El ciclo de las Noches del Botánico sigue avanzando en su programación veraniega como la opción musical más fresca para las tórridas noches madrileñas. La frescura en la noche del sábado no fue solo cuestión de grados sino también de edad. Con un poder de convocatoria generalmente en la parte alta de la franja de veteranía, en esta ocasión el festival del jardín complutense apostó por la cantante argentina de 23 años Nicki Nicole, y la juventud, especialmente femenina, acudió en masa. Y eso a pesar de que la cita tenía lugar al día siguiente del concierto de Harry Styles, con el que podría haber coincidencias de público y ya se sabe que al precio al que están las entradas, ir a dos conciertos en un mismo fin de semana podría estar gravado con el impuesto de lujo.
La argentina Nicole presentaba en Madrid Alma, su nuevo disco. Su pequeño cuerpo de bailarines, una tarima central de dos escalones, luces, chorros de humor y hasta lenguas de fuego, con realización visual en directo para las pantallas componen su escenografía, que es lo suficientemente poco invasiva como para hacer brillar la dulce voz de la cantante, que es de lo que se trata.
En la argentina, no solo es sweet su voz: su actitud cariñosa y cercana hacia el público es un rasgo fuerte de su personalidad que explica porqué sus fans la adoran de esa forma. La artista leía lo que decían las cartulinas que le mostraban, y llamaba a algunas personas “rey”, “reina” o “jefe”. Se hizo múltiples fotos con el público, tomando incluso para ello móviles de las primeras filas. Agarró una bandera de España y se la puso a modo de chal, agarró una bandera argentina y se la colgó también. Una chica le retó a piedra, papel o tijera que, si ganaba, se subía al escenario. Nicki aceptó, advirtiendo antes que era buenísima en el juego. Pero perdió, o quiso perder, y la fan subió a cantar y bailar con ella, de la mano, toda una canción, Formentera, su canción con Aitana.
No salió a cantar por sorpresa Bad Gyal, como sucedió en un concierto reciente (para interpretar una canción nueva, Enamórate), pero ya casi al final apareció el rapero bonaerense Wos, con el que cantó la canción de él en el que ella hace un featuring, Cambiando la piel.
La noche puso en evidencia una cosa: qué pasa con las colaboraciones. Por un lado, hablan de la generosidad de Nicki Nicole, de su necesidad para estrechar lazos y de establecer un lenguaje generacional. Pero, por otro lado, resulta cansino que de manera recurrente a lo largo del concierto aparezcan las voces pregrabadas de sus colaboraciones, durante las que ella baila, escucha o hace lip sync. Así pasa con Bad Gyal, con Trueno o con Cris MJ.
Todas estas presencias fantasmales, todos esos momentos en los que la argentina cede protagonismo, parecen recordar que se ha construido la carrera de Nicki Nicole con demasiados apoyos, con cierto miedo de asumir el protagonismos que merece. Y no debería ser así. La artista tiene voz, protagonismo, carisma y entidad como para no necesitar a nadie.
Uno de los tema que sonaron anoche, entre las primeras canciones del show, que duró solo una hora (una duración idónea, no es una queja) fue la sesión número #13 de Bizarrap, también conocida como Cuando te veo, cuyo temprano número ya indica que Nicole no es una recién llegada, pese a su juventud. No es ni siquiera esa la única colaboración entre ambos artistas argentinos. También se pudo escuchar, de nuevo con presencias-ausencias, el tema que Nizarrap, Nicki y otro artista argentino urbano de éxito, Duki, hicieron conjuntamente, Ya me fui.
El concierto acabó con uno de los hits de la argentina, el cual lanzó antes incluso de cumplir los 20, Wapo Traketero, que hizo gritar y cantar al público tanto como otros grandes temas como Dispara o Colocao. No se dejó hit sin cantar, sonrisa que devolver o cariño que lanzar. Nicki Nicole es una artista que seguirá creciendo, alimentada por el enorme amor de sus fans.