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Opinión - Cuando los ciudadanos saben lo que quieres. Por Rosa María Artal

Del domingo en el 'after' ilegal a la fiesta en el parque (con tus hijos)

Vanity Dust

Barcelona —

Para las autoridades locales que deben lidiar con su existencia, los after hours son como una pesadilla interminable. La problemática que plantean está en gran parte ligada a sus horarios. Con los afters, la supuesta paz que se respira en las calles a lo largo de las mañanas del fin de semana supera con frecuencia el límite de paciencia vecinal. No hay descanso: cuando cierran las discotecas de noche, abren los afters y se desatan los problemas de convivencia con las consecuentes denuncias.

Hasta aquí, nada nuevo en esta historia: el problema de los afters es tan viejo como su propia existencia y su resolución es tan compleja como ambiguo es el nombre que se utiliza en la jurisdicción para intentar definir de algún modo en qué consiste su actividad: “establecimientos de régimen especial”.

Este tipo de “establecimientos” son aquellos que tienen licencia para realizar “actividades musicales” en horarios comprendidos entre las 7 y las 14 horas (con ligeras variaciones horarias según el municipio o la comunidad). Sin embargo, con el paso los años, parece que las autoridades no encuentran ni la ley definitiva par cerrarlos, ni tampoco una manera que permita armonizar su funcionamiento dentro de los núcleos urbanos.

Por ejemplo, en Madrid, las autoridades han reconocido la dificultad de aplicar la legislación. En Bilbao, hará menos de un año, el tema del “desfase horario” y “la posible alteración de la convivencia de los afters” seguía estando encima de la mesa en el Pleno Municipal.

En Catalunya, el reglamento desplegado por la Generalitat en 2010, puso a los afters entre la espada y la pared y logró complicar hasta el extremo su licencia y sus horarios imponiendo nuevos requisitos.

La normativa, que entró en vigor en septiembre de ese mismo año, no dejaba lugar a dudas: cualquier establecimiento de régimen especial que programase actividades musicales no podía tener residentes en un radio de 500 metros su alrededor. Un solo inmueble o casa ubicado dentro del perímetro era suficiente para revocar la licencia del after.

Los propietarios, o bien desafiaban la ley y abrían de forma ilegal, o bien se trasladaban a lugares autorizados y trataban de asumir la consiguiente pérdida de clientela que iba a su establecimiento precisamente por estar en la ciudad. En Catalunya, ni un after tan sonado como Souvenir en Viladecans logró superar la criba. El caso de El Row, por su lado, ha seguido complejos derroteros y el club todavía abre ocasionalmente a pesar de los intentos del Ayuntamiento de Viladecans de acabar con sus maratonianas sesiones de una vez por todas.

Del after clandestino al espectáculo público

afterPara los amantes de la música electrónica que sencillamente prefieren no salir de noche o cuyas ganas de seguir bailando pasado el amanecer son tantas que quedarse en casa no es una opción, ¿sería posible encontrar eventos diurnos para disfrutar de la música sin entrar en la ilegalidad? En paralelo al ocaso de los afters, alguien pensó en colocar los altavoces apuntando hacia otra dirección.

Las propuestas de los últimos años han dado la vuelta al vinilo logrando cambiar por completo la tensión, opacidad y crispación que el asunto de los afters acarreaba desde el inicio.

Las fiestas que tienen lugar alrededor del Sónar (durante los mismos días del festival y como propuesta musical alternativa) tomaron relevancia en 2012: comenzaban a celebrarse eventos al aire libre con capacidad para miles de personas con una propuesta de fiesta electrónica en pleno día regida por una ley totalmente diferente a la de los afters: ya no hablamos de establecimientos fijos ni de horarios de régimen especial; las fiestas que iban apareciendo una tras otra se apoyaban en la ley de espectáculos públicos y actividades recreativas.

