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De Quevedo a Miguel Hernández: ocho siglos de argumentos contra la tauromaquia

“Los españoles que quieren dejar de serlo luchan contra la fiesta de los toros”, dijo Esperanza Aguirre en 2014 durante Feria de Abril de Sevilla. Para la por entonces presidenta del PP de Madrid, acabar con los festejos era sinónimo de “desprestigiar” a España. Esa es la razón por la que llegó a declarar el espectáculo como Bien de Interés Cultural, para “defenderlo de los ataques de los malandrines”. A pesar de ello, el espectro de detractores es mucho más amplio del que creía la política.  

“Nos han llamado de todo: censores, intransigentes, obsesivos, envidiosos, hipócritas, mentirosos, manipuladores, estúpidos y, más recientemente, perroflautas y comehierbas. Hay que reconocer que los taurinos son unos expertos en defenderse atacando”, critica el periodista, historiador y activista Juan Ignacio Codina. Es, además, autor de un trabajo de tesis que ahora llega transformado en libro: Pan y toros. Breve historia del pensamiento antitaurino español (Editorial Plaza y Valdés).

Todo comenzó con una pregunta: ¿es el antitaurinismo una moda? Después de más de tres años de trabajo no solo respondió al interrogante, sino que se topó con una larga lista escritores, pintores, filósofos, religiosos, políticos, periodistas e historiadores, hombres y mujeres de todas las épocas y todas las ideologías que mostraron la cara nada agradable de convertir al animal en un objeto de entretenimiento.  

“Las corridas de toros han sido vistas como un elemento que impedía la regeneración social, política y cultural de España. Ha sido más bien una rémora, una losa”, denuncia Codina. Porque, como se puede comprobar a lo largo de su reportaje, los argumentos antitaurinos cuentan con ocho siglos de historia. Debido a lo extenso y variopinto, resulta complicado elaborar una lista que no olvide algún peso pesado de la cultura. Aun así, y con ayuda del autor de la obra, recopilamos nueve de las numerosas figuras que componen el amplio muestrario.

1. Francisco de Quevedo

Según Codina, si el escritor español siguiera hoy con vida, sería uno de los que diría “sí a los toros y no a los toreros”. La Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos recoge parte de su animadversión por estos festejos. Es en ella donde señala que “el toro es un animal noble que ayuda al hombre en sus labores del campo y que no merece ser tratado de este modo”, ya que es “el marido de la vaca”.

Pero el contexto importa. El escritor vive en un periodo, el del Siglo de Oro, en el que se respira cierto aire de cambio y aperturismo, de nuevas ideas que buscan romper con la tradición. En este ambiente es donde nace su antitaurinismo. “Quevedo sentía verdadera repugnancia por las corridas de toros, a las que consideraba inhumanas”, sentencia el periodista.

2. Ricardo de la Vega

Puede que no sea tan reconocido como Quevedo, pero su forma satírica de criticar la tauromaquia merece una mención especial. Este dramaturgo nacido en 1839 era, asimismo, un escritor para revistas y zarzuelas. En una de sus funciones parodiaba la historia de un torero apodado “el Tato”, origen del dicho popular “no ha venido ni el Tato”. A este le tuvieron que amputar la pierna después de sufrir “una cogida”, algo que convirtió la extremidad en una especie de reliquia. “La tenían en una farmacia para disecarla y que fueran a venerarla. Total, que se quemó el edificio donde estaba y la gente entró a rescatar la pierna del Tato”, explica Codina entre risas.

3. Giner de los Ríos 

El filósofo malagueño del siglo XIX, también conocido por crear el proyecto pedagógico de la Institución Libre de Enseñanza, consideraba que las corridas de toros eran propias de “una patria embrutecida que no sabe qué camino tomar”. “Llegó a decir que los toros no son prácticas nobles, que los periódicos consagraban una página a la lotería, otra a los toros y otra a los crímenes de sangre, que eran la misma cosa”, cita el periodista de su tesis. Continúa diciendo que De los Ríos “trataba de levantar el nivel cultural del pueblo para huir de la vulgaridad”, aspecto que, en definitiva, le llevó a luchar contra la tauromaquia.

