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Los “locos” se juntan y hacen películas para politizar la salud mental

Ángeles Oliva

20 de diciembre de 2021 22:19 h

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“Las pelis que hacemos no son 'la obra' en sí, la obra sería el espacio de relaciones que tejemos como personas diversas, porque allí es donde se movilizan los afectos, eso es lo que abre las posibilidades a la creación”. Eso dice Belén Sola, profesora en la Facultad de Educación de León y una de las fundadoras de La Rara Troupe, un grupo de creación audiovisual que trabaja en torno a la enfermedad mental y otros de los malestares que escupe el capitalismo del siglo XXI.

La Rara Troupe no son un taller ocupacional para gente con enfermedad mental ni un espacio donde merendar y entretenerse, son un colectivo que desde hace 10 años, en León, hace películas, piezas sonoras o conferencias performativas siempre trabajando desde la autorrepresentación y la narración en primera persona.

Chus Dominguez, creador audiovisual que trabaja en lo que se ha llamado cine de lo real, es otro de los fundadores del proyecto. “Todo empezó en unos talleres de cine que hacíamos en el MUSAC (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León). Estuvimos pensando cómo podía servir el cine, y en concreto el cine del yo, que utiliza la autorrepresentación, para trabajar desde la salud mental. Hicimos unas presentaciones en el hospital psiquiátrico de León y en centros de atención a la salud mental, pero enseguida vimos que era necesario salir a la sociedad real. El Museo nos parecía un espacio más social y cultural donde la gente no estaba tan situada en lo terapéutico. Y vimos también que teníamos que abrirlo a personas sin diagnóstico de enfermedad mental, a gente a la que le interesara el tema”. Desde La Rara plantean que la salud mental es algo frágil y en peligro para todo el mundo, en un sistema neoliberal exigente y arrollador que exprime a las personas y en el que los lazos comunitarios cada vez son más finos.

Tener o no tener diagnóstico

Crear espacios inclusivos en los que haya gente con o sin enfermedad mental es algo a lo que dan vueltas las componentes de LOCUS*, un proyecto en Madrid que se define como “un espacio de seguridad de y para lokes, lunatikes, majaras, chalades y atolondrades”. Trabajan proyectos culturales con jóvenes y aunque no excluyen a otras personas, priorizan a quienes viven atravesadas directamente por el sufrimiento mental que al ser más vulnerables tienen menos posibilidades de acceso a propuestas culturales, explica Ana CSC, parte del equipo motriz de LOCUS*. “No es lo mismo tener diagnóstico o no, o ser consciente o no de las cosas que te pasan. Hay problemas de salud mental que por como funciona el capitalismo tenemos asumidos en nuestras vidas, como el estrés laboral, pero el diagnóstico muchas veces supone un cambio brutal en las vidas de las personas. Quien ha pasado por un encierro psiquiátrico ha vivido una experiencia devastadora”.

Alfredo Escapa, creador de artes en vivo que lleva ocho años integrado en La Rara Troupe de León ha visto cómo se difuminan las diferencias: “Al acercarme a La Rara lo que veo es que aunque realmente no tengo un diagnóstico, no estoy mucho mejor que otras personas diagnosticadas, la diferencia es que tengo una red de amistades y familiares y unas herramientas que he ido adquiriendo a lo largo del tiempo que me ayudan a sobrevivir”.

Alfredo estaba ya en La Rara Troupe en 2012 cuando empezaron a reunirse y experimentar con grabadoras de sonido y cámaras de video en el MUSAC. Hicieron programas de radio y grabaron videocartas individuales que se enviaban por parejas. Después se cruzaron videocartas con otros colectivos de fuera de León, como Radio Nikosia, una emisora de Barcelona dirigida por personas con experiencias de sufrimiento mental.

Creación colectiva

El grupo se consolidó abrigado por el MUSAC y en 2016 decidieron intentar hacer una película colaborativa. Todas las personas de La Rara se grabaron todos los días durante un mes, en sus casas, sus trabajos, sus paseos o sus noches de insomnio. Lo pusieron todo en común y así pasaron de la relación de uno en uno que habían desarrollado con las videocartas a hacer una película colectiva. Son curiosos estos días, el título que le dieron, pudo verse en la Muestra de Cine de Lavapiés y, en palabras de Belén Sola, “expresa la dignidad de nuestras vidas vulnerables y quiere señalar la importancia negada por las pequeñas cosas, metáfora también de nuestras pequeñas y precarias pero también significantes y valiosas vidas”.

