El vaso reutilizable, un ingreso lucrativo para muchos festivales que vulnera la ley

Nando Cruz

25 de mayo de 2024 22:03 h

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Hace semanas que arrancó la temporada festivalera en España y aunque este es el segundo año en que opera plenamente la normativa sobre vasos reutilizables, pocas cosas han cambiado. El Real Decreto 1055/2022 de Envases y Residuos de Envases publicado el 27 diciembre de 2022 obligaba, a partir de 2023, a que los festivales que empleasen vasos reutilizables para servir bebida ofreciesen al público la posibilidad de recuperar el dinero que pagan por ellos, pero muchos de ellos siguen incumpliendo la norma. El motivo es obvio: ganan mucho dinero vendiéndolos y no quieren renunciar a ese ingreso atípico y fácil de obtener.

El vaso reutilizable se ha afianzado como un gasto más que debe asumir el público si quiere asistir a un festival o un macroevento: si no compras uno, no podrás beber. El Gobierno los impuso por ley para eliminar los vasos de un solo uso, pero voces expertas en la gestión de residuos de grandes eventos alertan desde hace tiempo que está siendo más nocivo el remedio que la enfermedad. Producir un vaso reutilizable requiere 10 veces más plástico, pero si no se reutiliza como mínimo 10 veces su fabricación implica generar 10 veces más residuos. Por lo tanto, si no se garantiza su reutilización efectiva, contaminarán 10 veces más.

En España se celebran ya más de mil festivales al año. Muchos de ellos, por miedo a quedarse sin vasos en mitad del evento, suelen encargar stocks descomunales que superan con creces el número de espectadores. Un macrofestival para 150.000 espectadores puede producir 400.000 vasos o más; aun a riesgo de que al final del fin de semana queden miles y miles de vasos sin usar. Solo los 20 macrofestivales de mayor aforo del país pueden generar más de ocho millones de vasos. Si le sumamos el resto de festivales, macroconciertos y fiestas patronales que usan este producto, podemos estimar que en España cada año se fabrican decenas de millones de vasos. Y no todos son reutilizados ya que en muchos casos los festivales impiden al usuario devolverlo y recuperar el dinero.

Un negocio redondo

El precio de fábrica de un vaso reutilizable oscila entre los 20 y 30 céntimos dependiendo de la calidad del vaso, la complejidad de los elementos decorativos y el volumen de cada pedido. Se suelen vender a uno, dos o tres euros. A menudo, las cerveceras patrocinadoras asumen su fabricación, de modo que el festival los obtiene a coste cero. Así, una partida de 36.000 vasos que haya costado 9.000 euros a la cervecera (a 25 céntimos la unidad), generará 70.000 euros al festival si los vende a dos euros. Extrapolando el ejemplo a un macrofestival, la inyección económica que le suponga obtener gratis 300.000 vasos no son los 75.000 euros que se hayan ahorrado en su fabricación, sino los 600.000 que puede llegar a obtener si los vende a dos euros.

El vaso reutilizable es un auténtico filón para el gremio festivalero. Pero también lo es para los fabricantes. Por eso cada vez hay más en España. Algunos producen vasos de baja calidad, reventando precios por debajo de los 20 céntimos por unidad, asumiendo y dando por hecho que nunca serán reutilizados. La competencia en el sector ha crecido tanto que es difícil encontrar voces críticas entre fabricantes y distribuidores por miedo a perder contratos con patrocinadores y promotores de festivales. “Hay una guerra enorme en el sector”, afirma uno de ellos. Se opina con discreción, desde el anonimato o desde el más puro cálculo empresarial. Todos los actores implicados se juegan mucho dinero.

