El robo de libros en todas sus variantes -préstamo sin devolución, mutilación y plagio-, las variedades de ladrones de libros, la valoración de este tipo de robo y de otras actividades vinculadas con este delito han sido abordadas con humor por el diplomático y escritor Miguel Albero en “Roba este libro”.
Publicado por Abada Editores se trata, según este sello, del “primer ensayo sistemático sobre el robo de libros”, mientras que su autor ha dicho a Efe que “por coherencia con el tema, el título es también robado, pues así se llama un libro del activista Abbie Hoffman que era un manual antisistema y que, pese al imperativo, terminó convirtiéndose en un 'best seller': Espero que al mío le pase lo mismo.”
“No pretendo ni animar a la gente a robar libros ni enseñarles cómo, tampoco es un libro de autoayuda que aspire a que la gente supere su crisis emocional mangando ejemplares de 'El Código da Vinci', más bien estudiar este mundo fascinante de los ladrones de libros, que requería un espacio propio”, ha explicado sobre su obra.
Albero ha señalado que el robo de libros tiene “buena prensa” por “el argumento discutible de que así se fomenta la lectura y la difusión de la cultura”, pero ha añadido que “a nadie se le ocurre aplaudir al que roba un cuadro de Velázquez con el argumento de que así se difunde la pintura”.
El autor establece la máxima de que “la tolerancia con el robo de libros es directamente proporcional a la distancia de los libros robados y los nuestros”, para sentenciar: “Robar libros es robar, y es mentira que un libro robado es un libro leído, más bien si lo compras es porque vas a leerlo o a regalarlo, si lo robas igual lo haces para venderlo”.
Para Albero, “un mundo fascinante es el de la periferia del robo” con “el préstamo sin devolución, que es en puridad apropiación indebida y no robo, la mutilación, que a veces es peor que el robo porque en éste el libro no necesariamente sufre sino que cambia de manos, y el plagio o la piratería, que es el robo del contenido y no del continente”.
De ahí que en “Roba este libro” aborde “desde la innoble raza de los prestatarios, a la no menos innoble de los ladrones de mapas, cuchilla en ristre”, a los que ajusta las cuentas junto a otras clases de “bookaneros”.
De los bibliófilos ladrones ha señalado que “creen que hacen un favor a la Humanidad porque el pobre ignorante robado no sabe lo que tiene”.
Y de los escritores ladrones ha señalado a los que “dicen que si no has robado un libro -eso sí en tu juventud- es que no eres escritor, ahí están Bolaño y Fresán, pero también el más ladrón de todos, Genet, que por cierto era un pésimo ladrón, cada vez que trincaba lo trincaban, igual quería que lo detuvieran para escribir en el arrullo templado de la cárcel”.
“Luego están los bibliotecarios, que roban por proximidad, como el Dioni, y ahí está De Caro, que robó media biblioteca Girolamini en Nápoles, donde lo nombró director un senador del partido de Berlusconi que era y no por casualidad bibliófilo”, ha añadido.
“Y por último los bibliocleptómanos de verdad, los que no pueden dejar de robar, entre los que destaca la figura de Sthepen Bumblerg, quien robó 19 toneladas de libros en 45 estados americanos -a los americanos les encantan las estadísticas, el tipo quería pasar al 'Guinness', para lo cual hubiera sido mejor escribir tres Quijotes en una lenteja, o fabricar la paella más grande el mundo-”, ha concluido su clasificación.
El libro de Albero contiene moraleja: “No robes, compra, que así los autores cobramos algo, aunque no siempre; no prestes, regala, que así no pierdes de una tacada libro y amigo”.