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El Louvre de Lens redescubre Mesopotamia

EFE

Lens (Francia) —

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El Museo Louvre de Lens, en el norte de Francia, subraya a partir de hoy con una gran exposición que la primera escritura conocida surgió en Mesopotamia, así como la agricultura, las leyes y la historia, todo ello sobre un territorio amenazado en la actualidad, entre Siria e Irak.

La destrucción de ese patrimonio universal víctima desde hace años de la guerra y del tráfico de obras de arte se encuentra, de hecho, en el origen de esta muestra anunciada en marzo de 2015 por el presidente francés, François Hollande, quien la inauguró.

Hasta el próximo enero, Lens propone un impresionante resumen de 3.000 años de historia, desde el cuarto milenio a.C. hasta la conquista de Alejandro Magno en el siglo IV a.C., con restos procedentes de míticas ciudades como Nínive, Uruk, Lagas, Mari o Babilonia, en la exposición “La Historia comienza en Mesopotamia”.

Es un título “fácil” que evoca el nacimiento de la escritura en esa región, recuerda el hito que supone Mesopotamia en la historia mundial y es también un guiño al clásico de la historiografía moderna “La Historia empieza en Sumeria”, de Samuel Noah Kramer, explica la comisaria, Ariane Thomas.

Para dar a conocer esa civilización original redescubierta principalmente en el siglo XIX el museo reunió 400 esculturas, estelas, bajorrelieves, bustos, paneles de ladrillos, fotografías, elementos arquitectónicos y decorativos, tablillas de escritura cuneiforme, joyas y objetos diversos, cotidianos y preciosos.

En su mayor parte, las piezas provienen del Louvre y algunas son tan conocidas como la estatua de “Ebih II rezando”, obra maestra del museo parisino que da su imagen al cartel y a la exposición de Lens, hallada en 1933 en un santuario dedicado a la diosa Ishtar situado en Mari, en la actual Siria.

Varios elementos claves fueron prestados por el British Museum de Londres, como la tablilla del diluvio, cuya traducción hace dos siglos causó sensación dadas sus enormes coincidencias con el relato del diluvio bíblico narrado en el Antiguo Testamento.

Pueden verse además obras que aún no habían sido estudiadas ni rehabilitadas para ser expuestas, así como primeras reconstrucciones murales, maquetas y visitas virtuales de antiguos palacios y ciudades, como la de Sargón II, en la actual Khorsabad (Irak).

Muy pedagógico, el recorrido es cronológico y temático a la vez, desde el nacimiento de la economía y el mundo religioso, al de la primera escritura, los primeros reyes y dinastías y los primeros imperios mesopotámicos -siempre de origen divino-, hasta el final de esa civilización conquistada por los griegos y su cultura.

A modo de introducción, una primera sala traza a grandes rasgos los trabajos arqueológicos realizados y en particular el redescubrimiento de la cultura sumeria, caída hasta el siglo XIX en el olvido absoluto, a diferencia de las potencias que le sucedieron, la asiria y la babilonia, cuyo recuerdo conservó la Biblia.

En el centro reina una estela “Kudurru” grabada en piedra calcárea negra, la famosa “piedra de Michaux”, del siglo XI a.C., que trajo a Francia en 1786 el botánico francés André Michaux, y que fue el primer texto importante de escritura cuneiforme introducido en Occidente.

Un segundo espacio introductorio ilustra cómo el imaginario colectivo, las bellas artes, la música, la literatura, el cine, el cómic o los vídeojuegos plasman los hallazgos mesopotámicos, en óperas como “Nabucco” de Verdi, novelas como “Asesinato en Mesopotamia”, de Agatha Christie, o películas como “El exorcista”.

El conjunto se completa en la monumental “Galería del Tiempo” que cada año ofrece en Lens un panel representativo de los fondos del Louvre parisino y prolonga las exposiciones temporales que promueve en su sede norteña, construida en 2012 por los japoneses Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, de la agencia Sanaa.