Cuando Putochinomaricón lanzaba en 2018 su álbum Corazón de cerdo con ginseng al vapor, el género del hyperpop apenas tenía hueco en la industria musical española. Moviéndose siempre en la escena más underground, eran pocos los artistas que encabezaban entonces en el país un movimiento traído del pop más exagerado del Reino Unido y Estados Unidos, que bebía de la electrónica, del sped up —sonidos acelerados—, de la máquina, de las voces distorsionadas y del juego entre la música y lo digital. A día de hoy el hyperpop tiene ganado su terreno en España pero sin alcanzar lo mainstream, la escena se ha reconvertido y los valores parecen haber cambiado. Sigue siendo, eso sí, el género musical que nace y triunfa en la década de la velocidad, en la era de la tecnología, de las ansiedades generacionales y de la democratización de la música.
Entre nombres como Rojuu, Mda, Fran Laoren, Orslok, Slappy Av, Rakky Ripper, LVL1, Lhara, Faxu, Sticky M.A, María Escarmiento, alequi o Detuned Freq se encuentran algunos de los más sonados del hyperpop español, y algunos de los más recientes. El género suma cada vez más exponentes, se convierte en una prueba clara de que la música es accesible y plural y continúa siendo, sin embargo, un grupo reducido en la industria nacional. Según algunos de sus referentes, se mantiene lejos de lo que un día fue.
Hace menos de tres años que existe VLEX, una de las pocas discográficas que se dedican al hyperpop en España. Turian Boy fundó el sello en Valencia para dar cobertura a un género entonces relativamente nuevo en el país, con apenas representación y con un grupo de artistas emergentes con una apuesta vanguardista que llevaba al límite las posibilidades de lo sonoro. En una conversación con este periódico, el músico y productor narra cómo sin embargo, en otro lado del mundo, el hyperpop ya tenía su lugar: “El inicio del género está en el paso que dio el EDM —Electronic Dance Music— al Electronic Pop”, dice haciendo referencia a lo que ocurrió hace diez años en Reino Unido y en Estados Unidos con la evolución de la música y la tecnología.
El hyperpop nació como un género musical transincluyente
El nuevo estilo musical guardaba un formato propio de los 2000, plagado de “sonidos estridentes y electrónicos, bajos muy potentes y marcados, voces muy pixeladas, elementos agresivos y saturados, instrumentos sin filtro y melodías muy constantes”, detalla Turian Boy. Eran rasgos que tenían mucho que ver con la consolidación definitiva de Internet, con el autotune, con las nuevas formas digitales de producción, con una apariencia futurista y con una idea artística rompedora con el pasado. Es por eso mismo, sostiene el productor, que “muchísima gente de colectivos oprimidos adoptó toda una estética y toda una forma de generar música: para liberarse”, dice. “El hyperpop nació como un género musical transincluyente”.
Los primeros años ni siquiera tenía un nombre. Al estilo de música definido por la saturación surrealista de los sonidos y por el lado más naif del pop se le solía llamar 'PC Music', porque así era el nombre de la discográfica británica que lo hizo por primera vez y que seguía funcionando como la principal productora de este género recién nacido. El sello lo había fundado A.G. Cook, y de él formaba parte una de las figuras más imprescindibles para la existencia del hyperpop hasta día de hoy: Sophie. La artista experimental escocesa, trans, compositora, DJ y cantante estaba detrás de artistas consagradas como Madonna, pero también de muchas de las primeras producciones que poco a poco iban construyendo el considerado subgénero musical como un estilo definido y de esencia propia: Charlie XCX, Hannah Diamond o Hayden Dunham —conocida también como QT— fueron algunas de las pioneras del hyperpop que salieron a la luz a través de PC Music.
“Era una movida muy gays and girls y gente trans. Mucha gente que venía del emo se sintió reflejada, porque era un estrato muy underground al que le costaba salir hacia un punto mainstream”, insiste Turian Boy, que prefiere llamar 'pop de vanguardia' a lo que hacen desde la discográfica. El músico piensa que es inevitable que algunos colectivos acaben representando ciertos géneros musicales, porque guardan en común un valor, una naturaleza, como ocurre con lo LGTB+ y el hyperpop: “Esa agresividad que uno tiene ahí dentro por no poder expresar a su manera lo que quiere ser explotó de repente, y era una manera también de atacar a los géneros que ya estaban ahí. Era hacerlo agresivo e inaccesible. Si no la has escuchado antes es una música a la que cuesta entrar, y eso marca un corte, para que no entre todo el mundo. Aunque claramente es muy pop, todo va al 3.000”, piensa el artista.