Producir un vaso reutilizable requiere 10 veces más plástico, pero si no se reutiliza como mínimo 10 veces su fabricación implica generar 10 veces más residuos. Por lo tanto, si no se garantiza su reutilización efectiva, contaminarán 10 veces más

El objetivo de la ley que entró en vigor en 2023 era fomentar una reutilización efectiva del vaso: que el festival lo recupere y le dé más usos. Pero convencer a un festival de que renuncie a un dinero tan fácil es complicado, pues el sector ha asumido que el vaso reutilizable es un ingreso fijo. Una vez dictada la ley, la Administración es quien debería velar por su cumplimiento, pero en 2023 las inspecciones en este ámbito brillaron por su ausencia y muchos festivales se aprovechan de esta sensación de impunidad. Gran cantidad de festivales reciben subvenciones, de modo que la solución sería obvia: “Quien quiera montar un festival y recibir dinero público, debe tener la obligación de recuperar el vaso. Si no, se está lucrando de forma ilícita”, coinciden varias fuentes consultadas.

“Tienen que cumplir la ley”

El Real Decreto 1055/2022 dicta lo siguiente: “Si el promotor cobrase en concepto de depósito una cantidad por cada vaso reutilizable con el fin de garantizar su recuperación, deberá habilitar los mecanismos necesarios para garantizar la devolución del depósito una vez el vaso sea retornado por el consumidor”. La Asociación de Festivales de Música ya ha incorporado la obligación en su Guía para avanzar hacia festivales de música circulares. En este sentido, su directora Patricia Gabeiras es clara: “Los festivales tienen que cumplir la ley y nuestra visión es que el sector está cumpliendo. La Administración competente tendrá que ir contra el que no cumpla”, opina. “Pero no es esta nuestra función”, advierte.

Los festivales tienen que cumplir la ley y nuestra visión es que el sector está cumpliendo. La Administración competente tendrá que ir contra el que no cumpla

Tres de los festivales más importantes celebrados esta primavera son el SanSan de Benicàssim, el Warm Up de Murcia y el Viña Rock de Villarrobledo. Los dos primeros vendían el vaso a dos euros. El tercero, a 2’50. Ninguno retornaba los importes. Tampoco, la Telecogresca de Barcelona, que anunciaba en carteles sobre las barras que el vaso no era retornable. Muchos festivales operarán este año de forma similar: Tomavistas (que tiene lugar este fin de semana en Madrid), Low, Spring Festival… The Music Republic, promotora de una decena de festivales, replicará en muchos la política aplicada en Viña Rock: vasos a 2’50 euros y no retornables. “Con la compra del vaso, el cliente colabora con una acción social anunciada previamente por el festival”, informan.

Por contra, el festival Cranc, celebrado en Menorca cobraba un euro por el vaso, pero retornaba el importe a quien lo pidiera. Como en años anteriores, lavarán los vasos, los almacenarán y los reutilizarán el próximo año. El BBK Live, que se celebrará en julio, anuncia en su web que los vasos serán “reutilizables y retornables”, sin mayor información. Sonorama Ribera (tendrá lugar en agosto) también ha anunciado en su web que devolverá el euro “en el momento en el que se devuelva el vaso”. Otro festival también de julio, Cruïlla, ha explicado que los dos euros de sus vasos (fabricados en polipropileno, que aguantan hasta 125 usos “y sin el logo del festival para que se puedan usar en otros eventos”) se devolverán al entregar el envase en alguno de los 13 puntos de retorno que anuncian ubicarán en el recinto. Este periódico se ha puesto en contacto con las promotoras Last Tour y con The Music Republic sin haber recibido contestación.

Hasta el momento son pocas las denuncias recibidas por las asociaciones de consumidores. El pasado octubre OCU Aragón sí denunció que en algunos puntos de las Fiestas del Pilar, no en todos, se impidió al público recuperar el euro del vaso reutilizable. Es una práctica que calificaban de abusiva y que suponía “un enriquecimiento injusto para el promotor del evento”. Enrique García, portavoz de OCU, cree que se denuncia poco porque “muchas veces el consumidor no es consciente de que puede reclamar la devolución de ese dinero”.