Ese tipo de trabajo, la grabación de la propia cotidianeidad, es una vía de exploración que La Rara Troupe ha seguido desde entonces. En sus procesos creativos visionan y comentan películas y participan en talleres con artistas, poetas y creadores, y han visitado una vez al mes durante el año pasado un estudio de grabación en medio del campo leonés para trabajar el medio sonoro.

También las impulsoras de LOCUS* han trabajado el sonido. Este año fueron parte de Voces majaras, un taller en Medialab de Madrid con El Niño de Elche y Miguel Álvarez-Fernández, en el que se jugaba a experimentar en torno al arte y lo comunitario como herramientas de expresión y de catarsis, y crearon una pieza de audio. Participaron con dos personas que escuchan voces como parte de su sufrimiento mental, algo que ellas prefieren llamar “experiencia psíquica inusual”.

El cuerpo, la sexualidad y la diversidad afectivo-sexual y los múltiples cruces que se dan con la salud mental son cuestiones que La Rara se planteó trabajar durante 2018. Participaron en un taller de escritura erótica con Val Flores, escritora, maestra y activista de la disidencia sexual. Visionaron y discutieron películas como Encuesta sobre el amor', de Pasolini, el documental Yes, we fuck, de Raúl de la Morena y Antonio Centeno, o El humano perfecto, de Jorgen Leth, un clásico del cine experimental. Se quedaron con esta y decidieron hacer un remake. La reconstruyeron plano a plano, hasta formar La humana perfecta, una película que se proyectó en el Museo Reina Sofía de Madrid, puede verse en Filmin y fue uno de los cuatro proyectos que representaron a España en la Bienal de Berlín de 2020.

Politizar el malestar

Belén Sola, de La Rara Troupe, entiende el proyecto “como una apuesta muy política y totalmente anclada en el pensamiento feminista, más concretamente en el pensamiento queer que entiende la diversidad como necesaria para vidas y estructuras sociales más plenas, con más sentido y más justas también”. Según ella, los miembros de La Rara buscan crear espacios de encuentro fuera de lo que marca un sistema binario que clasifica y separa entre enfermedad-salud, profesional-amateur, arte-vida o inclusión-exclusión. “Pienso que desde el arte se pueden construir ensayos de relaciones entre personas que nos juntamos para 'crear' fugándonos de lo que las prácticas mercantilistas y neoliberales nos han dicho que es el arte y la cultura”, cuenta Sola.

En esto coincide LOCUS*. Situadas en Vallecas, uno de los barrios de Madrid más castigados por las sucesivas crisis, quieren politizar el malestar y no psicologizarlo. Sus impulsoras son trabajadoras culturales y piensan que “los lenguajes artísticos son un lugar más fértil sobre el que trabajar todas estas cuestiones, un lugar menos violento que lo que es el discurso hegemónico”, dice Ana CSC. Frente a la tendencia generalizada a buscar la solución con más psicólogos, ellas plantean que la ayuda no pasa necesariamente por el sistema médico, y quizás se trata de más apoyo mutuo y más conciencia colectiva.

Se formaron en 2019 gracias a una convocatoria de Experimenta Distrito, un programa cultural municipal que planteaba un laboratorio ciudadano con el centro de salud comunitaria de Puente de Vallecas. A partir de ahí contactaron con activistas del Orgullo Loco de Madrid, profesionales de psiquiatría críticos con su propia práctica, estudiantes de psicología, trabajadores culturales, vecinos del barrio o personas atravesadas de alguna forma con problemas de salud mental.

El centro de salud comunitaria les cedió un antiguo quirófano abandonado como espacio propio. Con el apoyo de Art for Change de Fundación “la Caixa”, un programa de ayudas que apoya proyectos que utilicen el arte y la cultura como herramientas para la mejora social, en 2020 lanzaron talleres artísticos para jóvenes con sufrimiento mental, con los que buscar herramientas de autogestión y comprensión del sufrimiento psíquico. Eligieron los amuletos, lo mágico y el grabado, y aunque con el confinamiento se reconvirtieron en un grupo de apoyo mutuo, siguieron con otro taller online sobre creación de memes para ver cómo el humor y el post humor en internet pueden ser vías de autoconocimiento. Después buscaron cómo volver a estar cerca y encontraron un espacio al aire libre de Vallecas, el Solar de la Palmera, en el que trabajaron sobre el disfrute y la performance como vías de exploración y empoderamiento.

