La mejor música jamás compuesta

Todo indica que a finales de año se estrenará una de las películas de ciencia ficción más esperadas de todos los tiempos: 'Dune'. Se trata de una odisea galáctica basada en la novela de Frank Herbert y que ya tuvo otra adaptación al cine, desafortunada por cierto, a cargo de David Lynch.

Con todo, podemos arriesgarnos a escribir que la nueva adaptación por parte del director Denis Villeneuve no superará a esa otra que jamás llegó a rodarse: me refiero a la adaptación de Alejandro Jodorowsky, en la que el psicomago estuvo trabajando durante un lustro, desde que entró en contacto con el productor francés Michel Seydoux en 1974.

Hace unos años se rodó un documental sobre el tema donde el psicomago cuenta la peripecia de tan ambicioso proyecto. Para esbozar la adaptación cinematográfica de la novela, Jodorowsky echó mano de Moebius, el dibujante de cómic, y juntos prepararon un guión gráfico que se visualiza como si se tratase de la mejor película de ciencia ficción jamás rodada.

Para llevarla a cabo, Jodorowsky contó con Orson Welles, con Salvador Dalí y con Mick Jagger como actores. Pero lo que hoy nos trae aquí es su banda sonora, la música que nunca llegó a sonar y cuyo impulso acústico es posible imaginarse. Cuenta Jodorowsky que le seducía la idea de tener al grupo Pink Floyd para hacer el tema central de la película. Sus atmósferas musicales, así como la expansión armónica que rayaba en lo psicodélico, hacían de Pink Floyd el grupo ideal para llevar a cabo el reto. Por entonces, Pink Floyd andaban por los míticos estudios londinenses de Abbey Road dando los últimos retoques a lo que iba a ser el álbum: “The Dark Side of the Moon”, un disco conceptual inspirado en su lunático miembro, Syd Barret, que estaba ya fuera del grupo debido a su deterioro cognitivo.

En uno de los descansos de la grabación, los Pink Floyd salieron a cenar a una hamburguesería y fue allí, en mitad de la cena, donde Jodorowsky los agasajó con sus palabras. En un principio se miraron los unos a los otros con la bola de comida en la boca; Roger Waters aguantaba la risa mientras David Gilmour y Nick Mason intentaban pasar la hamburguesa por la garganta con unos tragos de Coca-Cola. El teclista Rick Wright parecía ser el único que atendía a aquel intruso que les presentaba con energía su proyecto cinematográfico. Poco a poco, los demás miembros del grupo fueron contagiados por el entusiasmo de Jodorowsky y, al final, terminaron por hacerle un sitio en la mesa y aceptando su loca propuesta.

Pero aquí no acabó el asunto, la banda sonora no se limitó a Pink Floyd, también había otra banda en la mente de Jodorowsky, no tan conocida como la banda británica, pero no por ello menos original. Se trataba del grupo Magma, una banda de rock progresivo creadora de un estilo propio que se denominó “zeuhl” y donde se combinaba el gospel con Stravinsky y las improvisaciones del free jazz. Para entendernos, una música cercana a la que por aquellos días hacía Frank Zappa pero con tintes góticos. En realidad “zeuhl” significa “celestial” en lenguaje “kobaïano”, un idioma creado por Christian Vander, fundador del grupo; un tipo excéntrico al que Chet Baker, amigo de su madre, le regaló su primera batería.

Como curiosidad hay que apuntar que en los principios de este grupo militó el violinista Didier Lockwood, heredero de Grapelli y de Jean-Luc Ponty. Por decir no quede que Lockwood ha grabado con artistas de la talla de Phillip Catherine o Christian Escoudé, guitarristas de la escuela gitana de Django Reindhart. Pero para quien no conozca a Lockwood, lo mejor es que escuche el disco que grabó junto a Carles Benavent y Joan Albert Amargos titulado Colors, donde pone a llorar su violín antes de que el quejío de Parrita rompa el espacio sonoro.

Colors es uno de los mejores discos de fusión de todos los tiempos, una música tocada con elegancia y con un resultado contundente. En este disco podemos encontrar otro tema con tinte flamenco que se titula 'Medias sevillanas' y que son –tal y como su título indica– medias sevillanas. Si las escuchamos con atención, nos podemos imaginar cómo hubiesen sonado dichas sevillanas de haber estado completas, de la misma manera que es posible imaginar cómo hubiese sido la novela Dune llevada a la gran pantalla por Jodorowsky. Sin duda alguna, hubiese sido la mejor película de ciencia ficción de todos los tiempos.