“La gente debe entender que el dinero que da para tener el vaso es una fianza. Como la moneda que pones en el carro del supermercado”, se lanza como ejemplo. Pero en Facua, según explica su portavoz Rubén Sánchez, tampoco han recibido un alud de denuncias durante el último año. Resaltan las de varios espectadores que asistieron a los macroconciertos de Manuel Carrasco en el estadio de La Cartuja de Sevilla del pasado junio. El público estaba obligado a comprar un vaso reutilizable por 1’50 euros para consumir cualquier tipo de bebida, pero después no podía recuperar el importe. Facua denunció a la promotora del evento ante el Ayuntamiento de Sevilla. Ha pasado casi un año y el consistorio no ha dado respuesta. “Típico”, lamenta Sánchez.

Cambios de estrategia

Algunos comportamientos están cambiando en el sector. Hasta 2023 el festival Canela Party vendía el vaso reutilizable a un euro y no admitía devoluciones. “Lo hacíamos así por puro desconocimiento, porque realmente nadie quería el vaso”, confiesa Ángel Gómez, codirector del evento. Este año Canela Party modificará su política: el vaso costará dos euros, pero el público podrá recuperar su dinero y el festival se quedará con los vasos. “Los lavaremos, los trataremos debidamente y formarán parte del stock para próximos años”, informa Gómez.

De cara a su edición de agosto, el festival malagueño encargará 15.000 vasos, pero para la de 2025 Gómez calcula que solo necesitará fabricar 3.000. “Que los festivales recuperen el 50% de los vasos sí es un paso hacia la sostenibilidad porque al año siguiente no tendrán que fabricarlos”, insisten desde el sector de la gestión de residuos. Un motivo clave para posibilitar este viraje del Canela ha sido el patrocinio firmado con Estrella Galicia para los tres próximos años. En 2022, la patrocinadora del festival fue Alhambra. En 2023 fue Victoria; cerveza malagueña del grupo Damm. Tanto cambio de patrocinador obstaculiza la reutilización del vaso, pues ninguna cervecera aceptará que el público beba en vasos de ediciones anteriores con logos de la competencia. En los festivales de música, la ley del marketing siempre pasa por encima de la lógica medioambiental, de modo que la única forma de lograr que un vaso se use varios años es afianzar el patrocinador varios años. Tal vez si en 2027 hay otro cambio de patrocinador, miles de vasos del Canela vayan la basura y empiecen a fabricar de nuevo. El simple rediseño de la imagen de una cerveza patrocinadora puede ser motivo más que suficiente para deshacerse de millones de vasos.

La gente debe entender que el dinero que da para tener el vaso es una fianza. Como la moneda que pones en el carro del supermercado

Heineken fue la primera cervecera que impulsó una campaña de reducción de residuos en un macrofestival. Sucedió en el FIB de 2008. Hoy su directora de marketing en España, Lucía López-Rúa, lanza una advertencia: “Si algo he aprendido en sostenibilidad, es que no todo es lo que parece”. Su empresa ha recibido recomendaciones desde las oficinas centrales de reconsiderar el uso del vaso reutilizable porque “no parece claro que sea la opción más sostenible”. Por ello confirma que están “frenando su uso” mientras exploran otras vías mejores. “Estamos analizando el terreno, pero ahora mismo no tenemos claro que este sea el camino a seguir”, resume. Para la imagen de una empresa tan comprometida con la sostenibilidad, resulta contraproducente imprimir el logotipo de Heineken en miles de vasos que acabarán tirados por los suelos de algún festival.

Para incitar que en los festivales patrocinados por Heineken que distribuyen vasos reutilizables estos se reutilicen de verdad, la cervecera lanza este año la campaña Trash And Win. Las personas que retornen el vaso a los contenedores automatizados recibirán cupones para un sorteo y podrán ganar “una consumición, entradas para otro festival o para partidos de la Champions”, ilustra López-Rúa. Así será en Arenal Sound, Monegros Desert Festival, Love the Twenties y hasta 20 macroeventos. Este sistema de reverse vending (máquinas que en vez de expender productos, los recuperan) permitiría incluso retornar al público el dinero íntegro de la fianza del vaso. “Si no se aplican sistemas de este tipo es porque no hay una voluntad real”, denuncian las voces más críticas.

