Un único acorde ha bastado para desatar la euforia. “Can’t buy me love”, es la primera frase que Paul McCartney ha recitado inmediatamente después, para terminar de confirmarla. El WiZink Center de Madrid se ha rendido este lunes al artista en el primero de los dos conciertos que va a dar en la capital, y que van a suponer el broche de oro a su gira Got Back –el segundo turno será este mismo martes–. El cantante ha elegido un tema de The Beatles para abrir el espectáculo con el que durante dos horas y media ha invocado a la mítica banda, al pop, al rock y, por encima de todo, a la historia de la música. Y de paso, hasta se ha atrevido a chapurrear el castellano. “Hola, España. Buenas noches, Madrid. Estoy muy feliz de estar aquí de nuevo. Oh, yeah”, ha pronunciado antes de cantar Letting Go.
McCartney, que no tocaba en España desde 2016, ha combinado en su setlist temas del grupo que formó junto a John Lennon, George Harrison y Ringo Starr, junto a los que posteriormente han copado su carrera en solitario, generando un equilibrado combo de nostalgia, conmoción y pura energía. El escenario lo han flanqueado dos pantallas verticales que han proyectado imágenes del cantante y de The Beatles desde antes de empezar el show, con los 15.600 fans presentes expectantes, tras las correspondientes horas de cola para poder entrar, además de los quince minutos de retraso del inicio –no se respetó la puntualidad británica–. Durante la espera se han escuchado también algunos de los hits del grupo británico, como Twist and Shout –lástima que no la haya interpretado en directo después–.
Una de las canciones más vitoreadas del primer bloque del concierto ha sido Drive My Car, con la que, si todavía quedaba alguien por ponerse de pie para bailar, ha terminado de convencerle. “Esta noche voy a tratar de hablar un pelín de español”, ha vuelto a insistir. El público ha seguido fielmente sus indicaciones sobre cuándo aplaudir a su ritmo y entonar estribillos como el de Come On To Me. Y es que a sus 82 años, y vestido con un traje de chaqueta –chaleco incluido–, el artista ha demostrado ser, además de una fuente de talento, una fuente de carisma, de la que desborda. A medida que han ido avanzando los temas, el calor ha ido haciendo mella y, tras acabar quitándose la chaqueta para quedarse en mangas de camisa, ha bromeado: “Este es el único cambio de vestuario que vais a ver”. Posteriormente ha homenajeado a Jimi Hendrix con Let Me Roll It, cuyo final une con el riff principal de Foxy lady; antes de regresar al espíritu Beatle con el canto al optimismo –y al amor– Getting Better.
Lo siguiente ha sido descolgarse el bajo para sentarse frente al piano a cantar, junto a sus siete músicos, Let ‘Em In. En el fondo del escenario, la pantalla la han ocupado imágenes de bandas tocando en las calles de diferentes rincones del mundo, con carteles en defensa del respeto, la convivencia y el amor. Al piano ha entonado acto seguido My Valentine. “Escribí esta canción para mi hermosa esposa, Nancy. Ella está aquí con nosotros esta noche”, ha aclarado antes de comenzar. Su melodía y voz han contado con otros dos protagonistas, Natalie Portman y Johnny Depp, que en las pantallas han interpretado parte de la letra en lengua de signos.
Tras Maybe I’m Amazed, McCartney ha abandonado el piano para colgarse la guitarra, española en este caso y ha aprovechado para sumarse con ella al cántico de los fans, a ritmo de “oe, oe, oe, oe” –como si de una final del mundial se tratara– para orquestar el griterío. Todo ello antes de volver a invocar a The Beatles con la más cercana al country I’ve Just Seen a Face.
Cuatro chicos de Liverpool
El show se ha convertido en un pozo de nostalgia para el propio McCartney, que antes de ceder el protagonismo a In Spite Of All the Danger ha explicado que había llegado el momento de “viajar en el tiempo, a un pequeño lugar del norte de Inglaterra, llamado Liverpool”. “Allí había cuatro chicos que querían grabar un disco. Esta es la primera canción que grabamos The Beatles”, ha añadido entre aplausos antes de que los primeros acordes del tema hayan transportado directamente a Madrid a los años sesenta, a los primeros pasos del grupo que acabaría cambiando la historia del rock. “Después de hacer ese álbum, fuimos a Londres, a los estudios de Abbey Road”, ha indicado para presentar Love Me Do. Y, mandolina en mano, ha continuado con Dance Tonight para recordar a sus fans cuál era el propósito de la noche.
La escenografía ha cambiado en el bloque más emotivo del concierto, con McCartney subido encima de una plataforma que se ha elevado unos cuatro metros, proyectando un cielo estrellado tanto a sus pies como a su espalda. Así, solo con su guitarra, ha cantado Blackbird y Here Today, su particular homenaje a su “gran amigo” John Lennon, ‘Juan’, como ha traducido antes de entregarse a la canción.
De nuevo junto al resto de la banda ha dado paso a Now and Then, a la que ha concedido su propio capítulo dentro del recital. El británico ha interpretado este tema publicado a finales de 2023, que partió de una maqueta de John Lennon que Yoko Ono había custodiado durante décadas hasta que la IA que Peter Jackson empleó en el documental The Beatles: Get Back permitió separar sus pistas. Tras limpiar la voz de la demo, McCartney y Ringo Starr grabaron el resto de instrumentos, para completar la composición con ecos a Eleanor Rigby, de esta especial balada aplaudidísima en Madrid. “John, gracias por esta canción”, ha agradecido al acabar.
La amplia lista de instrumentos que McCartney ha tocado durante su show ha incluido un ukelele, pero no uno cualquiera, sino el que le regaló George Harrison, el “hermano” al que ha dedicado Something. El homenaje al fallecido guitarrista ha abierto el camino al bloque más celebrado –y saltado– en la pista del recinto, gracias a Obla Di Obla Da, Band On The Run y Get Back. Eso sí, el plato fuerte estaba por llegar, con el triplete Let It Be, Live and Let Die y Hey Jude. Un colofón al son de The Beatles que ha hecho llorar y bailar a partes majestuosamente iguales. Con la primera, que a estas alturas hace ya muchos años que se erige como una de esas elegidas canciones-himno, ha terminado de hacerse con los corazones de los presentes. La segunda ha contado hasta con fuegos artificiales acompasados con los golpes de batería y, con la tercera, ha terminado de confirmar que si su concierto merece tener algún apellido, sería ‘inolvidable’.
Pero todavía quedaba más. Tras hacer el pertinente saludo con la banda y abandonar el escenario, ha regresado con tres banderas: la de España, la de Reino Unido y la del Orgullo. Su conquista a Madrid, en la primera de sus dos actuaciones, la ha rematado con un último conjunto, liderado por I’ve Got a Feeling. McCartney ha avisado de que se trataba de un tema “muy especial” para él. El motivo: iba a contar con la voz e imagen de John Lennon junto a él a partir de la segunda estrofa. El broche de oro al ejercicio sobresaliente de nostalgia por la formación británica.
SGT Pepper Helter Skelter y Golden Slumbers han cerrado con el rock por bandera y, tras presentar a la que ha definido como “la mejor banda del planeta”, el hit de despedida ha sido The End. Y con él, un adiós –o hasta luego para los afortunados fans que vayan a repetir mañana– a un artista, ya eterno.