Desde un tiempo a esta parte, una nueva ola folk se está apoderando del panorama musical. Mumford & Sons, Bon Iver, Lykke Li, Passenger o Gabirelle Aplin son algunos de los embajadores de este fenómeno rústico y melódico. The Lumineers llevan caminando en esa línea desde hace tiempo, pero no fue hasta hace un par de años cuando se redescubieron en nuestro continente con sus melodías intemporales y conmovedoras letras.
Impulsados por el espectacular éxito de su single Ho Hey, la banda actuará mañana en Madrid -Sala Riviera- y el sábado en el festival Bilbao BBK Live, donde mostrarán sus canciones con regusto añejo que les han llevado a triunfar en medio mundo sin perder la honestidad y “la sencillez”.
“No es que nos interesara decir: 'Eh, vamos a crear una banda y vamos a hacer música folk', sino que lo que queríamos para el sonido de The Lumineers era que fuera sencillo y que consiguiéramos escribir buenas canciones”, explica en una entrevista con Efe Jeremiah Fraites, batería del joven grupo y responsable de la composición junto al cantante y guitarrista Wesley Schultz.
“Una buena canción de hace quince años, seguirá siendo una buena canción dentro de quince años y quizá también dentro de ciento quince”, explica Fraites, quien añade que tratan de crear temas que funcionen “incluso si las toca sólo una persona con una sola guitarra o un solo piano”.
La fábula de la ruta 66
La historia de The Lumineers es una de esas que construyen el eterno mito de que en el rock y el pop todo es posible si persigues tus sueños. Amigos desde que eran niños y vivían en un pequeño pueblo de New Jersey, Jeremiah Fraites y Wesley Schultz decidieron repentinamente mudarse a la lejana Denver, en Colorado, para continuar con su música.
“Quizá fue algo extraño”, concede Fraites. “Estábamos muy cerca de Nueva York, pero es una ciudad muy cara y por eso nos fuimos a Denver, porque ahí podíamos trabajar y vivir sin necesitar tanto dinero”.
En Denver conocieron a través de un portal de anuncios a la violonchelista Neyla Pekarek, y mucho después incorporaron al pianista Stelth Ulvang y el bajista Ben Wahamak. Pero desde 2005 The Lumineers ya recorrían todo tipo de clubes y bares en busca de una oportunidad sobre el escenario.
Con una carrera cocida a fuego lento, The Lumineers dieron un golpe en la mesa en 2012 con su debut homónimo y único álbum hasta la fecha, un trabajo que se convirtió en un inesperado éxito y que fue disco de platino en Estados Unidos.
Un éxito muy humilde
“Realmente no lo puedo explicar. Estamos muy agradecidos, somos muy afortunados. Sabemos que hay muchísimas bandas que también se merecen ese éxito”, dice Fraites.
“Queríamos grabar un gran álbum y no ser conocidos sólo por una canción”, explica el batería sobre la popularidad de Ho Hey. “Queríamos crear un álbum en el que cada canción vaya junto al resto y encajen todas como en un puzzle”.
Con el objetivo de unir bellas melodías con letras interesantes, The Lumineers sorprendieron con canciones como Submarines o Stubborn love marcadas por un tono intenso, casi épico, pero siempre con un matiz romántico y juvenil. Pero también con Classy Girls o Big Parade demuestran que su fusión de melodías puede conquistar el terreno más allá de la música folk más arraigada.
Pese a que no cesan las comparaciones con otros grupos como Mumford & Sons, Jeremiah Fraites rebate, no obstante, que lo importante sean las etiquetas y los géneros, lo que prevalece es la calidad de las canciones.
De cara a sus conciertos en España, Fraites promete que en directo The Lumineers tratan de conectar al máximo con el público, algo que han desarrollado al dar conciertos en multitud de países. “Si con 20 años me hubieran dicho que iba a viajar a los cinco continentes habría pensado que era una locura”, expica Fraites.
“Cuando tocamos en directo, todos estamos muy metidos en la música, muy emocionados. Amamos realmente la música que tocamos noche tras noche”.