Se celebraban en espacios que directamente tenían licencia para llevarlos a cabo. El Castillo de Montjuïc, la zona del Fòrum o el Poble Espanyol comenzaban a ser alquilados por promotoras de eventos y festivales que trabajaban con potentes sellos discográficos y reconocidos artistas y djs del panorama nacional e internacional.

Ya no hablamos de afters con decenas de personas, sonido deficiente y en situación alegal (o ilegal), ni de naves industriales convertidas en discotecas al uso con programaciones irregulares y anunciadas con discreción. De golpe miles de personas venidas de todo el mundo se apuntaban a esta horda de eventos con horarios antes impensables o que nadie se había planteado proponer: de 16:00 a 6:00, de 12:00 a 22:00...

Además, durante las primeras horas, los niños podían disfrutar de parte de las instalaciones y de djs que pinchaban para la ocasión. Toboganes, disfraces, talleres de pintura... Este viraje family friendly es crucial: mientras que cualquier evento de ocio que implique miles de asistentes y djs puede ser visto con suspicacia y recelo por las autoridades, si el proyecto se plantea como familiar suavizará los prejuicios o las reticencias con mayor efectividad.

De las fiestas ocasionales a cada domingo del mes

Llevaban años de exitosa trayectoria en Montreal y su llegada a Barcelona fue discreta, original y no tardó en establecerse como una actividad dominguera y electrónica a tener en cuenta durante el verano: en 2012, en els Jardins de Joan Brossa ubicados en Montjuich, arrancaba el Piknic Électronik con 6 eventos de domingo electrónico repartidos entre julio y septiembre.

En 2014, sus organizadores decidieron plantear una previa veraniega lanzando el Brunch Électronik, superando así la iniciativa de Montréal, limitada al verano. El Brunch cambiaba de ubicación: en vez de los jardines, ese año ocuparía el centro de la ciudad, en la plaza del MACBA donde solía celebrarse la edición diurna del Sónar. En 2015, el Brunch se celebraría en primavera y algún domingo de otoño.

Este 2016, los organizadores en Barcelona se atrevieron a dar el salto: en vez de seguir con el nombre y la licencia canadiense, lanzaban su proyecto al que llamarían Brunch In— Barcelona.

De las fiestas de verano a las de otoño manteniendo el concepto y con ganas de más. Al final del verano de este 2016, Brunch In —The Park arrancaba en Madrid con un horario diurno.

La tendencia crece: nuevas ciudades y más eventos

Paralelamente al proyecto del Brunch In, otros eventos han ido apareciendo recientemente en Barcelona, con horarios y lugares que encajan en la ley. Recientemente, el dj y productor Carl Craig lanzaba su fiesta Detroit Love Barcelona en el Teatre Nacional de Catalunya, un sábado en horario de tarde y hasta la 1 de la madrugada. También en Barcelona, los eventos SoundEat han despuntado proponiendo una combinación de comida y electrónica en localizaciones originales.

Además de Barcelona y Madrid, otras ciudades y promotores están avanzando en la misma línea. En Valencia, los mismos impulsores de theBasement celebraron en octubre Día de Parque.

Hasta este mismo año, el talón de Aquiles de este tipo de eventos solía ser la llegada del invierno, por tratarse de espacios abiertos. La llegada de Hivernacle, que este domingo celebrará su jornada de día con un lineup curado por Dj Tennis, resuelve dos problemas en uno: por un lado, renueva el concepto del Brunch In y por el otro aprovecha el guiño a los espacios naturales para cubrir el recinto del Poble Espanyol con algo más original que una carpa: se convertirá en un invernadero.

Hace seis años, una compañía de circo actuaba los domingos en la Plaza del Poble Espanyol. Pocos podían pensar que años después, en ese mismo lugar, los equilibrios y acrobacias las llevaría a cabo con sus discos un dj rodeado de plantas y que los saltos los darían miles de personas con pocas ganas de terminar el fin de semana.