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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Cuando Manzanares era Hollywood

EFE

Manzanares el Real (Madrid) —

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La imagen de Manzanares el Real (18.000 habitantes) ha estado ligada al castillo de los Mendoza y a La Pedriza -uno de los parajes graníticos más espectaculares del mundo-, lo que hizo que este pueblo se convirtiera desde los años 30 del siglo XX en decorado de más de un centenar de películas.

Entre ellas, grandes producciones de Hollywood que trajeron estrellas como Charlton Heston, Sophia Loren o Clint Eastwood.

Esas raíces cinematográficas forman parte de una historia reciente de Manzanares que ha comenzado a desdibujarse con el fallecimiento de algunos vecinos que vivieron la época de “los peliculeros”.

La periodista y guionista Sonia Martín y el realizador Andrew MacLaurin se han unido para hacer el documental ‘Un castillo de película’, que rememora aquellos rodajes y los testimonios de gentes que vivieron en primera persona aquella época dorada del cine.

El documental, de casi media hora de duración y que se estrenará en 2020, hace un recorrido por las célebres figuras que pasearon por el pueblo, que entonces tenía unos pocos cientos de habitantes.

Sin embargo, los verdaderos protagonistas son los vecinos, que narran cómo vivieron el hecho de convertirse en una parte indispensable de las películas que después veían, fascinados, en los cines y en televisión.

Sonia Martín explica a Efe que en aquel momento Manzanares era un pueblo básicamente agrícola y sin apenas recursos, por lo que cruzarse por las calles o el entorno de La Pedriza con esos grandes intérpretes fue una experiencia imborrable.

Aunque lo cierto es que los vecinos nunca fueron meros espectadores, sino que adoptaron todos los papeles imaginables de la industria, desde botijero para refrescar las gargantas de actores y extras, hasta especialistas que arriesgaban el pellejo en las escenas más peligrosas.

Raro fue el vecino que no actuó de extra o el que no prestó sus colchones, a cambio de cien pesetas, para que los actores se tiraran desde las atalayas del castillo sin romperse algún hueso.

El documental, presentado hace unos días en Manzanares, se llenó de habitantes del pueblo que no querían perderse el estreno, con el alcalde de la localidad, Luis Labrador, sentado en las primeras filas.

Entre los intervinientes estuvo Víctor Matellano, director de cine y teatro y autor de una veintena de libros sobre temas cinematográficos.

Según Matellano, pueblos de la sierra madrileña como Hoyo de Manzanares, Colmenar Viejo y Manzanares el Real fueron utilizados en la segunda mitad del siglo pasado como decorados, tanto para grandes superproducciones estadounidenses como para películas españolas.

Llegaron a coincidir hasta cinco rodajes al mismo tiempo, lo que en alguna ocasión complicó las grabaciones: algún romano se coló, por error y falta de espacio, en el plano de una película del oeste.

También ayudó que Manzanares estaba a solo 45 kilómetros de Madrid y permitía rápidos traslados al aeropuerto y a los hoteles de lujo de la capital, donde era habitual que durmieran las grandes estrellas.

Por su parte, los miembros del equipo técnico (bautizados como 'los peliculeros') pernoctaban en las posadas y casas de Manzanares, hasta el punto de que una mujer del municipio conoció al que se convirtió en su marido en uno de los rodajes.

A los vecinos de más edad (en el cortometraje aparece Inés, la Curra, de 93 años) “les encanta recordar” aquella época que marcó su vida, enriqueció al pueblo y le dio un protagonismo que no quieren que caiga en el olvido.

El consistorio se plantea habilitar una ruta con los lugares donde se rodaron los filmes más importantes.

En ‘Un castillo de película’ se cuenta que la primera cinta que se grabó en la zona fue ‘La hija del penal’, seguida de muchas otras, como ‘Rey de reyes’, ‘Salomon’ o ‘La reina de Saba’; además de títulos nacionales, como el clásico ‘Jeromín’.

Incluso los primeros planos de ‘El bueno, el feo y el malo’ se grabaron allí, o una de las escenas de ‘Conan, el Bárbaro’.

Patricia Cristóbal