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Luis Escavy, Premio Adonáis de Poesía: “Estuve a punto de no presentar mi obra porque no la veía publicable”

Ana Tenías

16 de diciembre de 2022 18:11 h

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La poesía joven en España vive más triunfos que nunca. La Biblioteca Nacional ha acogido esta mañana el acto de entrega de la 76ª convocatoria del Premio Adonáis de Poesía, que ha galardonado al joven poeta Luis Escavy por su obra Victoria menor. La más longeva condecoración de poesía en español publicará su título con Ediciones Rialp, junto a los de los dos accésit: Los dioses destruidos de Lola Tórtola y Pureza de Irene Domínguez. 

Escavy comenzó a escribir en el instituto cuando tenía 17 años. El Premio Adonáis fue su “sueño desde pequeño”, dice en una entrevista telefónica con elDiario.es, porque allí “se iniciaron muchos de los poetas” a los que admira: Luis García Montero, Ángel González y Eloy Sánchez Rosillo, entre otros. Hace dos ediciones, el autor estuvo a punto de tocar el cielo con su selección finalista en el Adonáis por Otra noche en el mundo, que no se llevó el primer premio pero que acabó publicado en otra editorial. Este año estuvo a punto de no presentar Victoria menor porque “estaba pasando una época de muchos cambios” en su vida y “no veía que el libro fuera publicable”, cuenta el escritor. Fueron sus amigos los que le dijeron que debía enviarlo y, gracias a ellos, el poemario cobra vida y será editado en los primeros meses de 2023.

El jurado de 2022, compuesto por los poetas Eloy Sánchez Rosillo, Aurora Luque, Enrique García-Máiquez, Amalia Bautista, Julio Martínez Mesanza, Carmelo Guillén Acosta —director de la Colección Adonáis— y Ana Merino como invitada de honor, ha distinguido su obra “por su sentido del ritmo, su respeto a los maestros y a su rechazo tanto de cualquier desgarro formal como de tanta floritura innecesaria, desarrollado en un cancionero amoroso con timbres trascendentes”. 

No puedo separar mi camino poético de mi camino espiritual

Victoria menor es un libro “de superación personal a través de una ruptura amorosa, pero también un libro de fe”, explica el poeta en la entrevista. “No puedo separar mi camino poético de mi camino espiritual”: muchos de los poemas que Escavy incluye en su obra los escribió durante estancias en conventos. “Tienen mucho que ver con eso”, dice, “hay mucho amor. Es la historia de un viaje”. El escritor murciano, en su discurso, ha dicho que es un poemario que le ha costado “mucho tiempo y mucho dolor escribir”, y por eso el título del libro: “Pensaba que había conseguido salir de una situación pero no es una victoria completa, es una victoria menor: quedan esos versos, ese dolor sereno y victorioso del que yo hablaba y que me ha quedado después del libro”. El poeta también ha dedicado unas palabras de agradecimiento al jurado, a su familia, a sus amigos y a los finalistas, que presenciaban el galardón desde los asientos del público. Lo hacía sujetando con la mano la escultura más característica de los galardones de poesía, la diseñada por Venancio Blanco: la de Escavy es ya la última del repertorio que el escultor dejó provisionalmente antes de su muerte en 2018. El próximo año se revelará quién estará a cargo de las estatuillas del premio a partir de ahora, ha indicado el director de la Colección Adonáis.

Los versos de Lluvia, el poema elegido por el escritor para presentar su obra, han resonado por el auditorio de la Biblioteca Nacional de España dejando un amago de sensibilidad, cuidado y delicadeza que describen con exactitud a los aspirantes, protagonistas de la poesía contemporánea española de actualidad. El poema dice así: “Lo mejor que te puedo dar ahora / no es una de mis noches, ni mi cuerpo, / ni soy yo ni siquiera, ni es quererte. / Lo mejor que ahora puedo darte / es un silencio tranquilo, un paseo muy largo / mientras vamos hablando de tu vida y la mía / y corremos a casa, para huir de este tiempo / para huir de ese miedo del que estamos cansados. / Amor también se dice lentamente / con palabras pequeñas como ‘lluvia’”.