Un hyperpop distinto en España
La entrada a España fue progresiva. El artista eurosanto es también uno de los primeros músicos y productores que dieron el arranque del hyperpop en el país y que, igual que Putochinomaricón, Turian Boy o LVL1 —de mayor reconocimiento internacional—, se mantiene dentro de la escena queer en la que había nacido el estilo musical tiempo atrás. Cuenta eurosanto en una entrevista con elDiario.es que empezó haciendo música “más experimental” bajo influencias de artistas como Arca, pero que poco a poco fue vinculándose al estilo de Sophie y todo explosionó cuando en 2019 trabajó con Rakky Ripper para el disco Neptune Diamond. Allí fue cuando se dirigió al hyperpop de una forma más “consciente”, afirma. Rakky Ripper, otra de las grandes protagonistas del género en español, dio este año un empujón de visibilidad al hyperpop presentándose al Benidorm Fest con Tracción, una canción llena de máquina y electrónica con la que quería representar a España internacionalmente en Eurovisión.
“En aquel momento en nuestro país no había casi nadie haciendo este rollo de música y diciendo abiertamente que era un estilo inspirado en Sophie. Y no había chicas, no teníamos la figura de popstar femenina que había triunfado en otros países. Aquí teníamos muchísimo reggaetón y muchísimo trap, teníamos a La Zowi, pero no teníamos pop en español”, expresa eurosanto. Y aunque son varios los artistas que conformaron el estilo desde la escena no normativa, al final, “como siempre ocurre con la música”, opina Rakky Ripper en una videollamada con este medio, el hyperpop en España acabó dividiéndose.
No me gusta nada que se me englobe en el pop porque yo pienso que hago música urbana
Mda es uno de los grandes referentes nacionales del hyperpop. El joven músico gallego nacido en Zaragoza de la generación Z no guarda sus raíces musicales en la esfera queer de la que parte el estilo musical, pero sin embargo también es considerado uno de los primeros en saltar al espacio público español como 'hyperpoper' y uno de los que continúan haciendo posible la evolución del género. Igual que les ocurre al resto, Mda dice en una entrevista en el Palacio de la Prensa con elDiario.es que él no utilizaría la etiqueta del hyperpop para definir su música, pero que comprende y asume que su estilo concuerda con muchos de los rasgos más definitorios del nuevo estilo musical.
“Yo vengo del rap, realmente. Llevo escribiendo desde muy pequeño. La primera canción que me grabé era una instrumental robada de Drake. Luego tiré más hacia el trap, pero fui evolucionando y poco a poco buscando más la musicalidad que la tontería”, narra el cantante, que lanzó hace unas semanas su nuevo disco ^^7^ ii. En su caso, la primera vez que escuchó autotune fue con Lollipop, del rapero Lil Wayne. “Yo siempre supe que quería eso”, confiesa. A la pregunta de cómo llegó entonces el gran cambio hacia lo que se conoce como hyperpop, Mda responde que la pandemia fue un momento crucial: “Tuve que volver a mi casa y me compré lo básico, un micro y una tarjeta de sonido. Y ahí empecé a hacerlo todo yo. Es cuando más progresé, porque es cuando más me pude encontrar”, expresa el músico.
Corroborando entonces que el hyperpop es también hijo de la democratización de la música y de la inmersión popular de la tecnología, el artista se siente lejos sin embargo de otros cantantes con los que comparte etiqueta. “Me he nutrido de cosas muy dispares, desde Alpha Blondy hasta Artic Monkeys, pero casi nunca pop”, sostiene Mda. “No me gusta nada que se me englobe en el pop porque yo pienso que hago música urbana. Pero también pruebo cosas nuevas, por ejemplo el año pasado me junté con María Escarmiento, que me mola y tiene la misma vibra aunque no nos parezcamos en nada”, dice el artista respecto a una de las pocas mujeres, junto a Rakky Ripper, que hacen hyperpop nacional en la actualidad.
Un género en constante cambio
Esta convergencia de exponentes radicalmente distintos en el mismo género musical puede tener varias explicaciones. El músico eurosanto cree que el propio hyperpop “ha experimentado mucho con los sonidos del trap” y que el mejor ejemplo está en la propia Sophie, que llegó a producir para el rapero Vince Staples. “Puede ser que estos sonidos hayan llegado así a este público y haya dicho: 'Vamos a hacer esto, que es como el trap pero con un twist más energético, que también mola: se puede bailar, se puede saltar en un concierto y se puede hacer un pogo'. No es tan descabellado, realmente”, piensa el artista, que sostiene que en realidad no hay confrontación entre ambas escenas, sino pluralidad y evolución. “Pero es verdad que la etiqueta del hyperpop, entonces, ha cambiado. No vamos a llamarle PC Music, vamos a llamarle hyperpop, que ha pasado de lo que era antes a lo que es ahora, trap con voz de pitufo y BPM's —beats por minuto— acelerados”, expresa.
