Es un adiós, aunque matizado, a infinidad de paquetes de plástico de un solo uso que hoy engordan la enorme montaña de basura con la que lidia, sobre todo, el mar. Para 2030, los supermercados, restaurantes u hoteles españoles deberán acabar con los sobres unidosis de salsa o los microbotes de champú. También deberán permitir que un cliente rellene su propia taza de café para llevar. Así lo aprobó el Parlamento Europeo hace una semana, en una decisión que allana la nueva norma europea sobre empaquetado.
El objetivo principal es reducir el ingente número de envases que se utilizan a diario. Entre 2009 y 2020 el volumen total creció un 20%, según Eurostat. En 2021 los envases generaron 84 millones de toneladas de basura (el 20% de plástico). Unos 180 kg por persona y año. La regulación busca una rebaja del 5% para 2030, 10% para 2035 y 15% para 2040. La pregunta es ¿cómo?
Pues, por un lado, prohibiendo que se ofrezcan algunos de los tipos de envases desechables más generalizados y, por otro, recurrir más a la reutilización y la recarga de envases propios. En otras palabras, terminar con muchas minidosis de comida o cosméticos y permitir ir a un take away con tu propio recipiente para llevarte la comida o la bebida.
La cantidad de cosas que todavía son de usar y tirar
La ley prohíbe desde julio de 2021 una batería de elementos plásticos desechables (un buen bocado del flujo de basura hacia los océanos) como los platos y cubiertos, paquetes de comida y bebida de poliestireno, pajitas, removedores o bastoncillos. Pero quedaban un montón de envases de uso habitual que también se desechan apenas abiertos.
Entre los empaquetados cotidianos que deberían desaparecer en Europa están:
- Los envases de frutas y verduras frescas sin procesar. Las clásicas bandejas de tomates o zanahorias, por ejemplo. “Esta medida ya estaba prevista en España con el último real decreto de empaquetado, pero ha pasado el plazo y todavía no se ha implementado”, dice el responsable de consumo y biodiversidad en Greeenpeace, Julio Barea. La norma española permite una serie de excepciones que debían concretarse en un listado de variedades exentas. La fecha tope para adaptar los supermercados llegó el 28 de diciembre de 2023.
- Los alimentos y bebidas que se sirven en las cafeterías y restaurantes “que no necesitan más elaboración y suelen consumirse en el propio envase” como una ensalada rápida.
- Porciones individuales. Como son las monodosis, por ejemplo, de azúcar o de salsas como el kétchup, mostaza o mayonesa.
- Los “envases pequeños de higiene personal”, como los microbotes de gel o champú que se ofrecen en hoteles.
- Bolsas de plástico “muy ligeras” (15 micras o menos).
Estas últimas especificaciones “sí son novedosas para la realidad española”, cuenta Barea.
En 2022, la propia Comisión Europea evaluó que había una “pobre implementación” de numerosos aspectos de la Directiva de Residuos de Envases debido a la “creciente generación” de desechos de envases (a pesar de las disposiciones legales para que se redujera), las barreras para el reciclaje y la reutilización de envases como el propio diseño de los paquetes o la mezcla de componentes. Y por último, la baja calidad de los materiales que hacía que los fabricantes prefirieran plástico virgen. “Los principales problemas son de mercado y de regulación”, concluía.
“La directiva de 2019 se había quedado un poco corta. Todavía hay muchos tipos de envases de un solo uso en circulación y huecos por donde pueden escaparse”, analiza el responsable de residuos de Ecologistas en Acción, Carlos Arribas. Así, que “a pesar de que se haya aguado un tanto la ambición desde la primera versión, creo que es un paso adelante”.
Julio Barea también coincide en que es un avance “porque armoniza la materia en la Unión Europea” y destaca “que se abre claramente la puerta a poner en marcha un sistema de devolución de envases” –llevar botellas de refresco al comercio y recuperar parte del precio–. Sin embargo, matiza: “Se le ha introducido la salvedad de que se debería implementar si no se alcanza una recuperación de envases del 90% hacia 2040”.
No gracias, traigo mi taza
Además de sacar de la circulación envases, las nuevas normas europeas indican que “los distribuidores finales de bebidas y comida para llevar tendrán que ofrecer a los consumidores la opción de aportar su propio recipiente”.
Eso implica que el cliente tendrá el derecho a que le rellenen un envase propio (adecuadamente limpio) para llevarse un refresco o una bebida caliente, pero también comida.
Al mismo tiempo, la regulación indica que esos mismos establecimientos deberán ofrecer un porcentaje de los envases que vendan de manera que sean reutilizables más adelante. Lo compras, te lo llevas, los lavas y puedes regresar al negocio para que te lo rellenen. “Un 10% de aquí al 2030”, especifica la regla europea a punto de culminarse (ya cuenta con el acuerdo entre el Parlamento y la Comisión, solo faltan los Estados).
Precisamente el pasado lunes se cerraba en Ottawa (Canadá) la cuarta ronda de negociaciones para redactar el tratado internacional (legalmente vinculante) sobre basura plástica. “Vemos que hay una coincidencia sobre acabar con los usos perjudiciales y evitables del plástico”, ha dicho la directora ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen. Y entre ellos destacan “los plásticos de un solo uso”.
Con todo, “el tiempo está en nuestra contra, la basura de plástico sigue chorreando hacia los ecosistemas”, ha descrito Andersen en la ciudad canadiense. La negociación definitiva será en Corea del Sur del 25 de noviembre al 2 de diciembre.