Antes de ser un refugio de libros, libreros y lectores, la Cuesta de Moyano albergó el primer zoológico de Madrid fundado por Carlos III en 1774. Los libreros de viejo llegaron allí después de pasear su ingente trabajo por muchos lugares de Madrid. Antes habían estado en Atocha, y después en el paseo del Prado, delante del Jardín Botánico. Tuvieron que trasladarse debido a que el director de dicha institución consideraba perjudicial la situación de las casetas. Así, los libreros llegaron a la Cuesta de Moyano en 1925 para convertirse en un caso único en el mundo: asentarse como una calle completa y exclusivamente dedicada a la compraventa de libros.
Desde entonces hace más de noventa años que todas las mañanas nietos, hijos y padres de libreros han levantado las persianas de las 30 casetas que hoy forman la feria del libro permanente de la capital. Una feria que, tras tantos años de combatir en las trincheras culturales, no pasa por su mejor momento. Son pocos los jóvenes que la conocen y su visibilidad ha ido a menos de un tiempo a esta parte.
Hoy la Cuesta es testigo del proyecto Territorio MoyanoTerritorio Moyano. Un plan impulsado por la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Museos y puesto en marcha por el colectivo ¡Hostia un libro! (en adelante HUL)para el fomento de la dinamización lectora. El objetivo: una nueva vida para el lugar que sea capaz de captar nuevos públicos y que a su vez rinda homenaje a su importancia histórica.
Boquerones y castañas culturales
En los años 20, un boquerón costaba quince céntimos, lo mismo que un libro de segunda mano. Al escritor y periodista vanguardista Ramón Gómez de la Serna, lo que podría ser un mero detalle le parecía toda una revelación y así se encargó de hacerlo saber, popularizando un mote con el que la cuesta ha convivido desde entonces: la feria del boquerón.
En su honor, en 2016, se empieza a tejer la llamada Red Boquerón, una comunidad abierta en torno a la Cuesta de Moyano en la que participan los libreros de la Cuesta, instituciones públicas de la Administración, instituciones culturales vecinas -como el Museo del Prado o el Reina Sofía-, y entidades y comunidades del mundo del libro de Madrid. Entre las sinegrias de esta comunidad surge Territorio Moyano, un proyecto de dinamización como respuesta a una demanda insistente de justa de relevancia que los libreros llevaban tiempo haciendo.
“No es un secreto que el sitio estaba un poco de capa caída”, nos cuenta Pedro Toro, miembro del colectivo HUL, entidad que forma parte de la Red Boquerón y que organiza todos los años el festival de microedición más importante de Madrid. “Iba más poca gente que antes y no era el sitio de referencia que había sido. Pero las razones son extremadamente variadas: una mezcla de factores sociales, económicos y también incluso diría que generacionales”.
El colectivo al que pertenece Pedro Toro recibió en 2016 la propuesta de realizar una actividad para Territorio Moyano. Entonces se pusieron manos a la obra y organizaron un encuentro con el escritor Jesús Carrasco y un mazagine radiofónico llamado El último Moyano, ambos con un éxito notable de asistencia y participación.
“A raíz de eso el Ayuntamiento puso en marcha un proyecto para gestionar la Caseta 1 de la Cuesta, que antes vendía publicaciones institucionales y de la imprenta municipal. Presentamos una idea, llamada La 1 de Moyano y ganamos”, cuenta Pedro Toro. Según él, la idea de la gestión de este espacio es que se convierta en una residencia para distintas propuestas culturales y artísticas vinculadas al mundo del libro. Por eso La 1 de Moyano sólo estará activa seis meses. Luego llegará otra propuesta, con otra gente y distintas actividades.
“Realmente nosotros nos lo estamos tomando un poco como un lienzo en blanco en el que estamos pintando de todo”, cuenta el miembro de HUL, “con exposiciones, charlas, presentaciones, hasta un escaparate en el que recogemos libros del resto de la cuesta para mostrarlos”. Fieles a su filosofía, el colectivo ha bautizado la caseta como Barraca de boquerones y castañas culturales para “transmitir la idea de que es un proyecto en el que cabe de todo, siempre con esa vertiente popular con el espíritu común de verbena”, dice Pedro Toro. “Queremos ser atractivos no sólo al público especializado en el mundo de los libros o la gente que ya nos seguía de antes. Se trata de conseguir una oferta atractiva para cualquiera que pase por allí y les haga quedarse y conocer el resto de casetas”.
