Los temas When We Move, de un icono del hiphop norteamericano del calibre de Common, y Point And Kill, de la joven rapera londinense Little Simz, fueron subidos a YouTube con solo un par de semanas de diferencia. Además, tenían en común compartir patrones rítmicos clásicos del afrobeat, arrollador estilo popularizado por el multiinstrumentista nigeriano Fela Kuti y su fiel baterista Tony Allen.
Es imposible comprender el hiphop, como género y cultura, sin las herencias afroamericanas. Pero al margen de obviedades, nuevas expresiones asociadas a la música urbana parecen reverdecer estos legados. Son conversaciones de ida y vuelta de las que participan migrantes y descendientes de estos mismos, pero que también protagonizan las escenas locales de un continente que añade sabores propios a la receta.
El último disco de Little Simz, Sometimes I Might Be Introvert, se ha colado en todas las listas de lo mejor del año y cuenta con hasta cuatro de las nominaciones importantes a los premios Brit. Entre otras razones porque la joven rapera deslumbra en todos los registros, desde el hiphop al R&B pasando por el soul y hasta el grime. También porque refleja qué significa crecer en Londres sin olvidar su ascendencia yoruba. Algo que transpira especialmente en canciones como Fear No Man o la citada Point And Kill, acompañada por otro artista nigeriano, Obongjayar.
Las músicas de quienes transitan entre culturas
No son los únicos que enriquecen la ya de por sí fértil escena británica. También nacida en Nigeria, la cantante de R&B Tems ha sido una de las pocas voces femeninas presentes en el último largo de Drake. Esta colaboración ha supuesto un empujón mediático de cara al mercado norteramericano para el reciente If Orange Was A Place, vibrante EP que además contiene un single tan infeccioso como Crazy Tings.
Es también sintomático el caso de Pa Salieu, quien sorprendió al mezclar la acidez de un subestilo tan inglés como el grime con los ritmos afro en singles como Frontline. Recientemente ha estado girando con su Afrikan Rebel Tour por el país de origen de sus padres, Gambia. Otro de los teóricos precursores del sonido afrotrap es Naira Marley. Este polémico MC, nacido en Lagos y crecido en el sur de Londres, cuenta con temas tan reconocidos como Am I A Yahoo Boy o Soapy.
Francia es otra institución cuando hablamos de mezclar diferentes influencias culturales, como demuestra su durísima escena trap. Pero debido al idioma el éxito de artistas tan interesantes como MHD, de orígenes senegaleses, suele ser más local. Una excepción a esta norma podría ser la cantante Aya Nakamura, quien migró con sus padres desde Mali al norte del país vecino. Su single Djadja conquistó en 2018 las listas de medio mundo.
España no es una excepción. Las líneas que se cruzan entre músicas urbanas y ritmos de raíz africana son muy visibles en las propuestas de Afrojuice 195, colectivo radicado en Madrid, o en dos de las estrellas del underground patrio, Morad y Beny Jr., ambos con ascendencia marroquí. Y en las antípodas, hablando de manera literal, un reflejo especular de Little Simz puede ser Sampa The Great. La rapera de Zambia ha hecho carrera en Australia con discos tan magníficos como The Return, editado hace dos años.
África, una superpotencia del rap
Alcanzar reconocimiento internacional trabajando desde África es posible y lo demuestran artistas nigerianos como Mr Eazi, Burna Boy y WizKid. Suele ocurrir, eso sí, tras colaborar con estrellas globales como Diplo, Drake o J Balvin, acusados en numerosas ocasiones de enriquecer su sonido con talento original para luego domesticarlo de cara al gran público. Si posteriormente ‘devuelven’ a estas culturas, como en los casos del EP Africa Is The Future, la mixtape de aromas caribeños More Life o las continuas colaboraciones, respectivamente, ya es otro debate.
Intentar resumir el talento africano en ámbitos tan extensos como el del hiphop y sus innumerables ramificaciones es una tarea titánica y, por ende, estéril. Sobre todo porque brillan perlas a lo largo de todo el continente. Sin salir de Nigeria se podría hablar de Falz, quien se hizo famoso por su versión local del This Is America de Childish Gambino. Hay más artistas interesantes como M.I Abaga o YCEE, rudo el primero y algo más dulce el segundo, pero ambos sobrados de flow. Phyno podría situarse en un término intermedio entre ambos.
En Kenia sobresale Khaligraph Jones, auténtico coleccionista de premios del sector. Y Sudáfrica también es otra cantera de talento puro. Entre los favoritos por el público están cantantes sobrados de habilidad rítmica y con puestas en escena muy norteamericanas como Cassper Nyovest, Kwesta, AKA o Nasty C. Es refrescante el caso de Sho Madjozi, polifacética artista que incorpora la cultura tsonga a una propuesta colorida y bailable. También el de la dura Nadia Nakai, una especie de Megan Thee Stallion local.
El Ghanna Drill y la herencia póstuma de Pop Smoke
Ghana cuenta también con figuras tan reverenciadas como las de Sarkodie o M.Anifest, pero hay una escena que se ha convertido en protagonista absoluta durante los últimos meses. Hablamos del denominado como Ghana Drill, respuesta autóctona a la influencia del drill, un subgénero del hiphop con letras tan duras como las del trap y una estética igualmente agresiva, pero con efectos de producción y pasos de baile propios.
Y es que allí, según cuentan sus propios protagonistas, la referencia obligada es Pop Smoke y el álbum que lo cambió todo su disco póstumo Shoot For The Stars Aim For The Moon. Uno de sus líderes es Yaw Tog, uno de los más jóvenes del pack, quien se hizo famoso internacionalmente por la remezcla de su potentísima Sore junto a Stormzy, estrella del grime británico cuya madre es ghanesa, y el ídolo local Kwesi Arthur. Entre la versión original y el remix, Sore ya roza los diez millones de reproducciones solo en YouTube.
Otro de los grandes hits del Ghana Drill es Awake, del también insultantemente joven Kweku Flick. Y en las listas del género nunca falta Ekorso, tema de Kofi Jamar que contó con la colaboración de Yaw Tog y Ypee. Hay más artistas reseñables como O’Kenneth, Jay Bahd, Reggie o Kawabanga, entre muchos otros. Pero uno de los factores interesantes del Ghana Drill es que es un movimiento que trasciende la música.
Con la intención de “recuperar el orgullo kumasí” renombran su región como Kumerica y adaptan el nombre de sus calles a equivalentes norteamericanos. Su lema “never get caught unfresh, stay drippin' 24/7” hace pensar en una versión actualizada de los sapeurs, esos famosos dandis congoleños. Y a pesar de su estética agresiva apelan a fuertes vínculos familiares como otra gran tabla de salvación. Como muchos de sus ídolos al otro lado del charco, afirman que triunfar en la música les ha evitado un futuro incierto. Nuevas estéticas para un guión tan clásico que básicamente define la historia del hiphop.