Las canciones eternas de Pablo Milanés

Ana Tenías

22 de noviembre de 2022 15:23 h

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Pablo Milanés deja con su muerte un legado de medio centenar de discos y una infinidad de títulos publicados, algunos de composiciones propias y otros en compañía de los artistas con los que conformó el valioso panorama de música de cantautor hispanoamericana. Junto a los emblemáticos Silvio Rodríguez y Noel Nicola, Milanés fue uno de los fundadores de la Nueva Trova Cubana y uno de los grandes músicos de la Cuba revolucionaria, de la melancolía y de la esperanza política. Habló siempre de amor y de protesta, hizo canciones de decenas de poemas y en la década de los ochenta nacieron sus títulos más conocidos: Yolanda es, desde entonces hasta hoy, su gran himno.

Yolanda

Pablo Milanés tenía 23 años cuando conoció a la que sería una de las mujeres de su vida y, sobre todo, la musa que daría nombre a su canción más conocida, Yolanda. Yolanda Benet trabajaba en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos cuando vio en Milanés la opción perfecta para trabajar en la película La primera carga al machete. Conectaron desde la primera vez (“Cuando te vi sabía que era cierto / este temor de hallarme descubierto”) y en 1970 ya tenían a la primera de sus tres hijas, Lynn. En una noche de insomnio, cuando solo tenía diez días de vida, Milanés le compuso la canción a Yolanda. Sus versos se han convertido ya en una de las más emblemáticas canciones de cantautor de la música cubana y todavía hoy su letra se consagra como una de las más bellas canciones de amor de la época: “Si alguna vez me siento derrotado / renuncio a ver el sol cada mañana / rezando el credo que me has enseñado / miro tu cara y digo en la ventana / Yolanda / Yolanda / eternamente, Yolanda”.

El breve espacio en que no estás

La compone en 1984 para el álbum Comienzo y final de una verde mañana y acaba siendo, junto a Yolanda, la otra gran canción de amor de Milanés. Algunas lecturas interpretan su letra como un canto al amor imperfecto o al amor no correspondido, y se debate incluso si Milanés se la dedica a una persona con la que no puede continuar la relación porque su interés por el compromiso político es mayor que en el amor. “Todavía no pregunté ‘¿te quedarás?’ / temo mucho a la respuesta de ‘jamás’ / la prefiero compartida / antes que vaciar mi vida”. De una manera u otra, Pablo Milanés plasma el sufrimiento de ese “breve espacio” de ausencia de la persona a la que se ama en la que es ya una de sus canciones más reproducidas en las plataformas musicales. 

De qué callada manera

Milanés musicalizó los versos escritos por el poeta afroamericano Nicolás Guillén, “este pequeño y hermoso poema que tituló Canción”, explicó el cantautor en uno de sus conciertos. Ya lo habían hecho antes otros grupos como La Sonora Ponceña, pero el cantautor cubano la interpretó a través de una peculiar fusión de música africana y española y la incluyó en su álbum El pregón de las flores, compartido con la cantante venezolana Lilia Vera y publicado en 1981. Más tarde Milanés dedicaría un álbum completo a la obra del poeta, Canta a Nicolás Guillén. 

La vida no vale nada

“En estas canciones está la palabra de la Cuba revolucionaria, de sus hombres que construyen y luchan y aman y piensan; en ellas, el anhelo y la certeza de una América nueva, que nace y crece en el combate contra sus enemigos”, escribió el poeta y ensayista Guillermo Rodríguez Rivera en la web de Pablo Milanés. La vida no vale nada es el tema que da nombre al álbum que publica en 1976 y que presenta al cantautor como una de las figuras del compromiso político de la Cuba de la época. Frente al carácter melancólico de sus canciones de amor, este tema posee el característico tono poético que siempre utilizó Milanés para hacer protesta política y que le perseguirá hasta los últimos temas de su creación artística, con versos tan potentes como los de esta canción: “La vida no vale nada / cuando otros se están matando / y yo sigo aquí cantando / cual si no pasara nada / la vida no vale nada / si escucho un grito mortal / y no es capaz de tocar / mi corazón que se apaga”. Sus canciones de amor y sus canciones políticas “son canciones de mucha gente”, dijo Rodríguez Rivera, “canciones que todos quisimos escribir y que escribió por nosotros quien pudo: el músico, el poeta, el trovador. Canciones de Cuba son estas, compuestas y cantadas por Pablo Milanés”.

Yo pisaré las calles nuevamente

Dentro del mismo álbum La vida no vale nada, Milanés hizo de este tema un alegato a la esperanza de la población chilena, que había sufrido el golpe de estado de Pinochet tres años atrás. Con unos versos fuertes y llenos de dolor (“Yo pisaré las calles nuevamente / de lo que fue Santiago ensangrentada / y en una hermosa plaza liberada / me detendré a llorar por los ausentes”), el cantautor cubano le regaló un himno de resistencia a su país vecino, que no logró la libertad hasta casi dos décadas después. Milanés también le dedicó a la población chilena un álbum completo en 1980, Canta a la Resistencia Popular Chilena.

Pablo Milanés y sus discípulos

Pablo Milanés se rodeó de los otros grandes cantautores de su siglo: Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Serrat, Aute, Sabina, Víctor Manuel o Ana Belén son algunos de los nombres más conocidos. Con su muerte deja no solo un recorrido de composiciones compartidas y un largo sabor de influencia musical notable, sino también una importante herencia transmitida a muchos de los artistas que configuran hoy el horizonte musical de actualidad. Milanés deja el camino abierto a sus discípulos, que son ya los protagonistas de la música de cantautor contemporánea: desde Jorge Drexler hasta Pedro Pastor, Ismael Serrano, Rosana o Pedro Guerra, en la lista de Spotify creada por elDiario.es Pablo Milanés y sus discípulos puede escucharse el eco de las canciones eternas de Pablo Milanés.