Así se han puesto en marcha 24 fines de semana en los que la Barraca de boquerones y castañas culturales será la sede multitud de actividades dispuestas a dar vida a la Cuesta. Así empiezan a caminar actividades como La selección de Don Claudio, una muestra semanal de la variedad de libros que se pueden encontrar en los diferentes puestos, La Universidad de Moyano, un programa de encuentros y clases magistrales en torno a los libros, o Chanquetes y Boquerones, una serie de talleres para niños y adultos en los que imaginar y realizar fanzines. Y eso es sólo una muestra de lo que se irá realizando. De hecho, la programación de marzo ya está disponible.
“Nuestra línea viene de HUL y serán actividades relacionadas con los libros pero también con la cultura popular y accesible. Intentamos que no haya mucha diferencia entre alta literatura y literatura popular o de bolsillo. Es algo que también está en Moyano: un sitio donde te puedes encontrar desde una novelita de vaqueros hasta un incunable rarísimo”, describe Pedro Toro.
No obstante, cuando La 1 de Moyano termine su andadura los libreros seguirán ahí. Ellos son los que abren sus puestos día tras día para difundir cultura y seguir luchando por el respeto que el libro merece. “Queremos que los libreros sepan que ese espacio también es suyo”, puntualiza el miembro de HUL. “Me gusta hablar de Moyano como un ecosistema. Hay diferentes sensibilidades y objetivos. Así que sí, es cierto que los hay de pesimistas y optimistas con lo que significa este proyecto de dinamización”.
Olvido institucional frente a trabajo histórico
“La nueva programación cultural es una actividad puntual realizada durante unos meses. Van a hacer muchas cosas pero eso no una renovación de la Cuesta como tal: los libreros seguimos con la misma actividad desde hace 92 años”, cuenta Francisco Moncada, presidente de la Asociación de Libreros de la Cuesta de Moyano.
“Este nuevo proyecto es una buena señal pero lo importante es el trabajo que llevamos a cabo y lo que significa. De lo que se trata es de salvaguardar y poner en valor un lugar único en el mundo”, explica Moncada, “y no exagero un ápice: desde el principio al final de la calle lo único que hay y ha habido siempre son libros. Es un lujo que tiene Madrid y al que no se le ha prestado la suficiente antención”.
“Yo lo he dicho mil veces, yo quiero ser francés y cuidar el patrimonio cultural como lo cuidan ellos”, compara el presidente de la asociación. “Los buquinistas del Sena, que también se dedican a la cultura y al libro, llevan trescientos años de actividad y son un símbolo cultural de los franceses que se respeta y se valora en todo el mundo. ¿Por qué aquí no?”.
La cuestión se queda en el aire y sin respuesta. Mientras, muchos de los libreros se quejan de que ha habido decisiones políticas que les han perjudicado mucho más de lo que cabria esperar. Una fue la peatonalización de la calle, una obra que se hizo debido a la necesidad de trasladar una subestación eléctrica situada en la cercana calle Almadén. “Cuando aquello se prendió fuego tuvieron que moverla sitio, pero lo hicieron con nocturnidad y alevosía. Lo digo claramente. Aquello ardió en el mes de julio y en el mes de agosto ya habían dejado la calle preparada para poner la estación”, narra Moncada.
“Antes mucha gente que se acercaba a la cuesta con su coche a vendernos libros. Ahora, con la peatonalización, el paseante es casual y siempre está de paso. Antes había que pasar por delante de las casetas sí o sí. Es un inconveniente que lo que están haciendo es que baje de manera dramática la venta de libros”, explica.
Ahora, además de la programación cultural de La 1 de Moyano, está presupuestada la construcción de un espacio nuevo en la calle. Lleva diez años proyectada una cafetería, que una vez construida se pretende que sea también un espacio de reunión para presentaciones de libros, conferencias o charlas. También es necesaria la adecuación del entorno mediante la construcción de un mobiliario urbano conveniente pues la calle, siendo peatonal, sigue sin tener bancos en los que sentarse.
“Somos escépticos pero también estamos ilusionados porque hay programadas actividades y se está publicitando bastante”, cuenta Mondaca. No obstante “la Cuesta necesita revitalizarse y este proyecto no es suficiente, necesitamos otras medidas como la visibilidad en las guías turísticas y la implicación activa, que estamos viendo con el Ayuntamiento, concretada en medidas y hechos reales”, explica. “Nosotros lo que reclamamos que se defienda la Cuesta de Moyano porque lo que se está defendiendo de verdad es el libro: la base fundamental de la cultura y el desarrollo de la libertad”, cuenta Francisco Moncada.
La Cuesta de Moyano ha vivido muchas etapas en sus 92 años de historia. Ahora empieza una nueva en la que las sinergias creadas por distintos actores culturales e institucionales tienen la oportunidad de convertir la feria de libros permanente en el lugar de referencia que nunca debió dejar de ser. Mientras, siempre podemos acercarnos cualquier día a una de las casetas que allí siguen, contra viento y marea, difundiendo y defendiendo la cultura.