4. Emilia Pardo Bazán

Pardo Bazán, nacida en 1851, está considerada como una de las autoras más relevantes de la historia de España. Fue directora de la publicación Biblioteca de la Mujer, alzándose como pionera en los derechos de las mujeres y el feminismo. “Nadie pone en duda el profundo sentimiento español de la autora de Los pazos de Ulloa. Y fue eso, precisamente, fue lo que la impulsó a denunciar unas prácticas que consideraba aberrantes e inhumanas, impropias de un país al que tanto amaba”, recalca el historiador sobre una escritora que, aunque de joven asistió a corridas de toros, poco a poco se fue convirtiendo en una antitaurina decidida.

5. Cecilia Bohl Faber (Fernán Caballero)

Tradicionalista, monárquica, católica, conservadora y antitaurina. La escritora Cecilia Bohl Faber, que firmaba con el pseudónimo masculino de Fernán Caballero porque de lo contrario era imposible labrarse una carrera literaria, envió una carta en 1852 al periódico El Heraldo que dejaba clara su postura sobre el festejo. “Qué asombrados se quedarían los aficionados a los toros, cultos, literatos y liberales, si supieran que la ilustrada Alemania que tantas simpatías tiene por la patria de Calderón y de Lope, echa en cara a la España simultáneamente las corridas de toros y la Inquisición”, declaró la autora.

6. La generación del 98: Unamuno, Pio Baroja, Machado, Azorín

Las guerras de independencia hispanoamericanas desembocaron en una profunda crisis social y económica que, como era de esperar, también se extendió hasta los ilustrados de la época. Por ello, la generación del 98 nuevamente pugna por regenerar España y, entre las muchas medidas que proponen, se encuentra la de suprimir el espectáculo taurino. “No creo que trajera trastornos de ninguna clase la supresión de las corridas y sí muchos beneficios”, dijo Unamuno. Este, como recalca Codina, “acusó al público taurino de asistir a las plazas únicamente para ver correr la sangre de los animales y la de los toreros”.

En la misma línea se encontraba Antonio Machado y Azorín, quien llegó a decir que “las corridas de toros eran crueles y estúpidas”. Además, el poeta alicantino acuña el concepto de “patriotismo reflexivo”, el cual surge cuando se intentan combatir “las lacras” que impiden el desarrollo de un país. Sin embargo, casi todos los integrantes de esta generación resultaron ser antitaurinos, incluido Pío Baroja: “Estúpida y sangrienta fiesta”, “sucia morralla de chulos”, “turba de bestias crueles y sanguinarias, estúpidas y petulantes”, son solo algunos de sus calificativos.

7. Generación del 14: Gabriel Miró y Juan Ramón Jiménez

La estela antitaurina continuaría en la siguiente generación. “Nunca sentí piedad por un torero, y hasta pensé a veces que era buena su muerte por el pobre toro traicionado”, escribió el onubense Juan Ramón Jiménez en Toros de noche, algo que podría parecer atrevido incluso en la actualidad. “Si hoy día pones eso en Twitter te metes en una muy gorda”, bromea el autor de la tesis. Otro poeta, Gabriel Miró, compartiría la misma sensibilidad con los animales: “Tiene unos libros de un viajero que recorre España y se encuentra con una serie de situaciones violentas y miserables, entre ellas las corridas de toros”, asegura Codina.

8. Miguel Hernández

“Es un personaje de la generación del 36 del que se ha taurinizado su memoria”, recrimina el escritor de Pan y toros. De hecho, así lo demuestra su texto en Elegía al toro: “Entre el crimen airoso del capote, para ti fue el dolor, para él la gloria”. A pesar de ello, la imagen del oriolano incluso ha llegado a ilustrar un cartel taurino debido a su supuesta afición, algo que según Codina es “totalmente falso”. “También se ha taurinizado a Goya, pero el experto en arte José Miguel Medrano Basanta denuncia que se magnificaron – cuando no se inventaron- ciertos pasajes de su biografía”, afirma el defensor de los animales.

9. Santiago Ramón y Cajal

Ramón y Cajal, padre de la neurociencia, precursor de la medicina y Premio Nobel, criticaba cómo “ninguno de nuestros reformadores se ha atrevido a suprimir las deseducadoras corridas de toros y el vicio de la lotería a pesar de cuánto nos desprestigian ante el extranjero”. De esa manera, no solo reprochaba cómo afectaba a España, sino también la imagen que esto proyectaba al exterior. “Consideraba que la tauromaquia no se iba a poder suprimir de un día para otro, pero eso no supone que no haya que atreverse a comenzar a abolirla”, apunta Codina.