inquietante, habla del miedo profundo de las personas. Vuelve atrás en el tiempo, intenta controlar el cuerpo de la mujer tal y como se hacía hace mucho tiempo, como con el debate sobre el derecho al aborto. El cuerpo de la mujer siempre se ha considerado como algo peligroso, sobre todo por el hombre, y estamos volviendo a aquella situación.

Me preocupa la evolución de la extrema derecha. La derecha toca emociones profundas y lo hace de manera inquietante, habla del miedo profundo de las personas. Vuelve atrás en el tiempo

¿Qué consecuencias inmediatas observa en las sociedades occidentales?

Tengo la sensación de que cada vez nos encontramos en un mundo nuevo que no tiene un marco político que pueda contenerlo y, cuando pasa esto, puede haber catástrofes. La situación actual es preocupante. Por ejemplo, ha aumentado nuestra falta de sensibilidad. Hay dos guerras a pocos kilómetros de nosotros, una en Ucrania y otra en Gaza, y no nos afecta.

Hay algunos jóvenes que protestan, pero no me parece que la gente esté muy indignada. Europa nació de las cenizas de una guerra horrible. Se basó en ideales de hermandad, solidaridad y cercanía entre pueblos distintos y me parece que en los últimos años esto se ha debilitado. Europa, tal y como fue pensada y soñada, corre el riesgo de destrozarse. 

La situación actual es preocupante. Ha aumentado nuestra falta de sensibilidad. Hay dos guerras a pocos kilómetros de nosotros, una en Ucrania y otra en Gaza, y no nos afecta

En La ferocidad es muy importante el poder y las relaciones dentro de la familia Salvemini, una de las más influyentes de la zona, ¿por qué elegir una familia poderosa como el centro de su novela?

Las historias de familias poderosas siempre son interesantes porque en cada familia hay sentimientos y fuerzas que contrastan entre sí. Los miembros de una misma familia se quieren, pero a la vez a lo mejor están en competición entre sí. Hay celos, envidia y rencor. Entonces, los sentimientos positivos y negativos se pueden entrelazar en una familia de manera indisoluble. Esto es muy interesante desde el punto de vista narrativo.

La familia también es un lugar ideal para construir un secreto. En cada familia hay información que solo algunos miembros conocen, y los demás no. En el caso de los Salvemini, es interesante su relación con el poder. No son una familia rica desde hace muchas generaciones, sino que son nuevos ricos. Esto conlleva diferencias en la relación con el dinero y en el comportamiento. Los ricos de siempre son mucho más agarrados que los nuevos ricos y también son más fríos, alejados y poco humanos. Los nuevos ricos, por su parte, son incluso demasiado humanos porque se han hecho por sí mismos y tienen una tormenta emocional interior que se evidencia. 

El poder es un mal bicho, y el que lo tiene siempre quiere más. Cuando se acumula se convierte en algo destructivo y autodestructivo. La familia y la gestión del poder me parecían temas interesantes para crear una novela porque, además, en muchas familias de este tipo siempre acaba naciendo un hijo o una hija que decide ir en la dirección contraria y que polemiza la familia. 

La peor arma para luchar contra las drogas es el prohibicionismo, yo soy antiprohibicionista. Debería de tratarse a través de la instrucción, formación y conocimiento, es decir, conociendo sus efectos

En su obra también hay algunos temas polémicos como el adulterio, las drogas o acciones cerca de lo incestuoso, ¿por qué decidió retratar esta parte de la sociedad?

El incesto es un mito literario antiguo. Es un tema escabroso, es un tabú, y como todos los tabúes, es interesante contarlo. La relación entre géneros en La ferocidad está determinada por la presencia masculina depredadora. Hoy en día se habla de patriarcado, pero cuando yo era joven se hablaba de machismo. 

En La ciudad de los vivos el sexo se trata de otra manera, es el sexo entre dos hombres. Esto me llamó mucho la atención porque los protagonistas, que son más jóvenes que yo y, por ende, pensaba que serían más abiertos, viven algunos problemas que no han cambiado. A uno de ellos, le preocupa mucho más que la gente piense que él es homosexual y no que la gente sepa que él ha matado alguien. Es increíble que a un chico de 29 años que vive en una ciudad grande como Roma siga importándole esto. Me llamó mucho la atención esta inmadurez sexual, lo cual es evidentemente un reflejo de la sociedad. 

En cuanto a las drogas, creo que la mayoría de Gobiernos, al menos en los países occidentales, están equivocados. Identifican a los drogodependientes como delincuentes, mientras que deberían tratarse como personas enfermas, están enfermos. La peor arma para luchar contra las drogas es el prohibicionismo, yo soy antiprohibicionista. Debería de tratarse a través de la instrucción, formación y conocimiento, es decir, conociendo sus efectos.