La cultura mediática acumulada por el público joven y moderno –y del público general también- en la era de la información y las comunicaciones, permite a cualquiera disfrutar y emocionarse con los grandes maestros del pasado, los llamados clásicos, y también con los creadores académicos más experimentales e innovadores de tiempos recientes. Es la teoría que quiere demostrar esta serie de artículos. Medio planeta (al menos el continente occidental) tiene grabado en el ADN desde siempre las notas de la Tocata y Fuga en Re Menor de Bach o de la Quinta de Beethoven.
Últimamente, hay algunos nombres y conceptos que aparecen por todas partes y que constituyen una cultura musical contemporánea generalmente aceptada que coincide solo a medias con la idea académica y oficial de lo que la gente es capaz o debe tener en cuenta. Digamos que constituyen las modas y tendencias clásicas de última hora: bonita perogrullada que se contradice en sus mismos términos, pero que creo que todos entendemos.
Antiguamente, un virtuoso o una diva imponían su técnica y su estilo y un éxito en los salones podía revolucionar el gusto del público y los cánones estéticos para la posteridad. Actualmente, un aniversario, una película, unos derechos de autor que prescriben o los cambios en gustos y mentalidad de la gente pueden originar una tendencia. Estas modas clásicas seguramente son menos efímeras y también más espontáneas que las de las otras músicas y, por supuesto, que las vestimentarias. Y también menos dictatoriales.
A continuación, sin ánimo de pontificar ni de sentar cátedra, hemos recogido unos cuantos nombres e ideas que constituyen ese último grito que, dentro de lo clásico, suele terminar en un trino vibrante y armonioso.
1- Ligeti y Penderecki. Grandes innovadores musicales de los tiempos recientes. Compositores que buscan y encuentran más allá de los convencionalismos. Es la banda sonora del fin de un siglo y quizá de una era. Tal vez hubiera resultado problemática o difícil si no llega a ser por el cine. Gracias a las películas todo el mundo está familiarizado y nadie se asusta ni protesta. Stanley Kubrick siempre marcó tendencia.
2- Arvo Pärt y Olivier Messiaen. No es demasiado acertado ponerlos juntos, pero ambos compositores aportan un poco de espiritualidad para tiempos materialistas y sórdidos. Revistas it como The Wire han expandido su fama entre sus lectores Recordemos que ya en los años 90, el canto gregoriano batió records de ventas.
3- Morton Feldman. Otro vanguardista que se ha puesto de moda. Perteneció a la Escuela de Nueva York de música experimental con John Cage y otros: música para el intelecto cuando estamos hartos de trivialidades. En The Wire le dedican tantas líneas como a Lee Perry y a Nick Drake juntos.
4- Gustav Mahler. Un hombre enfermizo y atormentado que sin embargo fue un trabajador infatigable capaz de crear belleza y emoción duraderas. Su fama fue acrecentándose tal como las generaciones fueron sustituyéndose y los gustos evolucionando. ¿Vamos a ser menos que los progres de los 70 que vieron “Muerte en Venecia”?
5- Johann Sebastian Bach. Entre los modernos existe tendencia a despreciar lo que es demasiado conocido y los compositores que gustaban a nuestros abuelos no despiertan mucho interés, lo cual es un error, por supuesto... Una excepción suele ser Johann Sebastian. Gran maestro de la improvisación y de la matemática en la música cuya obra reúne características y méritos que le hacen seguir siendo admirado y considerado tremendamente vanguardista.
6- Benjamin Britten. Muy de moda porque su centenario se celebró -un poco deslucido por los de Wagner y Verdi- en 2013. Compositor inglés que se esforzó en crear operas de pequeño formato, fáciles de representar frente al fasto tradicional. También es compositor de una Guía de orquesta para jóvenes“.
7- Diabolus in música. El intervalo de tres tonos se consideraba poco menos que una invocación al diablo y fue condenado por la Iglesia, por Guido d'Arezzo y por el Gradus Ad Parnassum. Es posible que hubiera excomuniones por interpretarlo. Con posterioridad, los compositores lo han utilizado para dar miedo: por ejemplo, en las películas, cuando se abre la puerta y el monstruo te está esperando detrás... Es una de esos términos técnicos que últimamente se han convertido en la comidilla y decir “Mi contra fa est diabolus in música” y escucharlo en las más populares composiciones es lo más normal en este mundo de descreídos.
8- Tristan (acorde de). Suena al principio del Tristan wagneriano y se repite como uno de los leit motivs en torno al heroico enamorado. Son cuatro notas que cambiaron el curso de la música. Tiene algo de inquietante e incómodo y sin duda constituyó un adelanto musical perfecto de lo que iba a ser el convulso y cambiante siglo XX y se considera que es el principio de la música moderna. Los oídos privilegiados pueden jugar a reconocerlo en composiciones posteriores del mismo modo que reconocen los samplers del hip hop.
9- Theodor Adorno. El único gran pensador de los últimos 100 años que se ha ocupado de la música. Amigo y alumno de Alban Berg, promocionaba con calor las teorías de Schoenberg.
10- Alex Ross. Autor del blog y el libro The Rest is Noise. El título es un juego de palabras sobre una cita de Hamlet. Trata sobre la música del siglo XX. Es el crítico de The New Yorker y recopila un montón de acontecimientos históricos y anécdotas relevantes.
Como es habitual en esta serie, nuestras listas están abiertas a las sugerencias y comentarios de los lectores. La música llamada clásica constituye uno de los más valiosos patrimonios de la humanidad. No debemos permitir que se lo apropien unos pocos privilegiados.