Mientras tanto la pandemia también explotó en medio de La Rara Troupe cuando estaban trabajando sobre la idea de lo que supone vivir al límite para mucha gente en la era del neoliberalismo salvaje. Querían dirigirse no solo a quienes sufren enfermedad mental sino también a personas que se sitúan en los márgenes de lo que se entiende por normalidad, porque tienen condiciones de vida precarias, sufren violencia de género, racismo, o son migrantes sin permiso de trabajo ni red de apoyo en un país que no se lo pone fácil. Llamaron al proyecto Rodando el límite. Autogestión y disparate. Empezaron con un taller con el escultor, pintor y cineasta Alberto Gracia, y de pronto, igual que millones de personas en el planeta, tuvieron que confinarse. No podían verse ni tocarse y dieron vueltas hasta inventar cómo podía construirse un relato colectivo cuando cada uno estaba encerrado en su casa. Hicieron un taller por Zoom con la artista sonora Ainara LeGardon, y de aquellos meses de confinamiento en los que consiguieron conectar las grabaciones que cada uno hacía en su casa salió la película Ya habremos olvidado.

La exigencia del mundo del arte

El artista Alfredo Escapa explica cómo la fragilidad puede sobrellevarse a través de la comunidad, de los afectos que se generan en La Rara: “Participar en La Rara me ha permitido descubrir lo frágil que me siento en este mundo capitalista en el que nos toca sobrevivir. Creo que en las artes, en el mundo artístico, el capitalismo es bastante salvaje, hay determinados lugares en los que hay que estar y si no estás eres un outsider. En esto coincide Ana CSC, de LOCUS*: ”El mundo del arte es capacitista, es violento, no está abierto a personas con sufrimientos mentales“. Para pensar sobre ello han comisariado este año el ciclo de cine forum Visiones majaras en La Casa Encendida de Madrid. A partir del archivo de audiovisual experimental Hamaca, de Barcelona, seleccionaron películas que pivotan sobre la locura lejos de cómo se ha mostrado históricamente en el cine, donde siempre el loco ha sido el violento, el malo, el asesino o el que trae los problemas. Ana CSC cree que ”si la salud mental se visibiliza ahora es desde una tendencia totalmente medicalizante, entre los pocos recursos que tienen psicólogos y psiquiatras está la medicación. La pastillita, aunque sea útil para determinadas crisis, no cambia los problemas estructurales, son procesos del alma que no se cambian solo a base de química“, y recuerda que España es la décima potencia mundial en consumo de ansiolíticos y antidepresivos.

LOCUS* continúa con talleres con chavales en los institutos del distrito madrileño de Vallecas, mientras La Rara Troupe está ahora sin cobertura de ninguna institución. Con la pandemia, el MUSAC decidió priorizar otros proyectos y ellos decidieron constituirse en la asociación cultural LAAV, Laboratorio de Antropología Audiovisual Experimental, sin sede permanente.

Como laboratorio nómada han impulsado un proyecto hermano en Salamanca: Locamente. Arte, cine y otras demencias en el Centro Contemporáneo DA2. Han pasado 2021 viajando allí para acompañar el proceso y trasladar la metodología de La rara troupe. En colaboración con la Facultad de Bellas Artes se formó un grupo de creación e investigación en el que hay personas con y sin enfermedad mental para trabajar el audiovisual. Después de un año de grabaciones y debates, han hecho una película colaborativa: Desear que ocurra algo que se presentó en el DA2 de Salamanca el pasado noviembre. “Para mí Locamente ha sido un espacio seguro pese a que caminamos por la cuerda floja todo el rato, supone aprender a abrazar la incertidumbre. Rompe con todas las ideas que traes antes de entrar sobre las formas de hacer colaborativamente y te encuentras trabajando con personas con las que de otra manera no te habrías encontrado. Te obliga a pensar desde otro lugar en el que nunca habías estado”, dice Sira Escobar, coordinadora y participantes de Locamente. 

En La Rara, Locamente y LOCUS* coinciden en que lo importante es el espacio común que se crea en los grupos, el tiempo compartido, las relaciones que se cruzan, la capacidad transgresora y liberadora que tiene esa fuerza como colectivo. “La academia de majaras que es La rara troupe, reivindica y pone en juego su vida, sus estados emocionales y sus malestares y se hace consciente de una alienación común, que nos une en un trayecto donde ni los diagnósticos médicos, ni las recetas neoliberales de ajustes sociales y pastillas consiguen hacer de las personas seres más plenos, personas más felices”, concluye Belén Sola.