Que los festivales recuperen el 50% de los vasos sí es un paso hacia la sostenibilidad porque al año siguiente no tendrán que fabricarlos

Recuperar, lavar y guardar

El Vaso Verde es una empresa madrileña que gestiona el uso de vasos reutilizables en toda clase de eventos. Dispone de un tren de lavado de vasos que trabaja para los Ayuntamientos de Coslada, Boadilla del Monte, Pinto y Arganzuela. En sus fiestas patronales, un contexto similar al de un festival, su misión es distribuir los vasos en todas las barras y montar una o varias carpas en las que retornar al público el euro que pagó por el vaso. Después lavarán y almacenarán los vasos para reutilizarlos al año siguiente. “Estamos en torno al 70-80% de recuperación de vasos por evento”, afirma orgulloso su director José Laorden.

“Nuestro objetivo es recuperar el máximo de vasos posibles y si una persona nos viene con cien vasos, le daremos cien euros”, explica. Esta estrategia contrasta con la de otros festivales que ponen todo tipo de trabas para que el público retorne el mínimo número de vasos posible. “Un vaso no es ecológico en sí mismo; es ecológico el uso que le des”, reivindica Laorden. Y las decenas de miles de vasos que se tiran cada verano en los festivales generan una carga de plástico descomunal. Cada vaso reutilizable tiene 10 veces más plástico que el vaso desechable. “Si generas un residuo con mayor carga plástica, aunque sean solo mil vasos, estás produciendo 50 kilos de carga plástica”, calcula.

Si algo he aprendido en sostenibilidad, es que no todo es lo que parece. No parece claro que el vaso reutilizable sea la opción más sostenible. Estamos analizando el terreno, pero ahora mismo no tenemos claro que este sea el camino a seguir

Su intuición, y la de otros profesionales del sector, es que, tarde o temprano, habrá que tender hacia el lavado de vasos tal y como ya se hacen en otros países europeos. El año pasado se lavaron en Bélgica 19 millones de vasos. En España, con una población y un número de festivales mucho mayor, la cifra no llega ni a la sexta parte. El potencial de crecimiento es infinito. “En España debería haber centros de lavado en cada comunidad autónoma. Mi cabeza piensa en trailers de lavado que puedan lavar vasos dentro del festival”, sueña Laorden. Ese horizonte parece aún inalcanzable. En España cada año hay más vasos que año el anterior, cuando el objetivo sería que cada año hubiese menos.

Un mercado muy viciado

El del vaso reutilizable es un mercado viciado por naturaleza. Hasta los empresarios más concienciados con la necesidad de reducir su fabricación saben que su éxito empresarial pasa por producir más y más. Hasta las empresas que asesoran en temas de sostenibilidad saben que los festivales de música son espacios ideales para experimentar y divulgar estrategias de mejora. Así, mientras unos celebran los pequeños avances, otros lamentan que se sigan inventando todo tipo de excusas “para que el vaso reutilizable no se reutilice”. Que no habría capacidad para gestionar tantas devoluciones, que se corren riesgos sanitarios si la gente lleva su propio vaso, que sin cobrar el vaso el festival no es rentable...

En EcoEvent, empresa experta en gestión y producción sostenible de eventos, tienen claro que vaso reutilizable solo hay uno: “Es el que te dejan retornar, se limpia, higieniza, almacena y el año que viene se vuelve a usar. Cualquier otra opción deja de ser una solución”. Así se expresa Nuria Díaz, cofundadora de esta cooperativa valenciana. Pepe Martí, su socio, considera que para avanzar en esa dirección urge establecer sistemas ágiles de devolución del vaso. “Que no haya que hacer una cola de más de tres minutos”, pone como ejemplo. Pero la recuperación de los vasos por parte de un festival tampoco será una solución eficaz si este no se compromete a reintroducirlo en futuras ediciones. Tal y como se está implementando actualmente en nuestro país, Laorden concluye que “el vaso reutilizable no es sostenible”. Tremenda paradoja.