Romy, la cantante de The XX, publica un disco para “alegrar las canciones de amor entre mujeres”
La música de baile ha ejercido en muchas ocasiones como refugio de colectivos marginados. El soul y el funk, patrimonio de los afroamericanos, jugaron durante los años 60 y 70 un papel fundamental en la lucha por los derechos civiles. Poco después, la música disco amplió su colorido cultural al incorporar los ritmos latinos y se convirtió en el primer refugio no clandestino para la comunidad LGTB.
Desde entonces, discotecas y clubes han funcionado como templos profanos en los que, personas de sexualidad no normativa, se congregan para relacionarse y compartir experiencias alrededor del baile y la música. Porque, cuando llegan propulsados por un ritmo insistente y una melodía que incite a la rebelión del alma, las emociones y los sentimientos son más fáciles de comprender. “Yo creo que es así, que el colectivo LGTB le debe mucho a las pistas de baile”, explica Romy Madley-Croft, miembro del trío londinense The XX, que acaba de sacar Mid Air, su primer disco grabada por cuenta propia.
La entrevista tiene lugar en junio, cuando Romy –ese es su nombre artístico– acude al festival Sónar para ofrecer una sesión como dj. The XX lleva seis años inactivo, cultivando un silencio como grupo que les ayuda a sobrellevar las expectativas que lo ha acompañado desde siempre. Nada más concluir su última gira, los miembros del trío comenzaron a desarrollar proyectos en solitario. Ni Jamie XX, ni Oliver Sim ni Romy parecían tener prisa. “Tenía ganas de explorar mis necesidades creativas, pero mi grado de confianza en mí misma no era lo suficientemente alto como para lanzarme a trabajar de lleno en un disco. Lo que hice fue ponerme a escribir canciones para Dua Lipa, King Princess y otras artistas. Eso me permitiría aprender y vivir otras experiencias. Pero lo que me brindó fue la oportunidad de hacer letras mucho más íntimas y personales, porque sabía que no iba a cantarlas yo. Hasta que alguien me dijo, ”¿estás segura de que quieres deshacerte de esa canción?“.
Quizá porque saben que el éxito mal digerido deja un rastro imborrable en el mundo del espectáculo, los miembros de The XX han funcionado siempre con una timidez que en el fondo es también cautela. Este entrevistador los recuerda un día de junio de 2012, cuando la banda promocionaba su segundo álbum en Madrid, hablando bajito, titubeando, midiendo sus palabras para expresar bien sus pensamientos. La Romy que habla ahora está más suelta, pero sigue verbalizando sus ideas con sigilo. No siempre es fácil explicar con palabras lo que se ha conseguido decir solamente con música. Y la de Romy nos lleva a seguir hablando de noches eternas y pistas de baile que son invocaciones de libertad. “Ahí fluyen las emociones con mucha fuerza. La música potencia los sentimientos, hace que conectes tus estados de ánimo con momentos de diversión. Las canciones del álbum hablan de eso”.
En los últimos meses ha ido avanzando lo que sería Mid Air a través de sencillos como Enjoy Your Live o Loveher. La primera nace de una frase que Romy descubrió en un tema llamado La Vita, cuya letra reza: “Mi madre me decía: disfruta de la vida”. Romy perdió a sus padres siendo una niña y eso le hizo ser consciente de lo importante que es valorar cada instante de vida. “Es algo que aprendí entonces. Es algo que tengo claro que hay que hacer, pero la vida es complicada y no siempre es posible poner esto en práctica. El autor de La Vita es Beverly Glenn-Copeland, uno de los hallazgos musicales más grandes que he hecho nunca”. Cuando la escuché fue como un recordatorio de que, incluso cuando las cosas se ponen difíciles, hay que saber ver el lado positivo“.
Aunque su nombre es poco conocido, Glenn-Copeland lleva haciendo discos desde los años 60. Tiene una discografía inclasificable que arrancó en el folk y el blues para posteriormente abrazar la electrónica. También ha incorporado elementos de la música africana, la clásica y la ópera. Su último álbum, The Ones Ahead, apareció el pasado mes de julio y Romy espera contribuir a que la obra de este artista, un hombre trans de raza negra, tenga una mayor difusión. “Fue muy amable. Le pedí permiso para que me dejara usar la frase ”my mother said to me: enjoy your life“. Pero no quería limitarme a cantarla, también quería que la gente la escuchara de su propia voz, porque es fantástica. Así que sampleé ese fragmento de La Vita”. Para Romy, Enjoy your life es una oportunidad de compartir ese mensaje empoderador. “Quiero pensar que al difundir estas cosas a través de mis canciones puede servir de ayuda a otras personas. Sé perfectamente lo que es sentirse inseguro. Soy consciente de lo que una canción puede llegar a hacer por ti y eso es algo que yo también quisiera provocar con las mías”.
Siendo una adolescente que todavía estaba intentando descubrir quién era, Romy halló en los clubes el lugar perfecto para crecer en un entorno favorable. “Vivía en Londres, cogía el autobús y me plantaba en el Soho. Allí descubrí lugares increíbles y a gente maravillosa. Tenía 16 años. Algunas de las personas que conocí entonces hoy son mis mejores amigos”. Allí bailó al ritmo del Confessions On A Dance Floor de Madonna –su productor, Stuart Price, coproduce Mid Air–, del Smalltown Boy de Bronski Beat, del What Is Love de Haddaway, del Dancing On My Own de Robyn. Los inicios de The XX se remontan a aquellos días de 2005. “Escribíamos sobre lo que creíamos que era el amor”, explicaba Romy en aquella entrevista de 2012 junto a sus compañeros. Once años más tarde, Romy sigue cantando sobre las relaciones, pero en sus letras habla únicamente de sí misma. Como les ocurre a sus otros dos compañeros, grabar en solitario le da la oportunidad de desarrollar su propio imaginario. Y una de las ventajas que suponía este reto era el de hacer una música más optimista, en contraposición al carácter melancólico propio del repertorio de The XX. “Este proceso me ha resultado muy útil para abrirme más, para sentirme más libre y atreverme a hablar de mí”, explica la artista.
En Mid Air, Romy expresa abiertamente los sentimientos hacia su pareja, la fotógrafa Vic Lentaigne. Lo hace en canciones como Loveher o She’s on my mind, que ella define como lo opuesto al estereotipo de balada acústica y triste hecha por una lesbiana. “Esto lo digo sin ningún afán peyorativo, que quede claro que respeto mucho ese tipo de canción. Lo que ocurre es que cuando era adolescente me hubiese gustado tener otras alternativas a la hora de hablar sobre esos sentimientos. Mi intención ha sido darle un enfoque más alegre a ese tipo de letra que habla de amor entre mujeres. Me gusta mucho la música pop bailable pero no veo este tipo de referencias en sus letras. Así que cogí un material que parece propio de las cantautoras y lo llevé a mi terreno”. Tanto Romy como sus compañeros en The XX forman parte de una nueva era de artistas pop que está haciendo visible la diversidad sexual desde todos los ángulos posibles. La homosexualidad femenina, la transexualidad y lo no binario son cuestiones intrínsecas al discurso artístico de Sam Smith, Baby Queen, Arlo Parks, Ashnikko o Boygenius. “Me alegra mucho lo que está sucediendo. Entre mis influencias hay muchos artistas queer que despliegan un discurso muy potente en sus letras, sus vídeos, sus redes. Es bueno ver cómo van cambiando las cosas”.
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