El sentido más puro del hyperpop no puede avanzar en un país como España
Más allá del carácter “abierto” de la música, piensa Nadia Leal, periodista musical y editora jefe de música de NEO2, el drástico cambio del hyperpop en el panorama nacional tiene también una razón moral. “Es un género que se ha quedado como nicho en España”, dice en una llamada con elDiario.es. “Sophie —que falleció accidentalmente hace dos años— demostró que una productora trans puede conseguirlo, pero yo creo que el sentido más puro del hyperpop no puede avanzar en un país como España. Es un problema de base. Varios artistas de los que he entrevistado me lo han dicho”, confirma la periodista. “Los grandes géneros musicales vienen de los negros o de los maricones. La electrónica nació prácticamente de estos colectivos. El hyperpop nace de las personas raras, de un nerd de pelo largo, de disidentes, de activistas, de niños a los que hacían bullying en el colegio. La gente aquí no está preparada para verlo sobre los grandes escenarios. Y como en España no nos gusta tener esa clase de ídolos, se transforma”, razona Leal.
Turian Boy corrobora que el género “ha sido comido por la heteronorma”, pero argumenta que en realidad es “inevitable” que la música “cambie y se desarrolle”, expresa poniendo como ejemplo el auge del hardcore dentro del género, que de repente está siendo utilizado por la mayoría de sus autores. Además, cree que difícilmente sus protagonistas conozcan “el trasfondo real”. Rakky Ripper recuerda que “mientras la gente del colectivo” escucha a “hombres cis y artistas heteronormativos”, en el caso contrario ellos “indagan muy poco en la música del colectivo y en la música que hacen las mujeres”, piensa. “Pero ni siquiera creo que sea su culpa”, concluye Ripper, “es algo más sistemático”. En este sentido, ambos coinciden con la opinión de eurosanto, que aboga por la esencia de la escena queer feminista del hyperpop en el lugar del que viene: “No nos están quitando nada, realmente. Seguimos teniendo lo que queremos, podemos seguir haciéndolo”, justifica.
Hacia un futuro incierto
Lo que parece quedar claro es que, por sus características, el hyperpop tiene un futuro todavía más incierto que el de otros géneros. “Es algo muy nuevo”, recuerda Nadia Leal, “y si destaca por algo es por ser una alteración de la realidad. La sensación que a mí me dio cuando me llegó fue de libertad”, aclara. Así que quizás esa misma libertad es la que marca su destino.
Hay mucha vanguardia y mucha calidad. Creo que el hyperpop tiene mucho futuro
El estilo destaca también por ser uno de los que mejor acogen colaboraciones, remixes y versiones en la actualidad, comportándose como un género musical melancólico con el pasado y acorde con las circunstancias vitales de toda una generación. “Yo creo que España es uno de los países a los que más rápido llegan las tendencias actualmente, e incluso las mejora”, insiste Rakky Ripper. “Hay mucha vanguardia y mucha calidad. El cambio, la experimentación… Todo juega a favor del hyperpop. Al final es pop electrónico, y es algo muy mutable. Tiene bastantes perspectivas de evolucionar. Creo que tiene mucho futuro”, afirma la cantante.
“No creo que lo mainstream rompa con el hyperpop” piensa por su parte Mda, que concuerda más con la idea de que los artistas “puedan vivir de la música” que con la teoría de que su valor acaba cuando algo deja de ser alternativo. “Lo que de verdad deshace todo es que alguien te compre como artista, eso es lo que rompe tu creatividad”, sostiene el cantante. Para otros compañeros de etiqueta, sus posibilidades de futuro también son tan amplias como interesantes: “Hay que estar abierto a lo que venga. No hay que ser tan hater de algo si de esa forma más gente puede disfrutar la música o convertirla en algo diferente”, razona eurosanto.
Y el mismo camino toma Turian Boy: “Decir que esto es o no es hyperpop me parece de pureta tonto. Hay que entender que las cosas mutan, pero también que en este crecimiento ha habido una intersección de valores y habrá gente que se quedará porque será su rollo, será su movida y sentirá que es su lugar”, aclara el productor, defendiendo todas las vertientes del estilo musical. Es la declaración más honesta que sus autores pueden hacer hacia el hyperpop. Continuar con la misma infinidad de posibilidades que le define. “No sabemos a dónde va a llegar”, concluye el artista, “pero a fin de cuentas, ¿qué sabemos de los géneros?”.