Dos accésit: Irene Domínguez y Lola Tórtola

“El miembro del jurado lo ha tenido muy, muy difícil; el nivel este año ha sido muy alto”. Desde el comienzo del acto, los miembros de la presentación del Adonáis han dejado claro que en una edición de gran calidad literaria, “ser finalista de este premio ya es un premio”. Son quince los poetas que este 2022 han aspirado al Adonáis: Marta Romero por Antología de la retaguardia —“Vengo a romper con la poesía tan rancia que se escribe hoy en día”, ha dicho—; Patricia Ubeda con El color de la huida; Alicia Louzao por Aquiles en Oporto —en los próximos meses publicará Meigallo, un poemario en forma de tarot—; Begoña M.Rueda por Exitus; Víctor Bayona por Los días discretos; Román López-Cabrera por Árbol axial; Amanda Sorokin por De Revolutionibus; Almudena Molina por Gloria o derroche; Gudrun Palomino por La lejanía de nuestros cuerpos —con reescritura de una de sus “canciones preferidas de Taylor Swift”, ha dicho—; Manuel Sueiro por Miro a la gente mirar cuadros; Álvaro Carbonell por Íntima lejanía y Marina Casado por Otros sabrán de mí.

“Por su voz fresca y sin embargo madura con la que se enfrenta a los recuerdos recientes y a la conciencia de una crisis cultural europea experimentada en sus viajes formativos, desmitificadora, cálida y libre”, el jurado ha otorgado uno de los accésit a Lola Tórtola por Los dioses destruidos. La joven autora ha leído en el acto un poema propio cuyo título reescribe la frase del poeta Carl Sandburg traducida a Hemos atravesado grandes habitaciones juntos, que escribió pensando en sus amigos “y en las sucesivas mudanzas de los pisos que hemos ido dejando atrás”.

Irene Domínguez ha sido la otra premiada con accésit “por su poderosa evocación de la infancia y por la fuerza con la que describe la cotidianidad, las relaciones amorosas y la crisis generacional que afecta a tantos jóvenes de hoy”. La poeta ha leído el primer poema de su manuscrito, un poema que parte de uno de Antonio Machado como “evocación” al momento en el que su padre se lo leía de pequeña: “Aunque en mi familia nunca ha habido cultura de la poesía, la poesía estaba presente en los deberes, en el colegio, y mi padre, que falleció ya hace diez años, me repitió mucho ese poema. Por eso quiero dedicarle este momento”. Los versos recitados son los primeros de una obra que escribió fuera de la ciudad: “He escrito este poemario en mi pueblo encerradísima, sin saber si en algún momento podría salir de allí y recordando mucho Madrid, esta ciudad que tanto me ha dado poéticamente. Estuve recordando los momentos de mi infancia y pensando en qué es lo que me conecta con mi pueblo y con quién soy realmente”.

El Adonáis, una oportunidad para publicar

El Premio Adonáis nació para abrir camino a las voces emergentes de la poesía en lengua española. La Colección la creó en 1943 Juan Guerrero Ruiz, “el Cónsul general de la poesía española” según Lorca, y tres años más tarde la adquirió Ediciones Rialp, que la edita hasta hoy. A lo largo de estos años la han dirigido los poetas José Luis Cano, Luis Jiménez Martos y, desde 2003 hasta ahora, Carmelo Guillén Acosta. En su 75 aniversario —que se celebró con una exposición en el Instituto Cervantes—, la colección poseía más de 680 volúmenes, más de 156 accésits y más de 8.400 poemarios presentados: se considera la más longeva del país, la primera en dar a conocer a autores extranjeros de primer orden y la encargada de aportar “la nómina más prestigiosa” de poetas emergentes en lengua española.

Desde el nacimiento de la Colección, Adonáis convocó un premio con el mismo nombre para promocionar a nuevos autores jóvenes de todas las corrientes poéticas, factores que “contribuyeron a su éxito y a su continuidad”, explica la Colección en su folleto informativo. En la historia de los galardonados se encuentran grandes nombres de prestigio como José Hierro o José Ángel Valente, ambos pertenecientes a la generación de poesía de posguerra y merecedores del Premio Princesa de Asturias de las Letras —1981 y 1988, respectivamente—; también Vicente Gaos, Claudio Rodríguez o el accésit Antonio Gala.

El objetivo del Adonáis siempre fue ofrecer al escritor un espacio de reconocimiento público, un lugar de fortaleza para la escritura, una conserva de archivo para siempre. Por eso el premio no tiene dotación económica: el ganador y los accésit, además de recibir la emblemática escultura de Venancio Blanco, son galardonados con la edición de su poemario en la Colección, una promesa de reconocimiento público y una oportunidad para sacar a la luz las que son, en muchas ocasiones, las primeras obras literarias de sus autores. “Conseguir el Adonáis ha sido para la mayoría de los concursantes el inicio de su itinerario como poetas, muchos de los cuales han escrito ya sus nombres en la historia de nuestra lírica contemporánea”, escriben desde la Colección.